(Escribe Lic. Silvia Otero) Una vez más, noticia que repudiablemente caracteriza a nuestra sociedad. Otro femicidio, sí. Repudiable. Cómo no serlo. Solo pensar que puede ocurrirle a cualquier mujer, a cualquiera de nosotras, a nuestras hijas, nos hiela la sangre, porque esto no comienza con la muerte, porque el primer grito ya es violencia. Podría pensarse que es un virus, pero más letal, ya que este no siempre se denuncia. La premisa es denunciar, pero a veces el aparato legal responde estar cansado de recibirlas y que existen mujeres que abusan de eso, ¿Dónde está el nexo? Me preguntó qué tiene que ver y por qué, entonces, en algunas ocasiones desestiman. En algunas, ya que hay excelentes jueces, me consta. Pero no todos. Por lo tanto, el mensaje es contradictorio.
Esta realidad nos coloca en estado de vulnerabilidad a todas. Un flagelo que se instaló y lamentablemente parece que ninguna política puede solucionarlo. Los colectivos trabajan y poco a poco surgen campañas de sensibilización, pero nada cambia. "Ni una menos" es el lema mientras se lucha contra una sociedad patriarcal, frente a un "macho" que a cualquier costo se niega a perder el dominio. Tal vez no alcance con que esté en la agenda y, por supuesto, no puede ser considerado un daño colateral. Es un eje, no un emergente, es un hecho que habla por sí mismo.
El hecho de que una mujer sea asesinada solo por ser mujer debería hacernos reflexionar sobre cuántas actos de violencia hay antes de eso. ¿Cuántas veces esa victima pidió ayuda, y cuántas otras el temor le embargó y no pudo hacerlo? Cuando ese pseudohombre asesina, su ejercicio de la violencia empezó hace rato.
Vivimos en la ilusión de que la sociedad patriarcal cae. Y nos creemos que con unos pocos derechos que pudimos conquistar logramos el avance, mientras que la realidad parece decir lo contrario. Porque hoy, concientizar es compromiso mora. Es tuyo, es mío. Si te grita, es violencia. Si te denigra, es violencia. Si entre risas te desvaloriza es el comienzo en que el abusador muestra su esencia. Si te aparta de tus seres queridos, es violencia.
Estos pseudohombres no paran, porque es la única forma que tienen de vincularse. Lo harán con una, con la siguiente, siempre habrá víctimas para ellos. Muchos se preguntarán cuántas no denuncian. Está en las estadísticas, guardan silencio mientras el miedo gana la batalla. Hoy hay víctimas que han sido asesinadas, están aquellas que sufren desde maltrato psicológico, económico hasta sexual y no me refiero a un simple piropo en la vía pública. Mujeres que padecen violencia sexual dentro del encuadre de su propia casa y lo sufren en silencio. El miedo a la represalia o a la crisis económica que tal vez tendrá que afrontar son uno de tantos motivos que la refrena a denunciar. Por supuesto, no se trata solamente de no agredir a la mujer, la no agresión es un valor universal, porque todos sabemos que no se maltrata. A nadie!
El problema se agudiza y para estas mentes enfermas que abusan del vulnerable, cualquier circunstancia o situación es un disparador para descargar toda la ira y la frustración que los atraviesa. Nadie elige ser víctima. El victimario comienza dañando la autoestima, devorando su psiquis hasta que se traduce en violencia física. Ella tiene miedo y realmente la posibilidad de la denuncia está lejos en su mente. Su voluntad ya no es parte de su persona.
Falta de decisión, temor, ambivalencia, sentimientos encontrados. De pronto, todo estalla y a veces la víctima es quien mata. Nadie gana, todos pierden . Y se podía frenar con una denuncia, pero la violencia psicológica dejó a esa mujer casi que justificando las acciones recibidas. Se necesitará mucho apoyo y contención para que tome conciencia y se anime a hacerlo. Ojalá cada una tenga el valor suficiente-..pero, claro, eso puede pasar si con suerte aún continua viva.
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