21 de June del 2020 a las 10:23 -
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¿Adopción LUC o compás de espera?
 Lo que no se termina de comprender es que lo humanitario no puede medirse por un partido político o color, lo humanitario nos atraviesa, nos constituye y, por lo tanto, nos trasciende.

(Escribe Lic. Silvia Otero)  Cuando hablamos de adopción estamos hablando de un tema que es universal, cuyos sentimientos y afectos trascienden hilos políticos. Aquellos que quedan atrapados en ese aspecto bajo la falacia de que solo somos, como decía Aristóteles, animales políticos, creo que solo muestran ser radicales y no humanitarios. Sí podemos serlo, pero debemos trascender. Comprender no implica necesariamente saber lo que el otro siente ya que hay situaciones que se tornan indescriptibles aún para quienes las hemos padecido.

Es por eso que dicho tema además de delicado es controversial, polémico, y no escapa a teñirse de colores políticos. Por primera vez se lo pone en la Agenda Social, pero hay gente de determinados sectores a las que parece molestarle.

Hoy podemos celebrar que el espectro de Agenda social o temas relevantes salgan del enfoque estrictamente económico para posar la mirada en aquello que tiene que  ver con otros sectores de la población, que no por ser temas no económicos no urge abordar. Hay algo que es un valor y se llama moral y va de la mano con otro aspecto que curiosamente parece escasear: la empatía.

Estamos en el siglo XXI y profundizamos en el odio, en el racismo, en la exclusión, en no integrar, en rechazar o en no apoyar otras realidades solo por el hecho de que no son las nuestras. Lo que no se termina de comprender es que lo humanitario no puede medirse por un partido político o color, lo humanitario nos atraviesa, nos constituye y, por lo tanto, nos trasciende.

No es un tema partidario plantear la gratitud que me despierta ver que hoy se habla sobre una ley que pueda favorecer con transformaciones en la calidad de estos procesos. La empatía y el abrir conciencias es lo que nos permite comprender cuáles son los temas que pueden ser relevantes y dejar de estar centrados en el reduccionismo económico, midiendo solo por ese termómetro cuál es la población que demanda atención y desatendiendo otras realidades.

Como punto, en la Ley de Urgente Consideración (LUC) se establece acortar tiempos en los procesos de adopción, pero esto no es un tema que solo alcance a los potenciales padres sino a aquellos niños o bebes institucionalizados. Tampoco es un tema solo legal sino que abarca lo psicológico, emocional, moral y ético. La adopción es un camino escabroso, difícil y doloroso, desde la decisión de hacerlo hasta los periodos de adaptación, pero no termina allí sino que dicho proceso se continúa durante la mayor parte de la vida.

El abordaje psicológico necesario va mucho más allá de evaluar y rever el periodo de adaptación de la nueva constelación familiar, ya que el mundo del adoptado sin el sostén necesario podría tornarse un mundo primado por la angustia. Un mundo en donde todo se entrelaza, deseo de saber, deseo de pertenecer, sentimiento de abandono y a la vez desprotección. Mientras ese sujeto intenta reencontrarse, paradójicamente parece perderse cada vez más.

 Podrá sufrir un trauma que jamás podrá resolver. La construcción de la identidad es social, no obstante ese sujeto necesita ser atendido de manera particular respetando sus deseos, procesos y singularidades. Hoy la Ley de Urgente Consideración plantea acortar tiempos. Esto es un comienzo. Contemplar lo que jamás el gobierno anterior, que se jactaba de social, contempló.

¡Cuántas áreas falta atender en este tema! Trabajar las heridas, las fantasías de abandono, atender y contener a una psiquis que tendrá cicatrices que solo la comprensión que da la madurez emocional podrán acomodar. La contención y atención no solo deben recibirla los padres, sino todo el contexto, centrándonos en los hijos, aquellos que atravesamos el camino más duro, el de reconocer y reforzar nuestra identidad.

Por otra parte, es cruel y lastimoso reconocer los niveles de ansiedad a los que puede llegar una familia cuando se ve enfrentada a largos tiempos de espera que solo obedecen a la patética burocracia que parece ser una ley más.

A muchas familias les ha sido vedada la posibilidad biológica y recurren entonces a la alternativa de la adopción, siendo esta opción aquella posibilidad que pueden tener dos personas de tener un hijo, ya que dicho acto pasa por amar, por cuidar por continentar, sin ser menos padres porque no se haya dado por la vía biológica.

Más que necesario que esta realidad se aborde, y la ley, si esto es lo que plantea, no solo tendría un alcance  legal sino y, por sobre todos los aspectos, contemplaría el más significativo, el humano.

Este punto que aborda la Ley de Urgente Consideración nos posiciona como sociedad desde otro lugar. La denominada agenda social cambia y entiende ahora que atención social y políticas publicas enmarcan sectores de la población que presentan otras realidades que van más allá de lo excluido, marginado o vulnerable. A partir de acá, y si esto realmente acorta procesos, esta Ley en este tema tendría un alcance mayor a lo estrictamente jurídico, ya que lo emocional y lo psicológico estaría contemplado desde este lugar.

Pero esto es solo el comienzo, aún queda mucho camino por recorrer; el abordaje del adolescente cuando se sabe adoptado, mejoramiento en los vínculos parentales, trabajar y sostener la adolescencia en donde todo parece fragmentado. En este proceso de nueva adaptación, de esa búsqueda del encuentro con uno mismo, reafirmar su identidad, la que su crianza le dio.

La adopción es una decisión que implica varios aspectos a trabajar, es un proceso que deben transitar y que se construye como tal a partir del deseo que será para las dos partes un aprendizaje pero que si se logra habrá una nueva familia constituida.

Luego de años de políticas públicas que frente a esta realidad simplemente miraba hacia otro lado, hoy podemos decir que llega una luz tanto para quienes desean adoptar como para los niños institucionalizados. ¿Por qué? Porque el concepto de vulnerabilidad cambia, está cambiando, porque vulnerable ya no es solo aquel que atraviesa carencias económicas.

Hay que trabajar más en ese tema, aumentar el asesoramiento en dicho proceso, porque la psiquis y las emociones serán encontradas muchas veces ambivalentes agregándose a aquellos conflictos que ya son parte inalienable inherente y, por tanto, natural de los vínculos humanos. El sostén psicológico es necesario para todo el contexto familiar. Y eso determinará la fortaleza emocional que esa persona logre.

Atención emocional, cuidado y apoyo psicológico que no abarca solo al proceso mismo, sino enfocar dicho sostén en comprender aquello de lo que no se habla, de cómo decirlo, de cómo transmitirlo y de cómo aceptar que en determinado momento ese hijo sepa sus orígenes o no.

Son muchas las aristas y las dificultades para visualizar todo lo que hay que atender en esta situación. Quien diga o piense que en tema está todo trabajado, desconoce la realidad verdadera a atender. Aún falta mucho por recorrer, pero estamos comenzando. Es por eso que cuando veo a algunos integrantes de la oposición cuestionando el asunto, entiendo que dicha postura pasa a ser inhumana, cuánto más amoral. Las demoras en los procesos de adopción no solo determinaban un mundo angustiante sin que a nadie le interesara, ni a aquellos que se jactaban de precisamente tener “agenda social”, sino que ha sido una de las causas por las cuales muchas familias se deciden por una adopción ilegal (y está realidad existe, como tantas otras, se acepte o no).

Hoy los invito a sumarse a apoyar a estos futuros padres, a darle una nueva vida a niños en espera, a fortalecer el resurgimiento de la más antigua institución: la familia. Porque eso debemos hacer todos cuando se trata de temas universales: no politizar, no es política, es humanidad. Y frente a esto, apoyo desde este lugar a un Estado que en este tema -puedo decir cómo adoptada ilegal- al fin está respondiendo a esta demanda que también es social, y hoy nos dice PRESENTE.

 

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