(escribe Emilio Hourcade Leguísamo) Virus, epidemia y cuarentena, son algunas de las palabras que lamentablemente en estos últimos días han tomado lugar preponderante dentro de nuestras charlas o noticias que leemos o escuchamos.
La proliferación del llamado “coronavirus” no solo produce alerta e incertidumbre dentro de la población, sino que afecta directamente la vida social y económica de la gente, ya que ante la propagación del virus, la medida más práctica y efectiva que se tiene es el aislamiento de los individuos para evitar así el contagio y que la enfermedad se siga propagando.
Este tipo de flagelo no es nuevo y ya la población mundial ha sido víctima del mismo a través de otras enfermedades que han afectado grandes zonas pobladas del planeta, pero en este caso, vemos que el virus se desplaza en forma vertiginosa por todo el mundo y nuestro país no quedó exento, registrándose ya los primeros casos de personas infectadas.
En este artículo, la idea es hacer referencia a otros eventos que a lo largo de la historia se han registrado particularmente en Mercedes, con epidemias que afectaron a nuestra población demandando medidas profilácticas similares a las que actualmente se vienen llevando a cabo, demostrando una vez más que pese a los avances científicos y tecnológicos que se van logrando, las historias igualmente se repiten.
Es de destacar cómo los mencionados avances repercuten favorable o desfavorablemente en este tipo de situaciones, siendo innegable que son sumamente favorables todos los avances logrados en la medicina que han permitido resguardar a la población de enfermedades que antes no tenían cura y hoy a través de vacunas o tratamientos cada vez más avanzados son controladas, pero igualmente siguen surgiendo otros virus que desestabilizan ese equilibrio tales como el actual “coronavirus” o anteriormente la “gripe h1n1”.
Aspecto desfavorable que podríamos llegar a asignar a los avances tecnológicos es por ejemplo la gran movilidad a lo largo y ancho de todo el mundo que los medios de transporte permiten a la gente, lo que lleva a que una persona portadora de un virus en pocas horas pueda transportarlo al otro lado del mundo y afectar a poblaciones ubicadas a grandes distancias del foco inicial, hecho que antiguamente no era posible dado la escasez y lentitud de los medios de transporte.
En la historia de nuestra ciudad, son recordadas las epidemias de cólera en los años 1867 - 68, que provocó que el Dr. Serafín Rivas instalara un lazareto en su casaquinta ubicada en donde actualmente funciona la Escuela Nº 46, o la epidemia de viruela en 1884 que obligó la construcción de otro lazareto en la zona del actual “Barrio Artigas”, impulsando todo este tipo de eventos, la construcción de un hospital que finalmente sería inaugurado el 18 de julio de 1894.
Ilustrativo resultará recordar como en 1867 el cólera llegó a Mercedes a través de un pasajero italiano que vino de Buenos Aires (localidad en la que existía el cólera). Esta persona se ocupaba de la venta de estampas, cuadro y artículos de esa especie y llegó a nuestro puerto en el vapor «Chaná» tripulado por el Capitán Nicolás Landi. Al ser atacado por la enfermedad, las autoridades locales determinaron que el pasajero fuera aislado y así es que lo llevan a la isla «Redonda» (frente al Parque Mauá), colocándolo en un bote con algunas ropas y víveres. Lo acompañó Luis «Mulita» Menini, quien estaba preso en la cárcel de nuestra ciudad y el Coronel Máximo Pérez dispuso que lo acompañara y que si salía vivo, recobraría la libertad. A las pocas horas falleció el enfermo y el «Mulita» regresó a la ciudad recobrando la libertad y teniendo la suerte de no contagiarse.
Antes de caer enfermo, el italiano había dado de lavar algunas ropas a una familia Larrosa que vivía en calle Sarandí (hoy 28 de febrero) entre Cerro Largo (hoy F. Sánchez) y Canelones (hoy M. Ferrería), cayendo enfermas las tres personas que la componían y dando inicio a una cruel epidemia.
Ahora bien, no fueron solamente estas dos las epidemias que afectaron a poblaciones de la zona en épocas pretéritas y así veremos cómo en muchas otras ocasiones, el estado uruguayo y en algunos casos la misma ciudad de Mercedes, tomaba medidas de vigilancia sanitaria para prevenir que nuestra población resultara contagiada, simplificando en cierto modo aquellas medidas el hecho de que el mayor medio de transporte de pasajeros y carga era el fluvial.
Ejemplo de ellos es lo sucedido en abril de 1873, cuando a raíz de la fiebre amarilla se impone una cuarentena a Paysandú, por lo que los vapores de la carrera suspenden sus viajes. También en Montevideo aparece este flagelo.
Dado que el puerto era el lugar donde mayor nexo se tenía con el exterior a través de los vapores que llegaban, se decreta su clausura hasta tanto se normalizara la situación de la siguiente manera:
«En la ciudad de Mercedes, a los veinte y un días del mes de abril de 1873, reunida la Junta de Sanidad de este Departamento, compuesta de los abajo firmados, y atentas las alarmantes noticias llegadas de la capital, se resolvió por unanimidad y de acuerdo con las facultades conferidas por el Reglamento de Sanidad, tomar las medidas precaucionales siguientes:
- Incomunicación completa con los pasajeros, vapores y mercancías que por estos vengan por el río de la capital.
- Cuarentena de quince días a todos los buques de vela a datar del día de su salida de Montevideo.
- Fumigación de la correspondencia como así mismo de la carga que trajesen los buques a vela.
- No se recibirá pasajeros por la vía terrestre que no justifiquen con documentos bastantes de autoridades del país, hallarse ausente desde quince días de la Capital.
- Las procedencias del Norte del río Negro quedan sujetas a lo dispuesto en el artículo 4°.
- Los buques que hubiesen cumplido su cuarentena en viaje no comunicarán con tierra sin recibir previamente la visita de sanidad.
- Todo buque que entre al puerto solicitará la visita de sanidad poniendo la bandera nacional a media asta en el palo de trinquete.
- Los infractores de cualquiera de las anteriores disposiciones quedan sujetos a las penas establecidas en el artículo 86 inciso 1° y 2° del Reglamento de Sanidad.
Jacinto Figueroa, José I. Marfetán, Dr. Fernando Hernández, Guillermo A. Almada – Secretario». 1
En el año 1894, en la Argentina se produce una importante epidemia de cólera y fiebre amarilla que provocará la siguiente medida: «Dado el agravamiento de la situación sanitaria principalmente del Rosario de Santa Fe, la medida inicial puesta por nuestro gobierno de 5 días de cuarentena, ha pasado a 8, para aquellas embarcaciones procedentes de Argentina».2
El río Negro evidentemente que era uno de los puntos de ingreso de embarcaciones fundamentalmente argentinas a nuestro país, y así es que se les obligará a realizar una cuarentena previo a tomar contacto con cualquier centro poblado, siendo el punto designado la Boca del Yaguarí, o sea el brazo del río Negro que desemboca en el río Uruguay entre las islas de Lobos y del Vizcaíno. Cabe indicarse que en el delta que se forma en la desembocadura de río Negro existe la llamada “Boca Falsa” (la más ancha pero menos profunda), la “Boca del Yaguarí” (angosta pero la más profunda, siendo históricamente la utilizada hasta el presente por las embarcaciones de calado para ingresar o salir del río Negro) y la “del Vizcaíno, (brazo ubicado entre la isla homónima y costa firme del Departamento de Río Negro, hoy en día obstruido por un puente).
Como queda dicho entonces, la “Boca del Yaguarí” era el punto obligado para que las naves realizaran su cuarentena, rescatando al respecto los siguientes artículos periodísticos:
«Atento a la existencia de algunos casos de fiebre amarilla en Buenos Aires, la Capitanía del puerto resolvió que un empleado de su dependencia vaya en todos los viajes del vapor “Cometa” al Yaguarí, para observar si recibe a bordo algo que traiga la procedencia de Buenos Aires para someterlo antes de llegar a nuestro puerto a una cuarentena de 8 a 10 días». 3
«Atentos a la epidemia de cólera existente en la zona, la Corporación Municipal ha dispuesto mantener vigilados los ríos Uruguay y Negro para impedir que intruso alguno penetre en nuestro departamento. Las autoridades marítimas nos consta que también han establecido su servicio por medio de botes y el vaporcito “Vigía” que de continuo navega el río Negro». 4
«En estos días arribarán a nuestro puerto procedente de Buenos Aires, 6 o 7 buques que hacen actualmente cuarentena en la boca del Yaguarí, los que vienen a cargar fardos de lana en la barraca de los Sres. Lahusen y una cantidad de pipas de cebo del saladero “Mercedes” de los Sres. Escalada y Nebel. La cuarentena es debida al mal estado sanitario de la ciudad de Buenos Aires, donde se han producido varios casos de fiebre amarilla».5
«Con fecha de hoy, el Consejo Nacional de Higiene ha ordenado que sean levantadas en absoluto las cuarentenas para todas las procedencias argentinas. Así mismo pide que se les dé pasaje oficial para Montevideo a los guardas sanitarios que estaban en servicio en el Yaguarí. El Consejo Departamental de Higiene ha dado cumplimiento en el día a lo ordenado».6
Los guardias sanitarios eran quienes otorgaban la patente “limpia” o “sucia” a las embarcaciones, la que determinaba los días de cuarentana que debía realizar y este control era base fundamental para proteger la población, ya que una vez infectada era poco lo que podía hacerse, y en tal sentido, quienes transgredían las disposiciones eran buscados y capturados por las autoridades de la misma manera que se hacía con un delincuente, existiendo incluso en el mismo puerto una pieza destinada a alojar a estos individuos:
«En las primeras horas del 2 del corriente, la Capitanía del Puerto tuvo conocimiento que algunos individuos habían burlando la vigilancia de las autoridades marítimas y pasado el control sanitario establecido en el río Uruguay.
Efectuada la investigación la Capitanía tomó conocimiento exacto de que un individuo llamado Nicanor Romero, había embarcado hacía días en una lancha en el puerto de San Fernando (Buenos Aires) con dirección a Mercedes y se encontraba escondido en los montes de Mauá (actual Parque Mauá). Así fue que la Capitanía dispuso la salida de una falúa en dirección al lugar, enviando también un contingente por tierra. A poco andar, los que iban por tierra encontraron en el monte a Nicanor Romero, prendiéndolo de inmediato y conduciéndolo a la ciudad, donde fue puesto en una piecita que está situada al Este del muelle chico, en completo aislamiento, con 2 centinelas de vista, hasta que se le fumigue para luego interrogarlo. La lancha que sirvió a Romero para venir a ésta ciudad, éste la echó a pique frente a la isla Redonda, quizás con la intención de no ser descubierto. Corresponde aplicarle a Romero el castigo a que se ha hecho acreedor por violador de las disposiciones vigentes». 7
La práctica de la fumigación que se establece en el precedente artículo era también otra de las medidas profilácticas que se aplicaban a las embarcaciones enteras antes de entrar a puerto:
«Entraron en nuestro puerto los vapores “Pólux”, “Cometa” y “Vigía 2º” luego de ser fumigados».8
Si bien hemos mencionado los ríos Negro y Uruguay, corresponde hacer mención al otro gran río que tiene Soriano como lo es el río San Salvador, cuyo puerto en la ciudad de Dolores llegó a tener tanto y hasta más actividad que el puerto de Mercedes, siendo por lo tanto también comprendido dentro de las medidas sanitarias que se imponían:
«En la Boca del Yaguarí, Boca Falsa y San Salvador se ha colocado una embarcación en cada punto para que haga la vigilancia y no permitan la entrada de ningún buque procedente de la Argentina, como medida preventiva contra el cólera. Los buques deberán cumplir respectiva cuarentena, correspondiendo a buques y vapores con pasajeros hacer la cuarentena en la Isla de Flores y los que vengan con carga la cumplieran en la Boca del Yaguarí».9
Muchas más son las anécdotas o situaciones generadas en aquellos años pero creo que son suficientes las ya mencionadas, reseñando solo la siguiente noticia, que fiel al concepto de que las historia se repiten, no debemos pensar que antes los controles eran implacables y al igual que hoy, las dificultades son muchas para tener completamente bajo control estos aspectos tan complicados como lo son los movimientos poblacionales y prácticas sanitarias:
«Que la vigilancia sanitaria establecida por nuestras autoridades no nos garante contra toda probable invasión de la peste bubónica, lo demuestra el siguiente hecho.
El martes a media tarde entró al puerto a velas desplegadas un lanchón en cuyo mástil flameaba el pabellón nacional, a cuya matrícula pertenece.
Fondeó tranquilamente frente al “Muelle del Comercio” y el patrón de la embarcación, José Cherizola, se bajó a tierra y se fue a tomar la copa a una pulpería inmediata.
De pronto se notó cierto extraordinario movimiento en el puerto y todas las miradas se dirigían a “Las Mercedes” que es el nombre de la embarcación a que aludimos. El patrón, de regreso a bordo, desplegaba las velas ya recogidas, levaba anclas y se ponía otra vez en marcha afuera del puerto.
¿Qué había pasado?
Que “Las Mercedes” procedía de las islas argentinas con cargamento de frutas, y apercibido de ello la autoridad marítima la hacía salir sin pérdida de tiempo para que a una conveniente distancia del puerto cumpliese la cuarentena de cinco días que está dispuesta.
“Las Mercedes” había pasado de noche por el Yaguarí, sin ninguna intervención y como el patrón ignoraba las disposiciones sanitarias adoptadas, continuó viaje para nuestro puerto, donde después de descansar un rato en tierra conoció la nueva.
En el puerto y entre los que conocían lo ocurrido, fue objeto de duras críticas la vigilancia establecida en el Yaguarí, la cual como se ve, ha sido burlada con toda facilidad.
Felizmente, la embarcación venía de las islas argentinas, distantes de los sitios afectados, pero el caso se habría producido lo mismo si hubiera procedido de los puertos de Rosario, de Santa Fe o de Buenos Aires».10
Finalizando, debo hacer hincapié en un elemento que resultó fundamental para la salud de la población de Mercedes: el agua del río Negro.
Hasta que se prohibió su consumo, existieron aguateros que la distribuían dentro de la ciudad, siendo sin duda un elemento sumamente nocivo para la salud, recordando la conferencia brindada en 1889 en el Club Progreso por el Dr. Gerónimo Rodríguez Gallego en donde catalogaba como inadmisible que se permitiese el consumo de agua del río por parte de la población, la cual era recogida en la costa frente a Mercedes con toda la carga orgánica que volcaban los saladeros ubicados río arriba y con toda la inmundicia que dejaban las lavanderas al lavar las ropas de los enfermos en las inmediaciones de donde se extraía la misma.
El tema del agua del río Negro es muy amplio, pasando de ser catalogada como curativa y milagrosa, a ser considerada nociva y perjudicial para la salud, por lo tanto invito al lector que le interese ese tema o la historia del Puerto de Mercedes a ingresar en el blog http://sorianofluvial.blogspot.com/ y leer las revistas digitales “Soriano Fluvial” dedicadas exclusivamente a esos aspectos.
Referencias
1 - “La Regeneración”, Mercedes, 24 de abril de 1873
2 - “El Teléfono”, Mercedes, 27 de diciembre de 1894
3 - “La Reforma”, Mercedes, 23 de noviembre de 1883
4 - “La Reforma”, Mercedes, 2 de diciembre de 1886
5 - “El Diario”, Mercedes, 4 de mayo de 1899
6 - “El Diario”, Mercedes, 14 de mayo de 1902
7 - “La Reforma”, Mercedes, 4 de enero de 1887
8 - “La Reforma”, Mercedes, 5 de enero de 1887
9 - “El Teléfono”, Mercedes, 25 de diciembre de 1894
10 - “El Teléfono”, Mercedes, 1 de febrero de 1900
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Muy buen articulo
Excelente la información. Felicitaciones Sr Hurcade
Muy bueno tu artículo Emilio!!!Recordar tales hechos del pasado està muy bueno!Gracias.