La actuación de la delegación uruguaya en los recientes Juegos Olímpicos de Londres puso en un primer plano el tema referido a las ventajas enormes que dan los deportistas de Uruguay cuando deben afrontar competiciones de primer nivel, como sucede a nivel olímpico.
Tras la participación en Londres 2012, la Ministra de Turismo y Deporte, Liliam Kechichian, no ocultó su disconformidad por el rendimiento de la mayor parte de los deportistas uruguayos en esos Juegos Olímpicos.
Kechichian expresó que a pesar del balance positivo en las actuaciones de Alejandro Foglia y Déborah Rodríguez –quienes se destacaron en sus respectivas disciplinas–, el resultado “no es lo que se esperaba”.
La secretaria de Estado señaló que para el gobierno se “cumplió un ciclo” y que “se deberán plantear cosas nuevas”, luego de hacerse una evaluación conjunta con el Comité Olímpico Uruguayo que preside el sorianense Maglione.
“Estamos atrasados mil años”
Las ventajas que dan los deportistas uruguayos, sobre todo por falta de apoyo económico, no es un tema nuevo. Y eso bien lo conoce el sanducero Mario Margaleff, un ex ciclista que cuando tenía 18 años de edad defendió a Uruguay en los Juegos Olímpicos de Munich, en 1972.
Margaleff, radicado desde hace muchos años en la ciudad de Mercedes, donde es un próspero comerciante, contó su experiencia a @gesor.
“Yo estaba jugando una mesa de casín en Paysandú, cuando llegó mi padre y me dijo que me preparara para ir a Montevideo a hacer una prueba para concurrir a la Olimpíada”, recuerda.
“Al principio yo no quería ir, pero mi viejo insistió y me embarcó en un ómnibus de ONDA para la capital”.
Al día siguiente de aquella mesa de casín, Mario Margaleff estaba corriendo en el sur del país, por voluntad de su padre. “Era una prueba de 100 kilómetros contrareloj. Para aquella prueba, Margaleff hizo su calentamiento dentro de un automóvil. “Llegué a Montevideo y de inmediato me llevaron en auto a Las Piedras, para correr la prueba, una contrareloj de 100 kilómetros, así que hice el calentamiento dentro del vehículo”. Margaleff recuerda que mientras corría la contrareloj, recibía desde un auto el aliento del entonces Presidente del Comité Olímpico Uruguayo, Payssé Reyes. Un mes después de aquella prueba, el sanducero estaba compitiendo en los Juegos Olímpicos de Munich, sin ninguna preparación especial. “Ir a una olimpíada y más con 18 años fue una experiencia maravillosa”. “Es algo fabuloso ir a los Juegos Olímpicos”, dice, pero al mismo tiempo se lamenta de las ventajas que por entonces daba y que sigue dando el deporte uruguayo”. “Estamos atrasados mil años”, comenta, refiriéndose a las desventajas de nuestros deportistas en el plano internacional.
Setiembre negro
Aquellos Juegos Olímpicos de Alemania estuvieron marcados por un terrible hecho extraportivo: un atentado terrorista que dejó varios deportistas muertos.
Margaleff fue testigo de aquel trágico acontecimiento. El sanducero estuvo muy cerca de donde se produjo ese hecho conocido como la masacre de Munich. Ocurrió el 5 de setiembre, en pleno desarrollo de los Juegos Olímpicos. Ese día un comando de terroristas palestinos denominado Septiembre Negro tomó como rehenes a once de los veinte integrantes del equipo olímpico de Israel. El ataque condujo finalmente a la muerte de once atletas israelíes, de cinco de los ocho terroristas y de un oficial de la policía alemana. La tragedia sería vista en todo el mundo a través de la televisión.
El grupo de terroristas que cometió el atentado exigía la liberación de 234 palestinos presos en cárceles israelíes y dos más encarcelados en Alemania, así como su traslado seguro a Egipto.
“Nosotros vivíamos en el mismo edificio de apartamentos de los deportistas asesinados”, rememora Margaleff.
Sorprendentemente, la competición olímpica solo se suspendió por un día, el 5 de septiembre, a pesar de que diferentes personalidades pidieron su suspensión. El presidente del Comité Olímpico Internacional, Avery Brundage, y otros miembros del COI decidieron que los terroristas no podían condicionar la celebración de los juegos. Al día siguiente se celebró en el estadio olímpico un memorial por los muertos al que asistieron 80.000 espectadores y 3.000 atletas. Avery Brundage no hizo ninguna referencia a los deportistas asesinados durante su discurso, en que elogiaba la fuerza del movimiento olímpico. Este hecho enojó a los israelíes y a mucha de la gente allí presente.
Como muestra de duelo, durante el acto, la bandera olímpica se izó a media asta junto con la mayoría de las banderas nacionales de los países presentes en los juegos, a excepción de los países árabes, los cuales exigieron que sus enseñas ondeasen en lo alto del mástil. Las naciones árabes de donde eran los terroristas lo veían como una claudicación frente a Israel.
El 5 de septiembre el equipo olímpico israelí anunció que abandonaba Múnich, siendo especialmente protegidos por las fuerzas de seguridad. El equipo egipcio dejó los juegos el 7 de septiembre, temiendo posibles represalias.
A consecuencia de aquella masacre, Uruguay dcidió retirarse de los Juegos Olímpicos, aunque los ciclistas alcanzaron a competir en ruta.
“Ya que estamos acá vamos a correr, nos dijo el técnico nuestro, que era Ildefonso Soler”, evoca Margaleff.
“Con Dumas Rodríguez estuvimos entre los escapados, pero al final nos acalambramos”, agrega, al repasar cómo fue aquella experiencia de competir a nivel olímpico. Además de Margaleff y Dumas Rodríguez, el equipo olímpico de ciclismo de Uruguay en Munich 1972 estaba integrado por Elbio Tardáguila, Jorge Jukich, Mario y Lino Benech.
Una familia olímpica
Mario nos recuerda que, como él, otros dos ciclistas Margaleff llegaron a defender a Uruguay a nivel olímpico: “Mi hermano Miguel estuvo en Montreal 1976 y mi sobrino Agustín en Atenas 2004".
En Montreal, Miguel Margaleff tuvo como compañeros a Carlos Alcántara, Waldemar Pedrazzi, Víctor Hugo González y Washington Díaz, y en Atenas Agustín Margaleff integró la selección olímpica del ciclismo uruguayo junto al sanducero Milton Wynants (medalla de Plata en Sidney 2000).
Mario Marfaleff destaca lo meritorio que es para un deportista uruguayo competir en los Juegos Olímpicos frente a representantes de países que cuentan con infraestructuras adecuadas, con un buen respaldo material y con una organización que incide positivamente en el rendimiento.
“Las diferencias son abismales”, remarca, y agrega que es poco probable que Uruguay pueda lograr medallas si no se comienza a trabajar “en serio, con una planificación diferente”.
Señaló, en cuanto al ciclismo, en particular, que los corredores no pueden pensar en vivir de ese deporte y que muchas veces compiten sin contar con los elementos básicos necesarios para lograr su mejor rendimiento: "el ciclismo nunca dio".
Nota: Mario Margaleff se radicó en la ciudad de Mercedes cuando llegó desde su Paysandú natal para formar parte del poderoso Club Ciclista Joselín, al igual que sus hermanos Miguel y Tomás.