22 de December del 2013 a las 23:28 -
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El famoso “gol de la colgada”
Una historia que tuvo como principal protagonista a un sorianense.

(Por Enrique Lécaille) Hacia fines de 1931 un joven mercedario había llegado a Montevideo con el propósito de solucionar un problema laboral. Era funcionario del Ministerio de Salud Pública pero además practicaba fútbol, en el Club Peñarol de su ciudad natal. Se llamaba Pedro Young y con seguridad no sospechaba que aquella presencia en la Capital del país cambiaría su vida de manera radical. 

 

Una prueba contundente

Estando Pedro Young en Montevideo para solucionar ese problema de trabajo, tuvo la ocasión de demostrar sus condiciones de futbolista durante una práctica del Central Fútbol Club (hoy Central Español, cuna de grandes exponentes del balompié uruguayo, institución que tomó su nombre del Cementerio Central, ubicado en el Barrio Palermo, a unos pasos del Río de la Plata).

No pasó mucho tiempo sin que le ofrecieran quedarse en la Capital y defender a Central. Cuentan que el mismo día que realizó su primera práctica, el dirigente centralófilo Alberto Caballero lo presentó en la sede de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) para registrar su pase a Central. Incluso se había acordado pagarle un premio de $ 2.50. Todo estaba encaminado para que el delantero mercedario defendiera a la entidad palermitana. Pero cuando parecía que estaba todo resuelto para que así sucediera, desde Mercedes hicieron saber la aspiración de que Young siguiera vistiendo los colores amarillo y negro, como lo hacía en su ciudad. Ante esa situación, el jugador debió volver a la AUF para renunciar a su pase a Central y a cambio de ello incorporarse a Peñarol, aprovechando la llegada del nuevo régimen profesional (había campeonatos pero a nivel amateur). Era el inicio de una carrera brillante como goleador.

 

La Escoba de 15

Durante la temporada de 1932, el delantero no pudo mostrar todo su potencial. Una lesión en uno de sus tobillos lo mantuvo al margen de las canchas. Eso retrasó su adaptación al fútbol montevideano. Sin embargo, su debut haría historia: Peñarol le hizo seis goles a Defensor. En el partido preliminar, la “Reserva” de los aurinegros le había marcado nueve anotaciones a los violetas. De ahí que al debut de Young se le recuerde como “el partido de la escoba de 15”, en alusión al juego de cartas que consiste en hacer bazas o conjuntos de naipes que sumen 15 puntos. 

 

Un invicto que cae y el grito de Nasazzi

Tras el debut ante Defensor, la fama del ariete mercedario seguía aumentando. Pero nada lo situaría más en la cumbre de la ola que el gol que marcaría en el en el clásico contra Nacional, el 13 de agosto de 1933.

A poco de iniciarse el encuentro (el clásico 137 del fútbol uruguayo), Peñarol sufrió una baja importante, la del lateral izquierdo Galileo Chanes, fracturado a los ocho minutos ante una fuerte entrada de Arsenio Fernández (Chanes terminó internado en el Hospital Italiano).

Unos minutos después, a los 14 de ese Primer Tiempo, contra el arco de Nacional que defendía el invicto Eduardo García, Young disputó la pelota con un adversario y la misma le quedó a Juan Pelegrín Anselmo (otro jugador histórico de la selección celeste). Pelegrín Anselmo se la devolvió al mercedario. A un lado estaba nada menos que el Capitán de Nacional, el zaguero José Nasazzi, el legendario capitán de la selección uruguaya en los Juegos Olímpicos de Amsterdam y Colombes y del Primer Mundial, disputado en Uruguay (1930). Poco le importó eso al jugador sorianense, quien con toda su fuerza goleadora ejecutó un disparo letal, a media altura, contra el parante derecho de la valla defendida por García, que de esa forma perdía un largo invicto de 922 minutos. Pero tras aquel derechazo inatajable, súbitamente se produjo un suspenso estremecedor en medio del clásico: el balón había desaparecido del mítico Estadio Centenario. ¿Qué había ocurrido? ¿La pelota se había ido afuera? ¿Se había roto la red? Fue uno de los mayores silencios registrados en la rica historia del fútbol uruguayo. Unos instantes después se pudo comprobar que la pelota estaba dentro del arco, pero atrapada contra uno de los soportes de la red. En otras palabras, la pelota había quedado colgada. Cuando la hinchada de Peñarol tomó conciencia de lo que había sucedido, estalló en alegría. García intentó incorporarse y retirar el balón de su valla vulnerada, pero entonces se escuchó la irrefutable orden de Nasazzi: “No la saqués”. El zaguero seguramente buscaca evitar que los rporteros gráficos registraran para la posteridad ese instante de humillación. Fueron unos instantes eternos para Nacional, mientras se aguardaba la reanudación del juego. Nadie se atrevió a desconocer la orden del Capitán. Pero entre quienes estaban detrás del arco tricolor, el comisario de servicio tuvo un gesto caritativo en bien del espectáculo (ya había fuerza policial en los clásicos para vigilar cualquier desmán). El efectivo policial, de apellido Talera, dio unos pasos, estiró el brazo y empujó el balón con la vaina de su sable, hasta hacerlo caer, para que el cotejo pudiera continuar. Desde entonces aquel partido se conoce como el clásico del “gol de la colgada”. 

Young, a quien apodadaban "Tigre", ha quedado por siempre en la historia por ese gol, entre otros méritos. Ese año además fue el máximo goleador del Campeonato Uruguayo. Pero el delantero no fue el único sorianense que estaba aquella tarde en el gramado del Centenario: en la formación de Nacional se encontraba el doloreño Miguel Andriolo, que unos años después sería campeón mundial defendiendo a la selección de Italia, en 1938.

 

 

 

 

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