Un juego en el que los dos tenían como premisa conseguir unidade para mejorar el puntaje de base para la próxima temporada ya que en esta estaban salvados del descenso y no tenían posibilidades arriba.
El encuentro mostró lo mejor en el segundo tiempo ya que la primera parte terminó 0 a 0 y con un trámite discreto que entusiasmó a los estoicos y pocos espectadores que buscaban la mínima sombra para guarecerse de los rayos solares.
Tras esa primera mitad discreta el segundo si bien no mostró buen fútbol, salvo cuando se juntaron los habilidosos capilleros en ataque ehicieron de las suyas, tuvo sí laemoción de los goles, con Juventud siendo protagonista siempre y Sandú desde atrás arrimando, consiguiendo el empate, lo hizo en dos ocasiones pero en el final con un libre de Balao muy bien tirado y que el arquero sanduceroni los defensas pudieron evitar se metiera junto al caño izquierdo cuando terminaba el juego.
Los goles salvaron el partido y esos encuentro ofensivos de Reina, Muslera, César Rosso y Martínez, como en ese golazo de Martínez.
Estadio "Anito Moranti". Jueces: Manuel Santos, José Sierra, Gabriel Rivarola.
JUVENTUD SORIANO (3): Diego Razquin, Néstor Peralta, Sebastián Peralta, Leandro Gauthier, Félix Balao, Julio Rosso, Hugo Reina (82' Sebastián Clausen), Julio Martínez (exp. 89'), Richard Finochio (exp. 87'), Jonathan Muslera (77' Maicol Gianechini), César Rosso (69' Nicolás Siniestro). DT. Walter Martínez.
GOLES: 53' Sebastián Peralta, 62' Julio Martínez, 89' Féxlix Balao de tiro libre.
SANDU CHICO (2): Pablo Bacciarini (71' Ignacio Olivera), Marcelo Núñez (63' Manuel Salvat), Marcelo Prestes, Fernando Benedetti, Gonzalo Aboal (77' Maicol Poveda), Carlos Zapaccini, Fernando López (expulsado al finalizar el partido), Juan Espinosa, Alain Battó, Daniel Antúnez, Juan Martín Rosales. DT. Fabio Castromán.
GOLES: 60' Alain Battó de tiro libre, 84' Juan Martín Rosales de cabeza.
Fotografía: primer gol de Juventud Soriano a cargo de Sebastián Peralta tras córner desde la izquierda y tocar el balón en el camino sorprendiendo a Bacciarini