14 de October del 2025 a las 10:01 -
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María Corina Machado
El Premio Nobel de la Paz 2025 no dejó a nadie indiferente. Para algunos, fue una sorpresa; para otros, injustificado.

(escribe prof. Alejandro Carreño T. ) Debo confesar que para mí también fue una sorpresa, aunque de ninguna manera injustificado. Quienes hallaron que el Nobel otorgado a María Corina Machado no tiene asidero ninguno son los incondicionales del régimen dictatorial de Nicolás Maduro, partidarios de un sistema totalitario que haga del Estado el patrón de fundo del pueblo. Algunas opiniones al respecto son simplemente delirantes.

Por ejemplo, la de Daniel Quintero, excalde de Medellín y candidato presidencial: “El Premio Nobel se lo merecía Petro por su lucha mundial contra el genocidio en Gaza y sus esfuerzos por la paz en Colombia”. Precisamente Petro, el artífice de un ejército planetario para combatir a los depredadores del planeta. No sé, en realidad, si “delirante” es el mejor calificativo para definir a Quintero. Pero es el más decente para una columna. Otros, como TeleSUR, definieron el Premio Nobel a Machado como “decadencia moral” del certamen.

Y TeleSUR ahondó en su crítica: “Nada más distante de la realidad que conceder este lauro a María Corina Machado, ultraderechista venezolana que intentó sin éxito llegar al poder por vías no institucionales, luego de una trayectoria marcada por sus acciones golpistas, gestas desestabilizadoras y exhortaciones a intervención militar, específicamente del gobierno de Estados Unidos. De golpista a Premio Nobel. ¡Qué ironía!”, condenando enérgicamente el Premio a una “ultraderechista y golpista”.

¿Qué otra cosa podía decir TeleSUR, fundada bajo la dictadura de Hugo Chávez? En Chile, el presidente del Partido Comunista, Lautaro Carmona, señaló que se trató de un “premio político”. Al parecer su candidata era la sueca Greta Thunberg: “Pensaba yo en esta muchacha sueca que ha hecho tanto, que ha expuesto su vida tratando de tocar la campana de la humanidad respecto a lo que es el genocidio en Palestina”. Evidentemente, para él, este premio no sería político. En fin. La realidad se comprende según el cristal con que se mire.

En las primeras líneas comentaba que a mí también me había sorprendido que el premio fuese otorgado a María Corina Machado, no porque no lo mereciese, sino porque surge de repente, porque se estila que estos premios tienen, por decirlo de alguna manera, un tiempo de maduración que comienza con la postulación del candidato por alguna entidad que la presenta a la Academia. Tal vez ese “Oh, my God”, con que reacciona cuando el secretario de la Academia le dice que ha recibido tan importante galardón, sea la más auténtica reacción de quien no se esperaba tan alta distinción.

Y fue un grupo de destacadas figuras chilenas el que postuló a María Corina. Una idea que nace del académico y escritor José Rodríguez Elizondo, relata María Alicia Ruiz-Tagle, redactora de la carta que postulaba a la líder venezolana. Entre quienes respaldaron la proposición se encontraban exembajadores, premios nacionales, el exrector de la Universidad Católica Ignacio Sánchez, el expresidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle. La respuesta llegó el 21 de diciembre pasado. Oficialmente la candidatura de María Corina Machado estaba aceptada y no podrían hablar ninguna palabra más del tema hasta octubre.

Lo cierto es que este Premio Nobel de la Paz representa la lucha, el valor y la fuerza de una mujer que, aun en la clandestinidad, clama por los derechos humanos, por la paz y por la democracia de su país. Venezuela es el símbolo de cómo un régimen espurio ha convertido a millones de personas en verdaderos en mendicantes en su propio país, y a otros siete millones de venezolanos mendicantes ilegales, en su mayoría, que provocan serios problemas políticos, sociales, económicos y culturales a los países que ingresan clandestinamente, como Chile, por ejemplo.

Marina Corina Machado es el símbolo de quienes desean vivir en un mundo menos violento y más justo, bajo las banderas de la libertad y la democracia, y en el que los regímenes dictatoriales no debieran tener cabida ni menos reconocimiento.

 

 

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