04 de October del 2025 a las 11:01 -
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Venezuela huele a  Navidad
El miércoles primero de octubre, el gobierno venezolano dio inicio a las festividades navideñas en la Plaza Bolívar de Caracas.

(escribe  prof. Alejandro Carreño T) Acto que el chavismo, en la cúspide de su exacerbado delirio llamó “al derecho a la felicidad del pueblo”. Cuando el poder sin contrapeso se encuentra en manos de un charlatán (América Latina se ha caracterizado a lo largo de su historia por tener este tipo de gobernantes, lo que ustedes fácilmente pueden verificar leyendo el discurso de Gabriel García Márquez en la ceremonia de Premio Nobel de Literatura), y mirando la realidad que nos acompaña, nada debiera sorprendernos.

Somos un verdadero depósito de gobernantes chalados. El problema es que estos gobernantes chalados no tienen un pelo de chalados a la hora de ser corruptos. Para muestra, algunas joyas representativas: Manuel Estrada Cabrera, guatemalteco, (1898-1920), inmortalizado por el Nobel de Literatura en su clásica novela “El Señor Presidente”; Abdalá Bucaram, ecuatoriano (seis meses en el poder acusado de debilidad mental) y Alfredo Stroessner , paraguayo (1954-1968). Hoy, el Presidente Boric le hace reverencias a una silla vacía, se lustra los zapatos en pleno acto protocolar y vive subiéndose el cierre del pantalón.

Otro usa un “pajarito” de intermediario para comunicarse con un muerto, y tiene historietas cómicas donde aparece con súper poderes. Este es Nicolás Maduro, que acaba de declarar que Venezuela “huele a Navidad”. Declaración que trasciende los límites de la hilaridad y se adentra en el complejo mundo de la insensatez. Porque, en cuanto este pueblo “disfruta de su derecho a la felicidad”, este mismo pueblo transformado en milicianos por obra y gracia del poder omnímodo y grotesco, se prepara para la guerra con los Estados Unidos.

Son milicianos, cuyas imágenes desgarradoras por lo grotescamente trágico que representan, provocan más lástima que dolor. La “marcha”, se supone, de ancianos obesos y lisiados venezolanos, representan la sátira más humillante del ser humano enfrentado a su destino impuesto por la manía de un loco. ¿Olerán estos milicianos la Navidad o serán felices con esta “demostración” de amor a su patria obligados por un personaje francamente perturbado? Venezuela huele a cualquier cosa, menos a Navidad que simboliza la paz y el amor entre los hombres. ¿Cómo puede oler a Navidad un país destruido por la ambición de un loco?

Venezuela huele a miseria, a desesperanza, a millones y millones de exiliados esparramados por el mundo, arrancando de esta falsa tierra prometida. Huele a despotismo, a sometimiento. A la negación de soñar.

A esta contradicción espeluznante entre libertad y esclavitud huele Venezuela.

¡No a Navidad!

 

 

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