
(escribe prof. Alejandro Carreño T. ) Así que el Presidente estuvo en familia, incluyendo a su invitada especial, Michelle Bachelet. Fiel a su estilo, utilizó un lenguaje florido que suena bonito, pero que no dice mucho. Y lo acompañó con sus clásicos gestos (dedo índice siempre en ristre), síntoma de que viene una acusación.
Su víctima preferida ahora fue Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel. “No quiero ver a Netanyahu destrozado por un misil junto a su familia. Quiero ver a Netanyahu y los responsables del genocidio al pueblo palestino enfrentados a un tribunal de justicia internacional”. Una opinión respetable con la cual se puede o no estar de acuerdo. Pero un presidente que usa los micrófonos de la ONU, aunque esté desprestigiada y le hable a una sala vacía, no debe hacer, en mi opinión, la vista gorda al origen del conflicto.
Sábado 7 de octubre de 2023. Ese día, mientras los israelíes celebraban la festividad de “Simjat Torá”, grupos armados de milicianos palestinos, principalmente de Hamás y de la Yihad Islámica Palestina, asesinaron a 695 civiles (36 menores de edad), 71 civiles extranjeros y 373 uniformados entre soldados y policías. Además, tomaron 251 rehenes. Este fue el saldo de la operación “Inundación de Al-Aqsa”. (fuente Wikipedia). El Presidente Boric, para honrar su investidura presidencial, aunque no al país que representa, puesto que más del 60 % de la población lo rechaza, debió, por lo menos, mencionar este hecho.
No se trata de empatar. La guerra no es un juego. Sino de transparentar una realidad que parece que fue olvidada al cumplirse dos años del genocidio que la inició. Pero así funciona el Presidente Boric. Netanyahu no es el único acusado ni señalado por el dedo incriminador. También lo ha sido Donald Trump y Sebastián Piñera, al que amenazó con llevarlo a la justicia si llegaba a ser presidente: “El señor Piñera está avisado, se le va a perseguir por las graves violaciones de los derechos humanos”. Años después, dijo que Piñera era un demócrata. Pero no se confunda. Así es Boric. Por eso, además de “Merluzo”, su clásico apodo puesto por la prensa española, en Chile lo conocemos también como el “Volteretas”.
Volteretas más, volteretas menos, hubo un episodio del consabido discurso en la ONU, que a este columnista lo trajo a Santiago de Chile y, por extensión, a una realidad dolorosa, dramática e incomprensible vivida por el país durante meses. Hablaba de Gaza, claro: “Uno de los problemas que enfrentamos como humanidad es que muchas veces el dolor engendra odio, pero debemos enfrentarlo […], transformar las ansias de odiar en deseos de justicia. No hacer ninguna concesión a la violencia”. Una verdadera cátedra de moral política. La reivindicación del Sermón de la montaña en formato político.
Recordé cómo, hace apenas seis años, en Chile, él y los suyos hicieron de la violencia, y no de los deseos de hacer justicia, toda una apología de lo irracional y de lo bárbaro, con el único propósito de derrocar la democracia y sus instituciones. Quemaron Chile. Lo saquearon. Lo robaron. “No hacer ninguna concesión a la violencia”, cuando lo único que hicieron fue levantarle un monumento a la violencia. Escucharlo con el desparpajo con que dicta cátedra de moral, aun a sillas vacías, se comprende que solo puede hacerlo a miles de kilómetros de su país. ¡Unforgiven, Presidente!
Con todo, la guinda de la torta a su Sermón de la montaña en formato político, se la puso al anuncio de Michelle Bachelet como candidata al cargo de Secretaria General de la ONU. Nuevamente este columnista fue traído a Chile: julio de 2022. Postulación al cargo de Ministro de la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ). El gobierno se niega a apoyar la candidatura de Claudio Grossman Guiloff, jurista cuya trayectoria reconocida internacionalmente y que había defendido a Chile en su litigio con Bolivia, lo hacía merecedor a tan honrosa postulación. Pero, claro, es judío.
Por cierto, las razones dadas por el gobierno de Boric fueron otras que, a la luz de la postulación de Michelle Bachelet, resultan mentirosas y desnudan el alma turbia del Presidente obnubilado por razones ideológicas y racistas. Dijo que “una elección tan importante requiere planificación anticipada, disposición de votos, recursos presupuestarios y estrategia de campaña, el Ministerio de Relaciones Exteriores lamentablemente no está en condiciones de postular esta candidatura para el proceso eleccionario en curso”. Tomé la declaración de hace tres años y la coloqué al lado del Presidente Boric en la ONU:
Primero, no hubo ninguna planificación anticipada. No lo conversó con nadie. Una medida que compromete a Chile y cuya decisión final ni siquiera pasa por él, sino que será del próximo presidente. Una falta de respeto para el gobierno entrante. Es cierto que la ONU, hoy completamente desprestigiada por moros y cristianos, no tiene la importancia de la Corte Internacional de La Haya, pero continúa siendo ONU. De cualquier forma, el mito Bachelet ha comenzado a deteriorarse. La gente hoy tiene más conciencia de lo que significó en todos los aspectos su paso por La Moneda, sobre todo el segundo mandato.
El mito “Bachelet” como el mito “Allende” ha comenzado su proceso de desmitificación. Se aliviana la decisión del próximo presidente, de este peso político para Chile. Boric lo sabe, pero quiso marcar su último Sermón de la montaña jodiendo al país hasta el final.
Bueno, en realidad, es lo único que ha hecho desde que asumió el 11 de marzo de 2022.