La trascendencia que el deporte tiene en Soriano es proverbial. Hay una tradición deportiva que está fuera de toda discusión. En el departamento se practican las más variadas disciplinas, y en varias de ellas Soriano ha tenido y tiene destacados exponentes a nivel nacional e internacional. De aquí han surgido futbolistas que en mayor o menor medida se ganaron un nombre en el profesionalismo, a nivel de clubes o de la selección uruguaya, como el goleador Pedro “Tigre” Young, Ruben Cabrera, Ildo Maneiro, Roberto Matosas, Santiago Ostolaza, Julio César “Pajarito” Núñez, William Castro, Jacinto Cabrera, William Gutiérrez u Omar Pouso. En básquetbol se podría citar a Luis Koster (del que @gesor se ocupó de manera especial en la anterior entrega de esta serie sobre sorianenses olímpicos, por su participación en los Juegos de 1964), Jorge Sáez, German Haller, Álvaro Belén o Gustavo Barrera en la actualidad. En ciclismo sobresalen los nombres de Leonel Rocca, Abel Vera, Ruben y Raúl Etchebarne y José Maneiro, entre muchísimos otros exitosos corredores. Y así podríamos hacer con varios deportes. Si nos referimos al remo, por ejemplo, también podríamos elaborar una extensa lista de deportistas que se destacaron, entre ellos el doloreño Juan A. Rodríguez (aunque no se forjara deportivamente en Soriano), medalla de bronce en doble en los Juegos Olímpicos de 1948 y de 1952, y el campeón panamericano Jesús Posse (foto), dos veces representante olímpico (en Seúl y Barcelona).
El caso de Juan A. Rodríguez es poco conocido en Soriano, incluso en Dolores, su ciudad natal. A los 3 años fue llevado por su familia a vivir a Mercedes y a los 5 a Paysandú.
Otro caso de un doloreño que compitió a nivel olímpico es el de Darwin Correa, en canotaje, quien participó de los Juegos de Australia.
El impacto de Seúl
Así como en 1964 el basquetbolista mercedario Luis Koster vivió con apenas 22 años de edad una experiencia imborrable en Japón, así otro sorianense, el remero Jesús Posse, tuvo varios años más tarde la oportunidad de vivir una experiencia extraordinaria en otro país de Oriente, en Korea, a la misma edad que tenía Koster cuando compitió en los Juegos Olímpicos de Tokio, pero con un honor adicional: ser el abanderado de la delegación uruguaya. “Es lo más grande que me ha pasado”, nos dice, al rememorar aquella presencia en 1988, un año después de haberse coronado campeón panamericano.
“Ser abanderado significó un honor muy grande, pero al mismo tiempo fue un desgaste”. “El deportista necesita estar concentrado en lo suyo, que es competir”, nos comenta, al explicarnos que discrepa que se someta a los deportistas a una presión extra durante la inauguración de los Juegos, como le sucedió a él en el Estadio Olímpico de Seúl. “Eso va un poco contra el plan de trabajo”.
De todas formas, Posse sostiene que aquella vivencia de llevar el pabellón patrio ante miles de espectadores fue la experiencia más maravillosa que le sucediera como deportista. “Es algo único”, remarca.
A propósito de esa vivencia de Posse en el país asiático, viene al caso señalar que en el historial olímpico de Uruguay el remo es el deporte con mayor cantidad de abanderados: cuatro (Guillermo Douglas en 1932, Luis Aguiar en 1960, Jesús Posee en 1988 y en los presentes Juegos Olímpicos el coloniense Rodolfo Collazo.
En aquellos Juegos Olímpicos de Seúl el remero mercedario estuvo muy cerca de clasificar a la final. Terminó en un muy meritorio puesto 11, así que desde ese punto de vista la olimpíada fue positiva para él.
Posse recuerda lo numerosa que era aquella delegación uruguaya. “Antes no había un límite de integrantes, no había que clasificar, el Comité Olímpico no imponía determinadas marcas, bastaba con tener cierto destaque en tu disciplina e ibas a los Juegos Olímpicos”.
Además de Posse, había otros litoraleños destacados en el grupo de deportistas uruguayos: el ciclista salteño Federico Moreira y el nadador sanducero Carlos Scanavino, que por entonces ya se había radicado en Maldonado y que llegó a Seúl con el antecedente de haber estado en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. También estaba la floridense Claudia Acerenza, que repetiría su experiencia olímpica en Atlanta. Otro conocido de la aficición deportiva que participó de aquellos Juegos Olímpicos de 1988 fue el ciclista trinitario José Asconegui.
Los Juegos Olímpicos de Seúl 88 se destacaron por ser los juegos en los cuales volvieron a estar frente a frente Estados Unidos y la Unión Soviética, después de los boicots dispuestos por los gobiernos de ambos países en Moscú 1980 y en Los Ángeles 1984.
Un pequeño tigre llamado Hodori fue la mascota de aquellas olimpiadas, como también lo evoca Posse.
Barcelona 92, un entorno inadecuado
Los Juegos de Seúl le dejaron a Posse el sabor de aquel debut olímpico en condición de abanderado y una meritoria actuación ante representantes de países que son verdaderas potencia en remo. La experiencia de Barcelona 92, en cambio, está grabada en su memoria con un sabor diferente. Según el remero, hubo un clima adverso a su alrededor y que influyó para que no se lograra un buen resultado como en Corea. “El entorno no era el adecuado”, dice, admitiendo que el mal relacionamiento con el técnico pesó también en su rendimiento.
Como en Seúl, uno de los compañeros que tuvo Posse en la delegación uruguaya fue el salteño Federico Moreira. Integraban también el grupo celeste el maratonista rionegrense Nelson Zamora y el nadador Gustavo Gorriarán.
Posse dice que tiene grabadas nítidamente en su memoria los principales detalles de la ceremonia inaugural en la que participaron entre otros la soprano Montserrat Caballé (quien grabó en 1988 la canción Barcelona junto al fallecido Freddie Mercury), y los tenores José Carreras, Plácido Domingo y Alfredo Kraus.
La mayoría de las actividades deportivas tuvieron lugar en instalaciones de Barcelona capital y su provincia, aunque otras provincias de la comunidad autónoma catalana, como Gerona (remo en el Lago de Bañolas) también fueron escenario de competencias olímpicas (el remo, por ejemplo, se desarrolló en el Lago de Bañolas, en cuyo entorno estaba la villa olímpica destinada exclusivamente a los remeros, como lo recuerda Posse. Por su parte las ciudades de Zaragoza (en el Estadio de La Romareda) y Valencia (en el Estadio de Mestalla) acogieron partidos de fútbol. Jesús Posse dice, al respecto, que al haberse instalado en Bañolas una villa olímpica exclusiva para el remo, durante su participación en Barcelona 92 tuvo la sensación de estar en un mundial y no en unos juegos olímpicos.
En la actualidad, Posse vuelca su experiencia olímpica dirigiendo al plantel del Club de Remeros Mercedes, donde se forjó en el deporte con el cual le diera enormes alegrías a los uruguayos y en particular a los sorianenses.-