
Nos habíamos acostado a las 7.30 horas de la mañana, tras la cobertura completa del Carnaval y nos costó conciliar el sueño a esa hora, sabiendo que podíamos y debíamos descansar varias horas ya que no teníamos obligaciones acordadas este domingo y los compañeros cubrían las demás. Estábamos dormidos cuando nuestra hija Sabrina, se acerca al oído y nos despierta diciendo "Papá, me dijeron que te avisara que murió Zoilo", dormido aun no reaccionaba, ¿¡qué decís!? le expresamos entre confundidos y sorprendidos. Le repregunté y me confimó, "qué murió Zoilo...".
Y de inmediato como ocurre cuando un ser querido se va o lo dejamos de ver, comenzaron a venir a nuestra memoria recuerdos de años juntos en las más diversas coberturas periodísticas como compañeros y algo más, en que el tiempo juntos nos había convertido, en cierto modo tanto de un lado como del otro, nos sentíamos familia porque compartíamos muchos valores en ese sentido, además de los laborales.
Se nos hace muy difícil escribir sobre lo que para la gran mayoría de la población era ZOVIC, el seudónimo que lo identificó durante décadas en el Diario ACCIÓN y desde hace años también tuvo sus participaciones por el interés en todo lo que sucedía y de querer aportar su mirada en las más diversas temáticas, aunque con predominancia el deporte, pero también un apasionado del cooperativismo, más allá de su jubilación siempre se siguió sintiendo un trabajador papelero, y aunque tuviera que escribir sobre fútbol y básquetbol, sus pasiones por los equipos del "Bajo", su barrio querido, Con Los Mismos Colores y Esparta, nunca le nublaron la razón para decir lo que debía, en un comentario, pero a la hora de colaborar el club era el primero. Su amor y recuerdo imborrable por el recordado El Puente, el equipo del baby fútbol, que tuvo el placer de dirigir y que con tanto orgullo decía "ese lo tuve en El Puente", cuando "sonaba" algún crack mercedario que había pasado por su conducción en la niñez y que fueron varios los que llegaron al profesionalismo.
Zoilo Viera Castro (de allí provenía el ZOVIC) fue un hijo ejemplar, un hermano muy preocupado por los suyos, un esposo compañero que tuvo la dicha de encontrar para vivir a pleno la vida a una enorme mujer como Mirta Correa, con quien crearon una familia extraordinaria, moldeada en los valores que ellos habían heredados y que trasladaron a sus hijos, orgullo del que siempre hablába Zoilo: Elbio, Marianela, Melina, Enzo, porque nos identificó siempre a ambos el amor por la familia, el dar todo por los nuestros. Pero también tender la mano por el prójimo como algo natural, siempre estaba presente en nuestras charlas de café (que nos preparaba nuestra señora sabiendo que llegábamos de la cancha) y tortas fritas (que comprábamos en la cancha a veces él a veces nosotros) a escondidas de Mirta por la dieta, después de cada partido en el que nos juntábamos en casa para que le tomáramos el comentario de los partidos que él había tenido que cubrir para el Diario.
Y la etapa del disfrute llegó con los nietos, primero con los hijos de Melina, que durnate algunos años los tuvo a la distancia, pero luego volvieron a casa y él consiguió paz espiritual y disfrute de esos gurises que adoran a sus abuelos y ya más acá el nene de Marianela, que lo volvía "loco" de alegría y de todo lo que podía enseñarle y "malcriarlo" como le gustaba decir a Zoilo, porque para educarlo estaban los padres.
Para Zoilo la familia siempre era lo primero, por lo cual dar todo el esfuerzo, aun los hijos estuvieran ya crecidos, como pasa con quienes nos criamos en otros tiempos, siguen siendo los "nenes" y las "nenas" de papá y mamá, siempre atento a lo que pudieran necesitar, aunque los gurises y las gurisas lo "retaran" por preocuparse tanto.
Uff, qué difícil se hace escribir periodísticamente, por eso hemos elegido contar cosas del Zoilo que conocimos y con el convivimos durante casi 30 años, 23 de ellos como compañeros de trabajo y allí hasta último momento lo vimos ir a cubrir el básquetbol acompañado de su bastón, no importaban recomendaciones, sugerencias, para que se cuidara, él tenía que estar al firme y muchas veces comerse parte de las madrugadas en los últimos años, cuando la computadora se le había roto en la casa o era vieja, y a su vez se le complicaba escribir, en el caso nuestro fueron años esperándolo que llegara de la cobertura que había ido para tomarle el comentario y él aguardando su turno, en otras era al revés él terminaba antes con el dictado y nos esperaba a nosotros para volver al "rancho" juntos, ya en la madrugada, en una época lo hacíamos caminando desde el Diario hasta el barrio Köster y nos acompañaba Mauricio con su bicicleta en la mano; con el pasar del tiempo y algunas nanas y temas de seguridad que le preocupaban al ser madrugada ya, era el taxi la herramienta utilizada para el regreso a casa, casi siempre con la misma gente.
El paso de los años, y la biología nos fue mermando en el contacto, a él se le trató de bajar la carga que él mismo se imponía, y en nuestro caso cuando algunas "nanas", nos bajaron algo el ritmo durante un tiempo.
Y allí algunos cumplimos determinadas etapas en la vida, tomamos otros caminos y cuando bajábamos o subíamos por calle Herrero y Espinosa, luego de ir a hacer alguna cobertura a la sede judicial, sabíamos que por lo general él estaba sentado en el sillón con la tele prendida allí en living, informándose o compartiendo algún dibujito con el nieto, a veces en el frente de la casa con el nene jugando y aunque no lo viéramos por el reflejo del sol en el vidrio, siempre levantábamos la mano por si estaba él y Mirta, a veces era él el que "primereaba" con el grito de nuestro nombre.
Hoy sentiremos también ese vacío que de alguna manera nos siguió uniendo, como también lo hizo hasta no hace mucho, cada inauguración de las cooperativas de viviendas por ayuda mutua, en la que era de los primeros en llegar a saludar a las familias que habían alcanzado el techo con sus propias manos, como lo hizo él, fundador de Covianalpa I.
Hoy nos toca despedirlo físicamente, jamás -mientras tengamos vida- Zoilo dejará de estar presente en cada una de nuestras acciones tanto en lo periodístico como en lo humano, porque siempre ha sido así desde que nos conocimos y porque más allá de la distancia física, hay algo que no nos separa es el apego a determinados valores y el compromiso con la vida, con los nuestros y con los que más necesitan. Ni siquiera me da para decirte chau Zoilo, seguirás estando presente, ¡siempre! en aquellos que tuvimos la dicha de compartir tantos años y momentos de tu existir y aprender de un ser humano como vos.
Acompañaremos a Mirta esa mujer hecha a la medida para Zoilo, porque quienes abrazamos esta profesión, nada podríamos hacer y ser, sin una mujer que nos acompañe en el día a día durante tantos años y que en silencio sufra los avatares de una tarea que es hermosa, pero que tiene muchos sinsabores, pero que abrazamos con amor y que sin las mujeres como Mirta no sería posible llevar adelante.
A sus hijos también los abrazamos en estos momentos porque sabemos que el "viejo rezongón" les ha dejado un legado tremendo por el cual caminar en la vida y ellos lo hicieron sentir orgulloso.
Seguramente te reunirás para seguir discutiendo sobre fútbol y el deporte en general con el Zurdo (Bautista) Cresci, con el Negro (Ruben) Aunchayna, con el Nene (Juan Carlos) Iannandrea, con Jebano (Jesús Balseiro Nolé), con Tito (Washington) Ultra, con Martín Herrero, con Alfredo (Charo) Sáez, entre otros que partieron antes...
Juan, tu compañero