
(escribe prof. Alejandro Carreno T.) ¿Qué te pasó Milei? Es la pregunta que el propio Milei debe estar haciéndose luego del escándalo de la criptomoneda. Una inversión económica que, al cabo de algunas horas, resultó ser una gran estafa para miles de argentinos que creyeron en el apoyo que su presidente le dio a través de las redes sociales. Las redes sociales, aliadas permanentes del Presidente argentino, fueron ahora las que sirvieron de canal para la promoción del engaño, que provocó millonarias pérdidas a sus compatriotas en un hecho inédito en la política argentina.
Si hasta Cristina Fernández, la expresidenta, enfrentada a varios juicios por corrupción, barrió el piso con Javier Milei: “Miles confiaron en vos, compraron caro y en cuestión de horas perdieron millones, mientras unos pocos (me juego la cabeza que todos libertarios) hicieron fortunas con información privilegiada. Milei… ¡Vos mismo OPERASTE COMO EL GANCHO DE UNA ESTAFA DIGITAL! ¿Cómo saldrá de este bochorno el Presidente, que siempre ha mostrado arrogancia, decisión y firmeza en sus actos? No saldrá. El daño causado es irreparable.
Y la manera irresponsable, estúpida en realidad, con que incitó a los argentinos a invertir su dinero que en horas perdieron sin comprender absolutamente nada, lo dejan como un necio ante su país y el mundo. Más aún, siendo la economía su mejor talento ejecutivo como hasta ahora lo había demostrado. Un conocedor de los mercados y su complejo sistema financiero. Es difícil imaginar cómo, Javier Milei, experto en economía, pudo precipitarse de manera tan delirante en esta aventura. Tal vez en su exacerbado afán por “ser el mejor” se encuentre la respuesta.
Y Cristina Fernández no le dio tregua: “Desde tu cuenta oficial de X promocionaste una criptomoneda privada, creada, vaya a saber por quién. Inflaste su valor aprovechándote de tu investidura presidencial“. Saboreó letra a letra cada palabra lanzada a su enemigo. Junto a la expresidenta, la oposición formada por la Coalición Cívica y el Frente de la Izquierda Unidad, están pidiendo, literalmente, la cabeza de Milei: “Delitos de lavado de dinero, defraudación y/o estafa” y “Vamos a pedir la interpelación de Milei en el Congreso. Que se transmita por cadena nacional”, respectivamente.
Ante la avalancha de críticas y cuestionamientos a su mala gestión, y ante la sospecha de su envolvimiento en lo que se considera una estafa, el Presidente Milei borró el posteo de su cuenta de X, e instruyó a la Oficina Anticorrupción (OA) para que determine si existió una conducta impropia por parte de algún miembro del Gobierno Nacional, incluido él mismo. Una medida que, por cierto, no aminora la responsabilidad que le cabe en el escándalo que ahora lo tiene en la cuerda floja de la siempre resbaladiza moral con que juegan los políticos.
Tampoco le sirve de mucho que la empresa a cargo del emprendimiento, KIP Protocol, negara cualquier envolvimiento suyo con la estafa. ¿Qué otra cosa podía decir? La gente invirtió en estas criptomonedas porque le creyó. Confió en su Presidente: “¡La Argentina Liberal crece! Este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos. El mundo quiere invertir en la Argentina”, publicó en “X” el viernes pasado. Los argentinos le creyeron e invirtieron. Es lo que vale.
Con todo, el escándalo mayor para Javier Milei se encuentra en Javier Milei y su explicación impropia de alguien que se autodefine como audaz, pero experto y reflexivo en temas económicos: “Hace unas horas publiqué un tweet, como tantas otras infinitas veces, apoyando un supuesto emprendimiento privado del que obviamente no tengo vinculación alguna. No estaba interiorizado de los pormenores del proyecto y luego de haberme interiorizado decidí no seguir dándole difusión (por eso he borrado el tweet)”.
¡Pero, cómo, si no estaba interiorizado del proyecto, pudo auspiciarlo a través de su cuenta personal de X! Una escandalosa e irresponsable idiotez de un Presidente de la República que llevó a miles de sus ciudadanos a invertir sus fondos en este emprendimiento que, al no tener ningún respaldo monetariamente efectivo, fuera del entusiasmo que genera en las redes sociales, se conoce con el nombre de “moneda meme”.
¡Imperdonable, Mile!