12 de January del 2025 a las 01:48 -
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Nicolás Maduro: el demócrata cínico
¡Pobre Venezuela! Dominada por la fuerza a la que el dictador Nicolás Maduro llama de “democracia”.

(escribe prof.  Alejandro Carreño T.)  El chacotero dictador violando la palabra “democracia”, haciendo de Bobo mayúsculo ante el mundo que lo desprecia, jurando como un gran demócrata que ha conquistado el voto popular en las urnas. ¡Un payaso que juega a ser un demócrata! “Una gran victoria de la democracia venezolana”, dijo en la pantomima que fue la ceremonia que lo invistió como dictador. Venezuela se pinta de Cuba y comienza a tomar los colores de la miseria sin retorno.

De hecho, entre la reducidísima lista de concurrentes a la espuria ceremonia de asunción de mando, se encontraban dos mandatarios representantes de dictaduras consagradas, como debe ser tratándose de dictadores. Uno de ellos era el cubano Miguel Díaz-Canel, heredero de los Castro. El otro, un dictadorcillo de pacotilla que tiene a su pueblo, como buen dictador que es, sumergido en una cruenta dictadura: el nicaragüense Daniel Ortega. ¿Qué los une? El enriquecimiento personal y la miseria y sometimiento de sus pueblos por la fuerza de las armas.

“A Venezuela no le impone un presidente nadie en este mundo”, les dijo a sus invitados el dictador Nicolás Maduro. Pero, con el mayor descaro “olvida” que a Venezuela el pueblo no le impuso, le escogió un presidente que no fue él, sino Edmundo González Urrutia, legítimo vencedor de las elecciones del 28 de julio pasado, y el que ha sido reconocido como tal por la inmensa mayoría del mundo democrático. Por supuesto que a Venezuela nadie en el mundo tiene la más mínima intención de imponerle un presidente. El pueblo ya le escogió uno hace tiempo.

La frase de dictador no es, por lo mismo, más que otra de sus fanfarronadas con que agrada a sus partidarios favorecidos por él. Porque los regímenes dictatoriales como el de Maduro, necesita mantener contenta a su gente, sobre todo a las Fuerzas Armadas, que no sufren los apuros de todo tipo que sufre el pueblo. Pero también a sus agentes políticos, los encargados de mentir y manipular la verdad histórica que se hace de diarias verdades, para engatusar incautos. Así funcionan las dictaduras, sin excepción, sean de derecha o de izquierda.

Debe recordarse, además, porque la memoria de los hombres suele ser corta, que las actas electorales que certifican al ganador dado por el voto popular, nunca fueron mostradas por la dictadura madurista, a pesar de que así lo establece el Consejo Nacional Electoral (CNE). Y jamás las dará a conocer porque este organismo, que debiera ser el espejo en que el pueblo reconozca los resultados de su acto democrático, es controlado por el dictador. Y a esta puesta en escena de circo barato, el payaso Maduro llama “democracia venezolana”.

Nicolás Maduro, el “demócrata cínico”, debiera ser una alerta para los pueblos latinoamericanos de cómo funcionan los regímenes dictatoriales. Un ejemplo claro de lo que fatalmente ocurrirá si caen en las garras de sistemas políticos que alteran el curso democrático de la convivencia cívica. Muchas veces los dictadores se valen de la democracia, para luego violarla a su antojo como si fuese una meretriz cualquiera. Ocultan su instinto dictatorial que esconde sus ambiciones personales de poder, tras una pantalla de demócratas honestos y transparentes.

¡Cuidado con ellos, pueblos latinoamericanos! Estos palurdos hipócritas que se llaman demócratas, pueden acaban con generaciones de ciudadanos que recorren las calles de sus ciudades como sonámbulos hambrientos. Y no se engañen: Maduro es solo uno más de estos palurdos hipócritas. Pero hay otros.

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