(escribe prof. Alejandro Carreño T. ) Nuevamente Perú es el anfitrión de una APEC (Cooperación Económica Asia-Pacífico). Ya lo fue en dos ocasiones: en 2008 y 2016. Este importante encuentro internacional que incluye a 21 naciones de todos los continentes, es un espacio de divulgación único para que las naciones “se muestren” al mundo. En una economía global como la que predomina en las actuales relaciones internacionales, la presencia de los países en este panorama geopolítico y económico, es esencial. De ahí la trascendencia de este foro internacional que culmina el 16 de este mes.
De hecho, la APEC nace con ese propósito en 1989, el de fomentar el desarrollo económico, fomentar la cooperación técnica, el libre comercio y las inversiones de sus países miembros. Nuestro continente americano está representado por Estados Unidos, Canadá, México, Perú y Chile. Asia es el continente que más representantes aporta al foro. Entre otros: China, Japón, Rusia, Tailandia, Indonesia, Vietnam, Malasia y Filipinas de un total de 13. Australia, Nueva Zelanda y Singapur son los miembros de Oceanía.
El número de países que conforman la APEC y el nivel de varios de ellos en su calidad de potencias planetarias, hacen de este foro internacional un evento realmente importante no solo para los estados miembros, sino también para el desarrollo económico mundial y sus relaciones económicas. La economía que desarrollan representa el 60% del PIB mundial y prácticamente la mitad del comercio que vive el mundo. Por eso la importancia que significa para sus integrantes “mostrar lo que tienen” y lo que quieren tener.
A Perú, por ejemplo, el dueño de casa, le es muy relevante dar a conocer su estrategia económica representada sobre todo por la minería, pero también por el turismo y el agro-negocio, así como su desarrollo tecnológico y su forma de expandirse en la región. Por eso es importante el desarrollo también de las relaciones diplomáticas, porque paralelo al diálogo económico, sustento del foro, es imprescindible el diálogo político. Sin uno de ellos, el otro puede resultar estéril. Fuertes lazos políticos amplían las posibilidades de fuertes lazos económicos y viceversa.
Es de esperar que todo transcurra con normalidad, que asistan los líderes y no sus representantes, como ocurrió en la reunión del año pasado en San Francisco, Estados Unidos, cuando Hong Kong, Rusia y Nueva Zelanda así lo hicieron. O lo que ocurrió en Chile en noviembre del año 2019, que debió cambiarse la sede, Santiago, como consecuencia del estallido delincuencial provocado por el llamado “octubrismo”.
(*) Fotografía oficial de los líderes APEC 2016