(escribe prof. Alejandro Carreno T. ) En el caso de Chile, sin duda que Trump lo complica sobre todo en términos comerciales, dado el conocido proteccionismo del presidente electo, declarado a los cuatro vientos. Dos productos esenciales de exportación para las finanzas chilenas son el cobre y el sector agrícola. Y cualquier medida tomada por el futuro gobierno estadounidense como aranceles y barreras comerciales, van a afectar severamente el mercado nacional y su economía (De hecho, amenazó con aumentar en 20% los impuestos a los productos importados).
Es cierto que hay un tratado de libre comercio entre ambos países, pero también es cierto que Trump lo puede rever en cualquier momento y modificarlo. Tiene mayoría en el Congreso y en la Cámara de Representantes. No hay, en consecuencia, nada que se lo impida. Pero Chile también aporta con lo suyo en esta relación que tendrá con el gobierno de Donald Trump. Al margen de la cantidad de delincuentes chilenos “trabajando” en esas tierras normalmente generosas para los delincuentes, tiene como consecuencia el riesgo de que el país pierda definitivamente la regalía de la Visa Waiver.
El programa que enmarca esta Visa, es muy importante para la entrada de los chilenos a Estados Unidos, pues les permite el ingreso sin visa para turismo, negocios o tránsito, por un máximo de 90 día, beneficiando a cerca de 350 mil chilenos cada año. Un verdadero hito en las relaciones bilaterales, siempre importante cuando se trata de relaciones entre David y Goliat. Esto, por un lado; de otro lado, la presencia del actual embajador de Chile en Estados Unidos, Juan Gabriel Valdés que, sin duda resultará una figura incómoda para Donald Trump por su abierta intromisión en la campaña presidencial apoyando a Kamala Harris.
Una imprudencia impropia de un embajador. En realidad, el Presidente Boric debiera retirar a Valdés para comenzar una relación, por lo menos, más amigable. Por último, el propio saludo del Presidente Boric a Donald Trump por su triunfo, no estuvo exento de los gustitos personajes del mandatario chileno, conocido por anteponer sus gustitos personales a los intereses de Chile, como el enfriamiento a nivel de glaciar con el gobierno de Israel, otrora socio más que importante para la seguridad de Chile. ¿Cómo fue este saludo?:
“Felicitamos al presidente electo de EE.UU., Donald Trump. Chile reafirma su compromiso de fortalecer la relación con Estados Unidos en favor de un desarrollo inclusivo, el respeto a los derechos humanos y el cuidado de la democracia en nuestra región”. La última parte del mensaje es enigmática y puede interpretarse también subliminarmente, considerando que la izquierda chilena considera a Trump poco menos que un dictador, que no respeta ni la democracia ni los derechos humanos. En cuanto a lo de desarrollo “inclusivo”, otro enigma.
Pero, en fin, así es el Presidente de Chile.