(escribe prof. Alejandro Carreño T. ) “Algo huele mal en Dinamarca”, dice Marcelo, el leal centinela de Hamlet, una frase trascendente en el desarrollo de la tragedia de Shakespeare. En Bolivia no hay ningún Marcelo, pero no huele bien lo que está sucediendo en el siempre convulsionado país desde hace bastante tiempo. Tiembla el Palacio Quemado, sede de gobierno, y tiembla también la siempre frágil democracia boliviana. El causante de este deterioro que contamina la nación altiplánica es Evo Morales, el expresidente acusado de violación que azuza a sus adherentes en su lucha por ser candidato presidencial. Y para que Luis Arce renuncie:
“Queremos mil bloqueos en todo el país para que Arce renuncie”, pedía el líder sindical Aquilardo Caricari con un altavoz a los manifestantes el martes pasado. “¡Evo no está solo, carajo!”, era la consigna. Piden con toda esta proclama activista, que el gobierno de Arce no “persiga” al exmandatario acusado de tráfico de blancas y de estupro, delito que investiga el Ministerio Pública por una denuncia de violación cometida cuando Evo Morales era presidente.
Los aliados de Evo acusan también a Luis Arce de querer “asesinarlo”. ¿La razón que argumentan?: Evo quiere ser candidato presidencial del Movimiento al Socialismo (MAS) el año 2025. En realidad, esta es la madre del cordero de toda esta trifulca político-social provocada por la ambición de Evo Morales. Él sabe que no puede ser candidato porque se lo prohíbe la Constitución, no porque se lo impida Arce. Pero insiste en alterar nuevamente la Carta para satisfacer sus ambiciones personales. Y para ello, no se priva de ningún resquicio.
Como el de azuzar a sus partidarios no solo a los bloqueos de carretera con todo el daño que ello significa para la comunidad nacional, sino también ahora con la toma de regimientos y rehenes. La presión es fuerte y el criterio Evo no mide las consecuencias de su liderazgo enfermizo: “Nos han cortado el agua, la luz y nos han tomado como rehenes”, dice en un video uno de los militares del regimiento Cacique Juan Maraza del municipio de Villa Tunari, tomado como rehén, en cuanto una muchedumbre de alrededor de 2.000 personas pide la salida de Luis Arce.
También detuvieron por algunas horas a tres reporteros que reporteaban el bloqueo de carretera en Mairana, zona rural ubicada en la región de Santa Cruz, y a 14 policías que eran parte de la operación encargada del desbloqueo de caminos. Todos ellos fueron liberados luego de un acuerdo entre los manifestantes y la Defensoría del Pueblo. Pero la violencia en la región del Trópico de Cochabamba es de tal magnitud que la policía, por orden superior, debió retirarse del lugar para proteger sus vidas. Al respecto, la Cancillería boliviana emitió la siguiente declaración el pasado 26 de octubre:
“Bolivia denuncia ante la comunidad internacional que están en curso en nuestro país una serie de acciones desestabilizadoras lideradas por el expresidente Evo Morales Ayma, que pretenden interrumpir el orden democrático”.
Se podrá o no estar de acuerdo con el gobierno del Presidente Luis Arce, pero no cabe duda que la intención de Evo Morales es instalarse otra vez en el Palacio Quemado y, si para ello es necesario quebrar el orden democrático, no dudará un segundo en hacerlo. Tal como lo dijo no hace mucho, el 4 de mayo de este año, que sería candidato: “a las buenas o a las malas”.
Al parecer, así como van las cosas en Bolivia, no será ni a las buenas ni a las malas, porque no habrá elecciones. Simplemente se hará del poder por la fuerza, como un pobre dictadorcillo.