Enmarcado en lo que serían los doce años de dictadura en el Uruguay entre junio de 1973 y agosto de 1985, hubo tres presidentes ese año en particular: Juan María Bordaberry, Alberto Demichelli y Aparicio Méndez.
En el mes de setiembre, como en años anteriores y posteriores, tuvieron lugar los J.A.D.E. (Juegos Atléticos Deportivos Estudiantiles) a nivel de todo el país.
Estos se desarrollaron en la ciudad de Rivera al que clasificaron el vóleibol del Liceo “Zanzi”, el fútbol de la Escuela Técnica Superior “Pedro Blanes Viale” (UTU) y el básquetbol del “Instituto José María Campos” de Mercedes, representando a Soriano en dichas disciplinas.
Apoyando a esas delegaciones concurrieron estudiantes, familiares y amigos de esos centros de estudios que se encontraron, a su vez, con similares de todos los demás representantes de la mayoría de los departamentos del Uruguay calculándose que llegaron más de tres mil estudiantes de todo el país.
El deporte era, por un lado, la forma que se tenía de mantener entretenidos y enfocados a los jóvenes, por no decir distraídos, de lo que estaba sucediendo a nivel de las instituciones representativas de la democracia y la política uruguaya, a la vez que posibilitaba a los adultos, de alguna manera, ser una válvula de expresión, de eso que se quería ocultar o por lo menos disimular.
En términos deportivos competitivos, el proceso de clasificación a la instancia nacional era en dos etapas previas; la primera tenía que ver con la competencia a nivel local departamental y la otra a nivel regional.
O sea que los institutos educativos de Soriano, debían competir entre sí enfrentándose los de las localidades de Mercedes, Dolores, Cardona y Rodó y luego, los clasificados, ir a la eliminatoria regional que implicaba competir con Colonia y Río Negro en las tres ramas.
Llegados a Rivera el vóleibol y el fútbol quedaron eliminados en primera ronda, mientras que el básquetbol, luego de ganar su serie a Lavalleja, Montevideo (con Horacio “Tato” López, entre otros) y Salto, procedió a jugar contra el segundo de la otra llave que fue el Liceo de Durazno que en esos tiempos contaba con un gran nivel basquetbolístico en el que se destacaban los hermanos Ibarra y el base Mauricio Aguirre.
Sucedió la milagrosa sincronía, entre tantas otras, que las hinchadas del vóleibol y del fútbol, al quedar sus equipos fuera de la competencia, iban a alentar el básquetbol, transformando la cancha del club Nacional de Rivera, en locatario, sintiendo que se jugaba en el “Praga” de Mercedes.
Con ese aliento se ganó un interminable partido contra Durazno y se ganó, desde los vestuarios, prácticamente, al poderoso Salto.
En la previa de la final de básquet, estuvo la final de vóley entre Paysandú y Montevideo, rama femenina.
El primer “chico” lo ganó Montevideo así que los jugadores del “Campos” se fueron al vestuario porque lo más probable era que el segundo también lo ganara Montevideo.
Ya en vestuarios, luego de estar prontos para salir a la cancha, se informa que Paysandú había ganado el segundo y que habría un tercer partido final que ganarían las chicas de la Blanca.
En ese momento uno de los integrantes del equipo masculino de básquetbol, con su capacidad histriónica muy particular, cantó, de Les Luthiers, la bossa nova, en la que se narra las peripecias de un rioplatense por las playas de Ipanema y Copabana.
Cuando la terminó de cantar, era tanta la alegría que había en ese vestuario que los jugadores del “Campos” le golpeaban la pared a los rivales salteños que estaban del otro lado al grito de “dale campeón, dale campeón” lo que a la postre así sucedió.
En el regreso, al otro día, la caravana que esperaba a las tres delegaciones por ruta Nacional N° 2 iba desde la entrada a Los Arrayanes, hasta la curva de arriba hacia Fray Bentos en lo que serían más de dos kilómetros de autos, motos, bicicletas, camionetas y camiones que acompañaron a las delegaciones por las calles de Mercedes expresando, tal vez, no sólo el triunfo deportivo, sino también el desahogo de los tiempos de opresión ideológica que se vivían.
Fue una forma de decir que la sociedad uruguaya, y en particular la mercedaria, estaba viva, latente y bien presente y que tarde o temprano la luz y la alegría se iban a abrir espacio a pesar de los tormentosos tiempos que atravesaban nuestro país y que se prolongarían por casi diez años más.
Aquella delegación estuvo integrada por, arriba de izquierda a derecha: Prof. Winston Gepp, Ariel Martínez Viera, Marcos Martínez Pica, José Pedro Marino Beloqui, Yves Martín Xavier Pacheco, Jorge Fidel Ocampo Rodríguez, Francisco Gross Broggi. Prof. Jorge Balseiro Savio.
Abajo: Manuel Guastavino Rodriguez, Andrés Magnone Menéndez, Marcos Bentancourt Arias, Ricardo López Lima, Dionisio Javier Zarauz Silva, Luis Peressini Vivas.
Director del Liceo “Campos” profesor Alejandro Demarcos.
Vaya para todos ellos nuestro reconocimiento.
Dionisio Javier Zarauz