Los beneficios en el tratamiento de linfomas, y particularmente sobre la importancia de adelantarse a la tercera línea, mediante el uso de anticuerpos biespecíficos, fueron destacados por la Dra. Victoria Irigoin. Estos anticuerpos han demostrado ser una herramienta clave en casos de linfomas refractarios o en recaída, ofreciendo nuevas esperanzas para aquellos pacientes que no responden a los tratamientos convencionales.
En la nota, la Dra. Victoria Irigoin, especialista en Hematología del Hospital de Clínicas, explica en detalle cómo esta innovadora terapia está mejorando el pronóstico de los pacientes en Uruguay.
Linfomas: adelantarse a la tercera línea de tratamiento con anticuerpos biespecíficos es clave
En los últimos años, la medicina ha experimentado avances significativos en el tratamiento de linfomas, un tipo de cáncer que afecta al sistema linfático y que, en sus formas más agresivas, presenta un desafío complejo para médicos y pacientes. Entre estos avances, destaca el desarrollo de terapias innovadoras que buscan mejorar la calidad de vida de aquellos que no responden a tratamientos convencionales. Uno de los puntos críticos es adelantarse a la tercera línea de tratamiento, una estrategia clave en la lucha contra esta enfermedad.
El linfoma, que se clasifica principalmente en Linfoma de Hodgkin (LH) y Linfoma No Hodgkin (LNH), representa aproximadamente el 2,8% de los casos de cáncer a nivel mundial. El LNH, en particular, ha mostrado un aumento en su incidencia global, una tendencia que se observa también en Uruguay, según la Dra. Victoria Irigoin, especialista en Hematología del Hospital de Clínicas e integrante de la Sociedad de Hematología del Uruguay.
La situación en Uruguay
“La incidencia de los Linfomas No Hodgkin en Uruguay replica con bastante similitud la incidencia de Europa y Estados Unidos, y es similar en la región con una tasa, de acuerdo con el último reporte del Registro Nacional del Cáncer, de 10-12 casos cada 100.000 habitantes en el sexo masculino y una incidencia algo menor en el caso del sexo femenino, lo que equivale aproximadamente a 3S0 casos nuevos por año. De estos, el 40% aproximadamente corresponde a Linfoma Difuso a Grandes Células B, el subtipo más frecuente”, explica la Dra. Irigoin.
Este panorama subraya la importancia de desarrollar tratamientos más efectivos, en especial para aquellos pacientes que no responden a las primeras líneas terapéuticas, como la quimioterapia convencional.
Tercera línea de tratamiento: ¿por qué anticiparse?
La tercera línea de tratamiento se aplica cuando los pacientes no responden a los tratamientos iniciales, como la inmunoquimioterapia, o cuando la enfermedad reaparece. Según Irigoin, en esta primera fase se obtienen “resultados aceptables en más del 50% de los pacientes, dependiendo del subtipo de linfoma”; sin embargo, muchos de ellos recaen o presentan resistencia al tratamiento.
Adoptar una actitud proactiva antes de llegar a esta fase avanzada puede marcar una diferencia sustancial en el pronóstico. “Los pacientes que recaen o han sido refractarios a varias líneas de tratamiento tienen un pronóstico desfavorable, con escasas opciones terapéuticas con efectividad demostrada a largo plazo, por lo que optimizar las respuestas a las primeras líneas de tratamiento es un objetivo a perseguir”, subraya la especialista.
Nuevas opciones en la tercera línea: anticuerpos biespecíficos
En este escenario, los anticuerpos biespecíficos han emergido como una herramienta revolucionaria. Estos anticuerpos están diseñados para unirse simultáneamente a dos antígenos diferentes: uno en la célula cancerígena y otro en un linfocito normal. Al acoplar ambas células, permiten que el linfocito desencadene una respuesta inmune específica y potente que lleva a la destrucción de la célula tumoral. Desde su desarrollo, se han convertido en una opción prometedora para pacientes con linfomas refractarios o en recaída.
“En nuestra región, donde opciones terapéuticas como la inmunoterapia con CAR-T, técnicamente complejas y de alto costo, no están disponibles, la incorporación de los anticuerpos biespecíficos en el arsenal terapéutico ha determinado un cambio real en las posibilidades de los pacientes”, explica Irigoin. “Los resultados que se observan con estos agentes no se logran con ningún otro esquema terapéutico disponible en Uruguay”.
Desde 2014, se han aprobado nueve anticuerpos biespecíficos, cinco de los cuales están destinados al tratamiento de neoplasias hematológicas. Según la Dra. Irigoin, esta alternativa terapéutica es clave para pacientes con linfomas B en recaída o refractarios, quienes suelen tener un pronóstico negativo con los tratamientos tradicionales. Estos anticuerpos no solo muestran tasas de respuesta global y completa significativas, sino que además presentan un perfil de seguridad aceptable y son fáciles de administrar.
El principal efecto adverso asociado a los anticuerpos biespecíficos es el síndrome de liberación de citoquinas, un fenómeno caracterizado por una reacción inflamatoria que, aunque leve en la mayoría de los casos, requiere un monitoreo constante. “Existen protocolos estrictos de manejo, premedicación y controles serios para su detección y tratamiento precoz”, asegura la hematóloga. Otros efectos, como la neutropenia y las infecciones, son también complicaciones comunes en pacientes bajo tratamiento oncológico.
Respecto a los avances futuros, Irigoin se muestra optimista: “La incorporación de los anticuerpos biespecíficos en líneas más precoces de tratamiento permitirá aumentar la probabilidad de respuestas profundas más tempranas, lo que podría conducir a una mayor tasa de curación de esta enfermedad, evitando recaídas posteriores y mejorando la sobrevida de los enfermos”.