En la actualidad no se puede “formar en determinados oficios o vocaciones de una vez y para siempre. Tenemos que ir transitando hacia lo que va a ser el sistema educativo en pocos años. Que es un sistema educativo en donde entremos para nunca más salir” dijo el prof. Gerardo Caetano. En diálogo con @gesor Caetano reflexionó sobre el rol de la educación en la sociedad actual. “Comenzamos a tener desafíos que nos exigen, tanto por razones locales, nacionales, como por razones de entorno, nos exigen volver a ser un país laboratorio, en el sentido de volver a proyectarnos en términos de reformas avanzadas”, comentó.
Uruguay presume ser un país de avanzada desde todas las reformas batllistas, y la impronta social que le dio eso. Pero somos más bien conservadores.
-“Fuimos un país de avanzada, ya hace tiempo que no lo somos.
Fuimos un país de avanzada porque en determinado momento, no por la acción de un solo
Partido ni de un solo hombre, sino por una conjunción de múltiples circunstancias, el Uruguay fue un país laboratorio y nos enorgullecíamos de eso. Y fue un país que anticipó algunas reformas legales en diversos planos, en el plano económico, en el plano social, en el plano moral, que fueron muy importantes. Luego es como que nos dormimos en los laureles y en los últimos tiempos, comenzamos a tener desafíos que nos exigen, tanto por razones locales, nacionales, como por razones de entorno, nos exigen volver a ser un país laboratorio, en el sentido de volver a proyectarnos en términos de reformas avanzadas.
¿Cuáles son esas razones? Rompen los ojos. Tenemos una población envejecida, en un mundo en donde la transformación de la medicina y otros factores hacen que las personas tengan una sobrevida bastante mayor. Es obvio que nos faltan pactos intergeneracionales, que nos faltan pactos sociales, pero que también nos falta un sistema de cuidados que pueda acoger, por ejemplo, a una población mucho mayor en condiciones que realmente mantenga la calidad de vida.
Hoy enfrentamos desafíos de seguridad que, bueno, hace 30 años no enfrentábamos. El narcotráfico, nada menos que en América Latina, es un desafío gigantesco. Y bien, nos faltan reformas para enfrentar esa idea de dar seguridad a los ciudadanos frente a un flagelo que vemos en América Latina, que es un flagelo muy importante.
Comenzamos a tener una sociedad que genera un tipo diferente de desigualdades sociales. Por ejemplo, tenemos la infantilización de la pobreza, que es un escándalo, que dupliquemos la pobreza en los estratos de niños, niñas y adolescentes, es un escándalo en sí mismo. Pero si a esto le sumamos que hoy lo que capturan del producto, los percentiles más altos de la población, el primer percentil, los cinco percentiles más ricos de la población, prácticamente configuran lo que genera el resto de la sociedad en su conjunto. Que esto es un fenómeno que está pasando en América Latina, pero en el mundo. Hoy la famosa tradición de comparar la desigualdad de los 20 más ricos sobre los 20 más pobres, el índice de Gini, ya no basta. ¿Por qué? Porque hoy la desigualdad se mide por percentiles”.
Donde cada vez está más lejos el sueño de mi hijo el doctor. Que el hijo del obrero, del peón, que podía llegar a ser universitario.
-“Justamente, justamente. La educación, en este país que se quiso ser hijo de la educación, la educación que era, digamos, la ruta para el ascenso social, la ruta para que el hijo del pobre y el hijo del rico se juntaran en los pupitres de los institutos de enseñanza y crecieran ambos para arriba, no crecieran para abajo. Que no se puede crecer. Pero para arriba.
Eso está faltando. Vemos hoy claramente una territorialización del poder social en donde, bueno, yo te puedo dar el mapa del Uruguay y hacer el mapa de los desempeños educativos y te voy a hacer el mapa de desigualdad, porque ahí se va a ver, los deterioros en materia de alimentación, los deterioros en materia de salud, los deterioros en materia de ascenso social. Entonces, nosotros tuvimos la posibilidad de que la educación rompiera esos cercos sociales que impedían una mayor igualdad social. Hoy no lo estamos logrando”.
Me supongo que para ustedes, los docentes, el desafío es mayor porque la preparación del alumno de hoy es muy diferente al de hace dos o tres décadas atrás.
-“Por supuesto. Yo soy docente, me comunico en forma muy cotidiana con alumnos, con jóvenes, y efectivamente lo que uno busca es no tanto transmitir conocimientos, que hoy se pueden transmitir conocimientos de muchas otras formas que a través de la interlocución entre un docente y un estudiante. Hoy lo que queremos es transferir capacidades, transferir la posibilidad de que podamos introducir en los alumnos, en conversación con ellos, mapas para conocer más y mejor este mundo que cambia de manera vertiginosa cada muy pocos años. Te doy ejemplos. Hace cinco años, en la Oficina de Plenamiento y Presupuestos, se hizo un análisis que cruzaba demografía, con empleo. con transformación productiva. Y lo que se buscaba era, bueno, ver si en el Uruguay iba a haber problemas de empleo. Y la conclusión de ese estudio prospectivo indicaba algo muy impresionante. Indicaba que en el Uruguay dentro de diez años no iba a haber problema de empleo, porque se iban a generar empleos nuevos, distintos, revolucionariamente distintos. Lo que sí iba a haber problema era que no íbamos a encontrar uruguayos capacitados para esos nuevos empleos. Eso, que es la constatación, digamos, de algo muy claro en el mundo de hoy, que hoy hay que enseñar a aprender. No hay que transmitir solamente conocimientos. Y no se puede, de alguna manera, formar en determinados oficios o vocaciones de una vez y para siempre. Tenemos que ir transitando hacia lo que va a ser el sistema educativo en pocos años. Que es un sistema educativo en donde entremos para nunca más salir.
Porque siempre tendremos que estar aprendiendo cosas nuevas. No solamente para trabajar, que no vivimos sólo para trabajar. Tendremos que estar aprendiendo cosas nuevas para ser felices, para ser mejores ciudadanos, para, de alguna manera, estar capacitados para incorporar las nuevas transformaciones tecnológicas. Y eso se logra de una manera en donde la enseñanza esté mucho más unida a la vida. Nosotros tenemos problemas en ese aspecto”.
Y en su materia, en la historia, ¿cómo enseñarle a las nuevas generaciones cuando hoy está todo marcado por la inmediatez y por el mínimo esfuerzo?
-“Bueno”...
En un tema árido como a veces puede ser la historia.
-“Por supuesto. Lo primero que hay que enseñar es que la historia de un país, de un pueblo, de una persona, de un continente, puede ser algo extraordinariamente interesante. Y puede generar cosas realmente impactantes. Primero hay que generar la curiosidad, generar la alegría de conocer más. Luego hay que dar instrumentos para conocer más. Y en ese sentido, lo primero que hay que enseñar, por ejemplo, a un joven historiador, es a esperar. A no entrar en ese mundo de la fugacidad. En que cuando uno va a un archivo, que es un momento muy especial para un historiador, no tiene que ir corriendo a la fuente. Primero tiene que pensar cómo están ordenadas las fuentes. Tiene que diseñar un plan”.
Y a veces el resultado no está cerca.
-“Por supuesto. En el mundo digital, hoy tenemos la digitalización documental más grande de la historia. Hoy se puede conseguir, por la vía digital, documentos que ni siquiera sabíamos que existían. Pero si yo no tengo plan, si yo no tengo un mapa, si yo no sé cómo construir un mapa, me voy a perder. Me voy a perder.
Yo fui alumno de Pivel, de Boto, y de José Pedro Barrán, entre otros muy buenos profesores. Eran eruditos. Pero nunca tuvieron la posibilidad de acceso a una digitalización documental como la que hoy puede tener un alumno.
Bárbaro, pero tú puedes tener todos los documentos del planeta. Pero si no sabes cómo vincular una variable con otra variable, y si no sabes cómo buscar, y si no sabes qué preguntar, aún con toda la inteligencia artificial que puedas tener a tu favor, no vas a llegar al conocimiento.
Es un tema que me apasiona, todos los grandes innovadores de la inteligencia artificial van a lo mismo. Que algo decisivo para saber utilizar los nuevos instrumentos es aprender a preguntar. Y hoy hay que reaprender a preguntar distinto. Si no lo hacemos, podremos tener el instrumento más sofisticado, pero no llegaremos a contestar preguntas fundamentales”.