El secretario de la Junta Nacional de Drogas, Dr. Daniel Radío fue contundente: No es con cara de malo que resolvemos estos problemas” relacionados a la problemática de la drogadicción. “Pongamos inteligencia. Frente al prejuicio, inteligencia”. Radío estuvo en la apertura de Encuentro regional de Juntas Departamentales y Locales de Droga, de la región Centro- Oeste realizado en Mercedes. En un encendido discurso no tuvo reparos en afirmar: “¿No será que estamos haciendo las cosas mal? ¿No será que el discursito este de la guerra frontal no está dando resultado?”. Comentando “en todos los debates presidenciales se prometen el país sin drogas ¿Cuándo le vamos a pedir cuentas a los que nos prometieron el país sin drogas? ¿Cuándo le vamos a decir che, pero ¿cómo no era que usted dijo hace diez años?”. Por tanto “no resulta decir lemas y poner cara de enojado y rezonjar a las drogas por lo que nos pasa. La droga te atrapa. La droga sujeto te atrapa. Pues no, la droga no es sujeto. La droga es objeto. El sujeto somos nosotros”. Para Radío “lo que tenemos que hacer es construir trayectorias de vida resiliente. Estar parado con los dos pies sobre la tierra, eso es incluir a las personas”. Emprender tareas con “evidencia científica que lo respalde. No hay que hacer hechicería, no hay que hacer caza de brujas, no hay que volver al medioevo. Hay que mirar para adelante. Hay que pensar en un mundo distinto”. Poniendo como ejemplo que “se estima que en Montevideo hay mil bocas de venta clandestina y todas las semanas cerramos una, y cada vez hay más. Sin embargo hay 39 farmacias que venden cannabis y la gente se enoja con las farmacias. Está raro que razonemos así”.
Incluimos a continuación el discurso completo del secretario de la Junta Nacional de Drogas, Dr. Daniel Radío.
“Todos hablamos del problema de las drogas, como si supiéramos de lo que estamos hablando. ¿Es un problema de salud las drogas? ¿O es un problema de seguridad pública? ¿O es un problema de sustentabilidad medioambiental? ¿O es un problema de derechos humanos? ¿O es un problema de cómo impacta la opinión pública? O sea, de cómo nos impacta a nosotros los políticos.
Bueno, hablar de drogas no necesariamente es hablar de un problema. ¿Por qué? Porque hay muchas drogas, unas permitidas y otras prohibidas. El 90% de las personas que toman alcohol no tienen un uso problemático, pero hay un porcentaje que tiene un uso problemático.
Eso aplica a todas las sustancias. O sea, que hablar de drogas no necesariamente implica hablar de un problema, pero cuando hablamos del problema de las drogas no estamos hablando de un problema, estamos hablando de más de un problema. ¿Es un problema de salud? ¿Es un problema de seguridad? ¿Es un problema de derechos humanos? Etcétera, etcétera.
Y por eso se requiere de las Juntas. Este es un invento que hizo el Uruguay, no sé si es, pero en todo caso es una práctica que el Uruguay diseñó desde hace décadas ya, lo de las Juntas, que es la participación interinstitucional. ¿Por qué? Porque da cuenta de la naturaleza compleja del fenómeno. Igual, esto nos está pasando, cuando nosotros recorremos y visitamos cualquier localidad, nos dicen, ah, sí, está muy grave el problema de las drogas, pero como acá, en ningún lado. En todos lados te dicen eso. Como acá, en ningún lado. Y eso te lo dicen, así vayas a Palmitas, o a Rivera, o a Treinta y Tres. O a Medellín, o a Tegucigalpa, o a París, o a Ottawa, o a Nueva Delhi. En cualquier lugar te van a decir eso. ¿Por qué? Porque diseñamos una estrategia para hacernos cargo de este problema en el mundo que está equivocada. O sea, en los últimos diez años, el consumo de sustancias prohibidas en todo el mundo aumentó el 23%, y todos seguimos hablando del mismo discurso de siempre, de la lucha, y de la guerra, y de la cosa, y el consumo no para de aumentar. No en Uruguay, en el mundo. La producción de cocaína, se produce básicamente en tres países, Perú, Bolivia y Colombia, que son tres países que han agarrado este tema, pero no va el comisario en Medellín con la 38 en la canana. No, no.0Son los tanques, son las bazucas de los norteamericanos, son los helicópteros de los norteamericanos los que van a combatir, y a desplumar a los cultivos y todo eso. La producción de cocaína en los últimos diez años se multiplicó por tres. O sea, hoy hay triple de cocaína que la que había hace diez años.
¿No será que estamos haciendo las cosas mal? ¿No será que el discursito este de la guerra frontal no está dando resultado? Todos hablamos del país sin drogas, el país libre de drogas, el mundo sin drogas, y no para de crecer el mundo. En todos los debates presidenciales se prometen el país sin drogas ¿Cuándo le vamos a pedir cuentas a los que nos prometieron el país sin drogas? ¿Cuándo le vamos a decir che, pero ¿cómo no era que usted dijo hace diez años? Porque ahora yo me fijo, como apareció ese tema otra vez en la campaña electoral del país libre de drogas, y googleé y me encontré que ese tema lo han repetido a lo largo del mundo en varios lugares. El último Ecuador hace diez años, el país libre de drogas. Y todo lo mismo. Enero los narcos copando el canal de televisión y haciendo lo que querían.
O sea, no resulta decir lemas y poner cara de enojado y rezonjar a las drogas por lo que nos pasa. La droga te atrapa. La droga sujeto te atrapa. Pues no, la droga no es sujeto. La droga es objeto. El sujeto somos nosotros.
Y lo que tenemos que hacer es construir trayectorias de vida resiliente. Estar parado con los dos pies sobre la tierra, eso es incluir a las personas. Al problema de las drogas algo hay que hacer.
No señor, algo hay que hacer. Hay que hacer lo que hay que hacer. Porque si hacemos otra cosa cometemos iatrogenia y hacemos daño. Vulneramos derechos, desprotegemos a la gente, le hacemos mal. Algo hay que hacer. Hay que hacer lo que está bien, lo que tiene evidencia científica que lo respalde.
No hay que hacer hechicería, no hay que hacer caza de brujas, no hay que volver al medioevo. Hay que mirar para adelante. Hay que pensar en un mundo distinto.
Hay que prometernos una ilusión. Hay que tener sueños que no sean la guerra. Hay que tener un sueño de paz y un mundo sin drogas.
Es un buen letrero para una denominación religiosa, pero es mentira. Nunca hubo un mundo sin drogas y te prometo que nunca lo habrá. Y estoy dispuesto a contraponer esta afirmación ahora o dentro de 10 o 15 años, si estoy vivo, con cualquiera.
Va a haber drogas. No le mientan a la gente. Va a haber drogas.
Lo que tenemos que hacer es gestionar los riesgos de esa convivencia, disminuir los daños de esa convivencia, porque si no vamos a seguir diciéndonos mentiras. Eso es lo que tenemos que hacer. Aprender a gestionar los riesgos y disminuir los daños.
Lo otro es engolar la voz, poner cara de enojado, acusar y promover, terminar con la regulación, por ejemplo, para que todos esos millones de dólares que vienen a la caja de la farmacia vayan a la caja de los narcotraficantes. Tenemos que cambiar la mentalidad. Tenemos que cambiar la mentalidad y pensar de nuevo.
Y para eso está bueno encontrarse, porque si nosotros nos encontramos, cuando nos encontramos y discutimos, tenemos que discutir con argumentos. Tenemos que discutir con argumentos y tenemos que poner arriba de la mesa de evidencia. Y cuando uno discute con argumentos y pone eso en la mesa de evidencia, se acaba la caza de brujas.
Nos damos cuenta que no es verdad que las brujas hay que quemarlas en la hoguera. Lo que tenemos que hacer es cuidar a la gente. Lo que tenemos que hacer es cuidar a las personas que tuvieron una vulnerabilidad y quisiera que cayera en un uso problemático.
Y cuando los usos de sustancias son problemáticos, constituyen un problema de salud. Y entonces, como tal, tenemos que abordarlo.
En México, entre 2006 y 2012, se gastaron 40 mil millones de dólares en la guerra al narcotráfico. 40 mil millones de dólares en seis años. Y construyeron un hospital que salió 40 millones de dólares.
O sea, se perdieron la oportunidad de construir mil hospitales. Mil, con lo que dedicaron a la guerra. Dediquemos la plata, la paz, no a la guerra.
Dediquémonos a construir, dediquémonos a construir. Y yo te quiero decir que Uruguay, en estas cosas, construye ciudadanía, construye convivencia, construye inclusión, construye esperanza. Porque después de acá, tenemos que salir con un objetivo y es que las personas estén incluidas.
En la Intendencia de Canelones hicieron un estudio de la gente en situación de calle. Y sabe qué se enteraron, para sorpresa de todos nosotros, que el 70% de las personas que están en situación de calle, antes de estar en la calle, no consumían drogas. Ergo, la droga no los llevó a la calle. La calle los llevó a las drogas. Atendamos los problemas de exclusión social que están en la base. Atendamos los problemas de disfunciones familiares que están en la base. Y atendamos las disposiciones para las predisposiciones personales. Porque hay algunas personas que tienen una predisposición personal a tener un uso problemático y tenemos que cuidarla más que nadie. ¿Esto quiere decir que las drogas son vitamina? ¿Son saludables? No, señor, hacen mal para la salud. Hacen mal para la salud.
La droga que se nos ocurra hace mal para la salud. Y consumir cualquier consumo tiene riesgos. Ahora, todos nos van a caer en las trabas. Lo que no podemos pensar políticas públicas por los que van a caer. Eso sí, diseñar políticas para todos por los que van a caer. Porque entonces yo prohibiría la harina. Porque algunos van a ser celíacos. Y no, ¿verdad? Porque si nosotros decidiéramos que como hay algunos que son celíacos y se van a morir si comen harina, la prohibimos para todos y a partir de ahí lo que va a haber es tráfico ilícito de harina, peleas por el territorio y una escalada de violencia incontenible. ¿Qué fue lo que hicimos con las drogas? Si algo faltaba para demostrar esto la ley seca de Estados Unidos decidió prohibir el alcohol. ¿Por qué? Y porque hace mal para la salud el alcohol. ¿Es verdad o no es verdad? Por supuesto. Si nosotros aprendimos medicina palpando hígado de gente que consumía alcohol.
Pero prohibieron el alcohol y no resolvieron el problema del alcohol. Lo que agregaron fue más patología social. Lo que trajeron fue a Al Capone, a la mafia. Eso es el problema. Cuando nosotros decidimos dar estos pasos de prohibir lo que hacemos es regalarle el negocio al crimen organizado que tiene dos características: tiene muchos recursos y no tiene ningún escrúpulo. Y esa es una combinación explosiva que termina siendo que los tipos promuevan el negocio mejor que nadie porque como herencia del prohibicionismo lo que tenemos es la mejor red de producción y distribución que jamás nos pudimos haber imaginado que hace que en cualquier ciudad del Uruguay todos saben que una boca de venta clandestina nos queda como muy lejos a 10 cuadras. ¡Cómo lejos! A 10 cuadras.
Se estima que en Montevideo hay mil bocas de venta clandestina y todas las semanas cerramos una, y cada vez hay más. Sin embargo hay 39 farmacias que venden cannabis y la gente se enoja con las farmacias. Está raro eso, que razonemos así.
Razonamos mal. Pues tenemos que pensar de nuevo. Y para eso nos encontramos, para desafiarnos, para pensar con evidencia. Otra vez, pensemos con evidencia. No nos dejemos llevar a los ponchazos.
No es con cara de malo que resolvemos estos problemas. Pongamos inteligencia. Frente al prejuicio, inteligencia.
Frente al prejuicio, inteligencia. Y buena disposición. Y logramos.
¿Sabes lo que logramos en este país que es divino? Que no nos miramos el carné de afiliación partidaria para estas cosas. Acá está el intendente que siempre tuvo la actitud apertura en estas cosas y que nos recibió siempre, y puso voluntad y cooperación. Acá nadie se fija a quién votar para abordar estas cosas. Y a mí me parece que eso es lo que está bien. Tenemos que aprender esa cosa. Tenemos que proteger este tema de las campañas electorales.
Por favor, protejamos este tema de las campañas electorales y pensemos racionalmente, pensemos con cabeza abierta y decimos ante el prejuicio pongamos la inteligencia, la comunicación, el debate, el acuerdo, porque este es un asunto de todos”.