El destino tiene formas crueles de recordarnos que la corrupción, lejos de ser un error del pasado, sigue vivita y coleando en el ADN del frentismo. Y es que no hay otro modo de describir el regreso del exdiputado Daniel Placeres, un personaje que, con su desfachatez, nos recuerda que la ética y la honestidad son valores que el frentismo decide ignorar sistemáticamente.
Placeres no es un advenedizo, es un protegido de Mujica, una figura que debería representar lo peor de la política uruguaya: el uso del poder para beneficio personal, la falta de escrúpulos y la burla descarada a las leyes que nos rigen a todos. Su procesamiento en el caso Envidrio es un recordatorio de que en la cúpula del MPP, la corrupción no solo se tolera, sino que se aplaude (así fue despedido del Parlamento, a los aplausos). Ahora, en un acto de soberbia sin límites, Placeres vuelve a los medios, no para rendir cuentas, sino para pavonearse con una arrogancia que deja perplejo a cualquiera.
El espectáculo que Placeres brindó el viernes pasado en el programa “Desayunos informales” (Canal 12) no fue más que la confirmación de que en el frentismo, el descaro y la falta de vergüenza son virtudes. No solo evitó asumir responsabilidad por sus actos, sino que intentó justificar lo injustificable, mostrando una falta de respeto absoluta hacia los ciudadanos y, sobre todo, hacia aquellos trabajadores a los que estafó (recordemos que, según denunciaron los propios trabajadores, se les hizo trabajar “en negro” mientras permanecían en el seguro de paro) sin ningún remordimiento.
“Ahora, ¿eso es de por vida?”, cuestionó ante los periodistas Placeres, que agregó, respecto a su condena: “Las cosas tienen un inicio, un tránsito y un final, que lo lauda la Justicia”. “Me siguen crucificando”, se quejó, acusando directamente a “la prensa”. Ante el “carapiedrismo” de Placeres, la periodista Ana Matyszczyk le espetó sin rodeos: “La oposición pidió una comisión investigadora sobre el Fondes, y el Frente Amplio no dio los votos. Sobre los viajes a Venezuela también se pidió investigar, y no dieron los votos. Sobre Envidrio también se pidió investigar, y el Frente Amplio tampoco dio los votos. Hoy tendríamos datos más certeros para esta entrevista si esas comisiones investigadoras se hubiesen hecho”.
Vaya si será cierto. La historia de Envidrio está marcada por irregularidades que el Frente Amplio no permitió investigar cuando tenía mayoría parlamentaria. La empresa comenzó a operar en agosto de 2008, poco después del inicio del primer gobierno frenteamplista. Liderado por Daniel Placeres, quien vivió en la chacra de Mujica, el proyecto fue apoyado por el MPP y recibió financiamiento del Fondo Raúl Sendic. Con el Frente Amplio en el gobierno, Venezuela le otorgó un préstamo de casi U$S 4 millones y, poco después, el BROU le prestó cerca de U$S 3,2 millones. La Intendencia de Montevideo cedió un predio para construir una planta, exonerada de impuestos por el primer gobierno de Vázquez.
Con la creación del FONDES, éste comenzó a prestar dinero a Envidrio, aunque las garantías eran insuficientes y el dinero no alcanzó. El FONDES terminó otorgando unos U$S 11,5 millones en varios préstamos. Cuando el FONDES ya no pudo prestar más, se recurrió al INEFOP a través de una moción impulsada por Placeres, quien, aunque ya no presidía formalmente la empresa, seguía actuando como líder, según testificaron varios trabajadores. El INEFOP prestó U$S 1,5 millones adicionales, sin requerir información financiera de la empresa y sin reconocer la incobrabilidad del préstamo. Con el cambio de gobierno, se reveló que Envidrio tiene un pasivo de U$S 48 millones, con deudas a varios organismos estatales y a trabajadores que, en su momento, trabajaron “en negro” mientras estaban en seguro de paro.
Con semejante agujero, que nunca permitieron investigar, y procesamiento mediante, Placeres pretende que hagamos como que nada pasó. Mientras tanto, su hermano político, hoy candidato a la Presidencia dice que su campaña está basada en una supuesta “honestidad a prueba de balas”.
Yo digo que ya es un colador.