“Tenemos la convicción de que los soldados (rasos) no participaron en los enterramientos” clandestinos de detenidos desaparecidos, dijo el periodista e investigador Samuel Blixen. Como hemos informado el pasado fin de semana se presentó en Mercedes el libro “Desaparecidos. En busca de la verdad” escrito en coautoría entre Blixen y Nilo Patiño.
En un tramo de la presentación Samuel Blixen se refirió a los enterramientos clandestinos de detenidos desaparecidos, realizados durante el período de facto. Desaparición de personas que tienen “un carácter institucional”, es decir no se trataron de hechos aislados o a impulso de iniciativas personales.
Blixen explicó que en base a los documentos obtenidos pueden llegar a esta conclusión. Poniendo como ejemplo que “la prueba de que es institucional no la encontramos escarbando, no la encontramos conversando con militares. La encontramos en un expediente judicial del 2007, y es un interrogatorio al general Mario Aguerrondo. La fiscal Mirtha Gianze que lo está interrogando está en el vía crucis de siempre, es decir, como todos los militares le preguntan las cosas de que no sé, no recuerdo, puede ser, no me parece, etc. Y eso se aguantaba.
Y de repente, el general Aguerrondo, que había sido director de la inteligencia militar con el presidente Lacalle (Herrera), cuando el episodio del chileno Berríos, o sea, no era ningún inocente. Hijo del creador de los Tenientes de Artigas. Blanco, blanco. Asciende a general pasando encima de una cantidad, porque lo nombra Lacalle, creando una situación muy tensa en la interna del Ejército. Pero eso es otra cosa.
Y entonces le pregunta (la fiscal Gianze), hablando del Batallón 13, porque él había sido Comandante del Batallón 13 en año 2005 y en 2006. Entonces en un momento le pregunta a Mirtha, ¿entonces no puede entrar nadie al Batallón? Y ahí se pisó el palito. Dice, no, no, no, si se da la orden, se puede entrar. ¿Y quién puede dar la orden? Y es el comandante Jefe.
En ese momento era el general Teniente General Vadora. Dice, ¿y se dio esa orden?. Bueno, sí. ¿Y cómo fue? Y bueno, me dijo que levantara la vigilancia de las torretas porque iba a entrar gente.
Y le dice, ¿y usted lo hizo? Sí, sí, yo levanté. ¿Y qué se supo más? No, no supo más nada. Y ocurrió, bueno, creo que sí.
¿Y para qué? Y bueno, porque probablemente querían matar a alguien.
Y está escrito, que todo ese episodio se inicia por una orden del Comandante Jefe del Ejército. Que le dice, vamos a enterrar a alguien ahí.
No sabemos cuál es la conversación real entre el con Vadora y Aguerrondo, pero suponemos que no debería ser así de escueta. Pero él en el juzgado termina admitiendo eso. Y eso para nosotros es una prueba de que no había posibilidades de que los militares por la de ellos mataran a alguien y lo enterraran. Esa es una cosa que descartamos totalmente. De la misma forma que por otros elementos que tenemos, que sacamos de todos los documentos, tenemos la convicción de que los soldados, la tropa, no participó en los enterramientos. Salvo algún soldado que tuviera una relación especial, que fuera de inteligencia. Pero en términos generales, el soldado del cuartel, donde se estaba haciendo la tumba, no participa. ¿Por qué? Porque es un episodio extremadamente silencioso, extremadamente compartimentado.
Se los compartimentan entre los oficiales. Se toman las decisiones para que la menor cantidad de gente que esté enterrada de ese episodio en especial. Y estamos hablando de los sectores de la inteligencia militar.
No es posible que un oficial le diga al soldado vaya y cave. Porque ese oficial después habla. Habla con su mujer en la cama, habla con sus amigos en el boliche, y se desparrama el lío.
No hay ninguna evidencia de testimonios concretos de personal de tropa sobre enterramientos. Hay versiones que son muy laterales. Yo oí, me pareció bien en algún momento, quizás, pero cuando van a señalar los lugares”.