(escribe prof. Alejandro Carreño T) Cuando se mira el proceder de ambos frente a un fraude electoral tan descarado, de repercusiones internacionales que impactan por la imbecilidad del descaro, no deja de asombrar la postura tan radicalmente opuesta de uno y de otro.
En Chile el PC salió en masa a reconocer el triunfo de Maduro, a pesar de las evidencias claras e irrefutables de manipulación de las elecciones. La diputada Carmen Hertz, por ejemplo, cita a ciertos observadores internacionales como las Naciones Unidas, la fundación Carter y el expresidente colombiano Ernesto Samper, a quienes nadie puede “calificar de chavistas”, para certificar la transparencia de las elecciones. Pero la Fundación Carter declaró enfáticamente que “las elecciones en Venezuela no pueden considerarse democráticas”.
Por su parte el senador Daniel Núñez se opuso a un acuerdo del Senado que denunciaba y condenaba el fraude electoral en Venezuela. El PC fue el único partido que negó su aprobación. El diputado Boris Barrera, por otro lado, le entregó a su declaración una nota de comprometedor suspenso: “es importante que se respeten los resultados. Incluso, esperamos que la ultraderecha respete, aunque sea una vez, una elección si es que la pierden nuevamente”. ¿Por qué “si es que la pierden nuevamente”? ¿Acaso no está seguro del triunfo trucho?
A la luz de estas declaraciones y otras de los parlamentarios comunistas, se aprecia la ninguna preocupación por la veracidad de la información, no obstante el cuestionamiento planetario al resultado de las elecciones. Con todo, otros fueron aún más lejos, como la diputada Lorena Pizarro que lamentaba que se catalogara de “dictadores a gobiernos que tiene sus procesos electorales democráticos”. Habría que decirle que si el proceso hubiera sido tan democrático como dice, nadie lo estaría cuestionando.
El problema del Partido Comunista Chileno no es el partido en sí, porque para los chilenos es un partido menor, maligno, tenebroso y absolutista. Sus representantes, como Vallejo o Jadue (excalde, excandidato presidencial, ahora preso), son los peores evaluados por la ciudadanía, sino el incómodo que le provoca al gobierno de Boric que habla de democracia y no reconoce el triunfo de Maduro, pero tiene que soportar toda la presión de un partido que es la esencia misma de la antidemocracia. Una contradicción insalvable para Gabriel Boric.
Pero el Partido Comunista Venezolano es el anverso del chileno. Cuesta, por lo mismo, creer que se trate de un partido comunista, puesto que su postura frente al fraude electoral de Nicolás Maduro, asombra por la dureza de sus palabras y la postura democrática que de ellas se desprenden. Su planteamiento es una patada en el trasero al PC chileno, repleto de delirantes ideologizados incapaces del más mínimo atisbo democrático. Fanáticos especializados en metamorfosear la realidad y convertir la mentira en verdad. ¿Qué dijo el Partido Comunista Venezolano?
En un tuit del lunes 29 de julio, un día después del fraude eleccionario, escribió: “Partido Comunista de Venezuela. Comunicado de las elecciones presidenciales: El Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela (PCV) hace un llamado a las fuerzas genuinamente democráticas, populares y patrióticas a unir fuerzas para defender la voluntad del pueblo venezolano que se expresó este domingo. Alertamos a la opinión pública internacional que así como el gobierno de Nicolás Maduro ha despojado al pueblo de sus derechos sociales y económicos, hoy pretende privarlos de sus derechos democráticos”.
En cuanto el Partido Comunista Venezolano se para frente a la dictadura de Nicolás Maduro con la decencia política que merece todo el respeto del mundo democrático, el Partido Comunista Chileno se hunde en el estiércol de su inagotable mina de mentiras, engaños y manipulaciones que convierte una realidad cristalina e insoslayable, en una espuria realidad cuyos hedores contaminan todo el espectro político del país, y hunden cada vez más el gobierno de Gabriel Boric.