29 de July del 2024 a las 15:48 -
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Venezuela: fue por las malas
Las elecciones fueron una parodia democrática para conformar a los suyos. Y nada más. El pueblo venezolano tenía esperanza. El mundo democrático también

(escribe prof. Alejandro Carreño T.)  ¿Sorprende el “triunfo” de Maduro? Para nada. Las elecciones fueron una parodia democrática para conformar a los suyos. Y nada más. El pueblo venezolano tenía esperanza. El mundo democrático también. Pero, aunque la esperanza es lo último que se pierde, como reza el proverbio, lo cierto es que aquí la esperanza era una utopía. Cuando todo el aparataje estatal está en manos de un dictador, no es posible imaginarse un resultado distinto del que fue. Es cierto que las encuestas daban como ganador a González, pero lo que importa es el lenguaje de las urnas. Y estas urnas hablaron claro: ganó Nicolás Maduro. Y punto.

Nadie cree en el triunfo de Nicolás Maduro. También da lo mismo si se cree o no. Como da lo mismo si el mundo lo reconoce o no como legítimo y democrático ganador. Él asumirá por otros seis años, hasta el 2031, “y si dios le da vida y salud”, como con certeza dirá, por otros seis años más y así, como los dictadores protegidos por un maligno dios protector, hasta que la muerte lo separe del poder o una enfermedad letal se encargue de hacerlo. O hasta que otro, con ambiciones, energía y respaldo militar suficiente, lo saque del poder, lo encierre o lo mate.

La historia latinoamericana está repleta de casos semejantes. Nicolás Maduro será uno más. Se instalará, como nunca lo hizo, cuan faraón tropical en su Palacio de Miraflores, y contemplará a sus esbirros comandados por Diosdado Cabello, bailando a su alrededor como títeres serviles y enceguecidos por el oro que recibirán como pago de su condición de esclavos tropicales. Se reirá de las quejas del mundo democrático que lo censura y cuestiona su triunfo obtenido a la mala. Después de todo, ya había anunciado que ganaría por las buenas o por las malas, aunque tenía plena conciencia de que sería por las malas.

Entonces, ¿de qué extrañarse? Y para darle un toque de humor negro a su triunfo, el dictador pide que se respete la voluntad popular: “Eso es lo que pido como presidente, respeto a la Constitución, a los poderes públicos y a la vida soberana de Venezuela, respeto a la voluntad popular”. Como si esos “poderes públicos” tuviesen algún tipo de independencia. Como si esa “voluntad popular” no hubiese sido amenazada por un baño de sangre si él no ganaba. Y para que la mofa al mundo democrático fuese sin reparos, esparramó una retórica discursiva que lo describe en todo su cinismo de dictador: “Es el triunfo de la paz, de la estabilidad, del ideal republicano, de las ideas de igualdad”.

Una de los cuestionamientos más comprometedores para el régimen, fue la entrega del resultado seis horas después del cierre de las urnas. Pero el cinismo no tiene límites y el presidente del Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE), Elvis Amoroso, simplemente declaró que el sistema sufrió un atentado: “Una agresión en contra del sistema de transmisión de datos que ha retardado la entrega de los resultados”.

Y para que nada le faltara a la vergüenza, agregó que le había pedido de inmediato al fiscal general que iniciara una investigación sobre las “acciones terroristas perpetradas contra el sistema electoral, contra los centros de votación y los funcionarios electorales”.

Con toda seguridad, el “fascismo imperialista” quiso comprometer la “honestidad, transparencia y moral política” del Presidente Nicolás Maduro.

 

 

 

 

 

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