01 de October del 2013 a las 12:48 -
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Antes de la campaña
El edil Jorge Maraboto (Lista 5005-FA) convocó a sus colegas a “no utilizar estos micrófonos para empezar la campaña política , de no derrochar el tiempo preciado en politiquería y utilizarlo de mejor manera a favor del pueblo de Soriano”.

“Sra. Presidente.

La vida ha sido extraordinariamente generosa conmigo.

Me ha dado un sinfín de satisfacciones más allá de lo que nunca me hubiera atrevido a soñar. Casi todas son inmerecidas. Pero ninguna más que la de hoy: encontrarme ahora aquí, en el corazón de la democracia uruguaya, rodeado de tantos encumbrados  Señores Políticos.

Ustedes saben mejor que nadie que en política no sólo hay esfuerzo sino también placer.

Dicen que la gente que trota por la rambla, llega un punto en el que entra en una especie de éxtasis donde ya no existe el cansancio y sólo queda el placer.

Creo que con el conocimiento, la política y la cultura pasa lo mismo.

 Llega un punto donde estudiar, o investigar, o aprender, o hacer política ya no es un esfuerzo y es puro disfrute.

Pero debemos hacernos un replanteo en varios temas, pero me voy a referir  al tema que me convoca y es puntualmente lo que a política refiere.

Sobre todo el mito del Uruguay de que pasamos en campaña política durante cinco años.

La política ha invadido la vida de todos los días y nos empuja a preguntarnos si lo que estoy haciendo no se puede hacer mejor.

El inconformismo está en la naturaleza misma del trabajo que en éste ámbito realizamos.

Una cultura del inconformismo es la que no nos deja parar hasta conseguir más kilos por hectárea de trigo o más litros por vaca lechera o más resultados en nuestra gestión como políticos.

Todo, absolutamente todo, se puede hacer hoy un poco mejor que ayer.

Pero hay que hacerlo.

Se lo debemos a nuestros hijos y nietos.

Y hay que hacerlo ahora, cuando todavía está fresco el milagro tecnológico de Internet y se abren oportunidades nunca vistas de acceso al conocimiento.

Yo me crié con la radio, vi nacer la televisión, después la televisión en colores, después las transmisiones por satélite.

Después resultó que en mi televisor aparecían cuarenta canales, incluidos los que trasmitían en directo desde Estados Unidos, España e Italia.

Después los celulares y después la computadora, que al principio sólo servía para procesar números.

Cada una de esas veces, me quedé con la boca abierta.

Pero ahora con Internet se me agotó la capacidad de sorpresa.

Me siento como aquellos humanos que vieron una rueda por primera vez.

O como los que vieron el fuego por primera vez.

Uno siente que le tocó en suerte vivir un hito en la historia.

Y debemos ser parte de ésta historia.

Se están abriendo las puertas de todas las bibliotecas y de todos los museos; van a estar a disposición, todas las revistas científicas y todos los libros del mundo. Y probablemente todas las películas y todas las músicas del mundo. Es abrumador.

Por eso necesitamos que todos los uruguayos y sobre todo los uruguayitos sepan nadar en ese torrente.

Hay que subirse a esa corriente y navegar en ella como pez en el agua.

Y nosotros debemos adecuarnos a éstos tiempos con la altura correspondiente.

Cuando comencé en esta profesión  al servicio de la gente, no entendía los cobros de facturas, los dimes y diretes, haciendo alusión a errores de tal o cual Ministro, Diputado, Senador Intendente o Presidente de tal o cual Partido, de Izquierda, derecha o del medio.

Estas acciones se vienen intensificando a través del tiempo y a medida que se viene acercando los tiempos electorales.

Lo hemos vivido en éste ámbito, cada vez con más frecuencia.

Pero me permito recordar

No estamos en tiempos electorales, o sí, tal vez estoy equivocado, no se.

Tal vez todo sea producto de mi inexperiencia.

Los  benditos y malditos tiempos electorales.

Malditos, porque nos ponen a pelear y a correr carreras entre nosotros.

Benditos, porque nos permiten la convivencia civilizada.

Y otra vez benditos, porque con todas sus imperfecciones, nos hacen dueños de nuestro destino.

Aquí todos aprendimos que es preferible la peor democracia a la mejor dictadura.

En los tiempos electorales, todos nos organizamos en grupos, fracciones y partidos, nos rodeamos de técnicos y profesionales, y desfilamos frente al soberano.

Hay adrenalina y entusiasmo.

Pero después, alguien gana y alguien pierde. Y eso no debería ser un drama.

Con unos o con otros, la democracia uruguaya seguirá su camino e irá encontrando las fórmulas hacia el bienestar.

Nos toque el lugar que nos toque, allí vamos a estar tratando de poner el hombro.

Y estoy seguro de que ustedes también.

La sociedad, el Estado y el Gobierno precisan de sus muchos talentos.

Y precisan aún más de su actitud idealista.

Los que estamos aquí,  quiero creer que,  nos acercamos a la política para servir, NO para servirnos del Estado.

La buena fe es nuestra única intransigencia. Casi todo lo demás es negociable.

Pero quisiera exhortar  a no aprovecharnos de las circunstancias de las cuales hoy usufructuamos , de no utilizar estos micrófonos para empezar la campaña política , de no derrochar el tiempo preciado en politiquería y utilizarlo de mejor manera a favor del pueblo de Soriano y ser fiel a lo que siempre se pregono desde éste ámbito de ser la verdadera caja de resonancia del pueblo todo de Soriano y no solo de nuestros seguidores políticos partidarios o sectoriales.

Por lo antes dicho, es mi deseo convocar, o más aún, implorar, de que cuando entremos a éste honorable ámbito, dejemos de la puerta hacia fuera, nuestros colores políticos partidarios y la campaña política que cada cuál tenga la real gana de realizar y nos dediquemos de lleno a lo que el pueblo soberano nos encomendó y es la de cumplir con el mandamiento de nuestra carta magna donde establece para nosotros el deber de Legislar y el control del Ejecutivo Departamental, mas allá de nuestros deberes curriculares.

Para lo anteriormente expuesto solicito se comuniquen mis dichos a todos los compañeros Ediles, a las restantes Juntas Departamentales y al Congreso Nacional de Ediles”.

 

 

(1956)


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