(Escribe prof. Alejandro Carreño T.) Venezuela tendrá elecciones presidenciales el próximo 28 de julio. Se espera que, por lo menos, el candidato opositor y exdiplomático, Edmundo González, llegue a las urnas y no sea inhabilitado con cualquier excusa por el Consejo Nacional Electoral (CNE). Después de todo, el temor de la oposición es válido considerando lo que ocurrió con María Corina Machado, que arrasó en las primarias opositoras, pero fue inhabilitada por el CNE. Lo que juega a favor de González es el tiempo, pues en la medida en que se acerca el día señalado, menos posibilidades hay de que el régimen lo saque de carrera, porque sería evidente la maniobra para dejar solo a Maduro en competencia.
Pero con Nicolás Maduro nunca se sabe. De hecho, las maniobras del régimen están con el acelerador a fondo, y varias son las medidas adoptadas para socavar la candidatura opositora. Por ejemplo, la detención arbitraria de dirigentes políticos ha aumentado en las últimas semanas. Asimismo, en la tarjera presidencial, el nombre de Nicolás Maduro aparece nada menos que 13 veces, lista de votantes y amenaza de suspensión de los programas sociales. A lo anterior súmese la prohibición de observadores internacionales, como la misión de la Unión Europea. En fin, el asunto se reduce a ganar “por las buenas o por las malas”. Pero, hasta ahora, las elecciones siguen su curso.
En todo caso, González, candidato de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) es, de acuerdo con todas las encuestas, quien arrasa en las preferencias del pueblo venezolano, señala Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello: “De cada tres votos, dos son para la oposición y uno para el gobierno”. Los venezolanos quieren un cambio. Eso es evidente no solo para ellos, sino también para el mundo que observa cómo, el chavismo primero y luego el madurismo, han hundido un país ayer próspero o, por lo menos, en vías de serlo, dada la inconmensurable riqueza de su petróleo.
Y, como de Maduro se trata, todo vale, incluso jugar con la creencia popular y la fe del pueblo. Solo recordar que él se comunica con Hugo Chávez a través de un pajarico, intermediario alado que le trae consejos y directrices de su mentor. Pero, ahora, en su primer acto electoral en Zulia, dejó el pajarico de lado y se vistió con las ropas de Nostradamus: “Tengo la profecía hecha por varios pastores cristianos que la hicieron el 2022. Me dijeron: vienen siete años de prosperidad y crecimiento y felicidad. Y yo les pregunté a partir de cuándo el primer año. Es el 2024. Y la profecía lo que hace es cumplirse”.
Nostradamus Maduro, que pretende eternizarse en el poder, augura siete años de abundancia para el pueblo venezolano, que ya ha soportado 25 años de miserias chavistas.
¿Será que Nicolás Maduro cambió el pajarico de Chávez por estos pastores cristianos?