18 de June del 2024 a las 16:10 -
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La crisis diplomática chilena
Los problemas de Chile desde que Gabriel Boric y su patota de superioridad moral se instalaron en La Moneda, para habitarla, no para gobernar el país, no son solamente internos y graves, sino también externos y graves.

(escribe  prof. Alejandro Carreño T.) No otra cosa podía esperarse de un grupo de dirigentes universitarios (algunos ni terminaron su carrera como el propio Presidente Boric), que jamás le trabajó un día a nadie, y pasó de repente al Parlamento y de este a Palacio. Nada positivo significó el haber estado en la Cámara de Diputados; al contrario, perfeccionó lo aprendido en la calle y perturbó la seguridad y la marcha democrática del país.

Una generación de políticos desastrosa que hoy tiene a Chile en el abismo económico, educacional, cultural y político. En el símbolo de la inseguridad y del abandono social en materias de salud, trabajo y progreso. Solo faltaba que comenzasen a relucir con fuerza los conflictos diplomáticos, que se hicieron presentes el mismo día en que Gabriel Boric asumiría como Presidente de la República de Chile, culpando al propio Rey de España del atraso de inicio de la ceremonia de asunción de mando. Un desastre que auguraba malos tiempos para la diplomacia.

Hoy, Chile, cuya diplomacia se encuentra en manos de un canciller poco talentoso, debilucho y timorato, enfrenta varios flancos por donde se le cuelan conflictos diplomáticos diversos, como se cuela el viento por ventanales rotos. Pero hace menos de un año (junio del año pasado), la exembajadora en Inglaterra, la arquitecta y diseñadora de muebles de madera, Susana Herrera, que nadie se explica cómo diablos llegó a ocupar una de las embajadas más relevantes para Chile, comprometió con sus negocios privados hasta al propio rey Carlos III. La Cancillería le rayó la cancha, pero el escándalo ya caminaba con patas propias.

Con Israel las relaciones están quebradas, y no sería de extrañar que Benjamin Netanyahu las rompiera definitivamente, luego de todos los desaires cometido por Boric, primero a su embajador, que se negó a recibir, al momento de presentar sus credenciales, y más tarde, negando a su país ser parte de la Feria Internacional del Aire y Espacio (Fidae). Y, ahora, en su viaje a Europa, llamó al Primer Ministro de “criminal”. Así es Gabriel Boric, el aprendiz mimado que se divierte con sus gustitos personales, mandando al infierno los intereses de Chile, puesto que Israel era el principal proveedor de armas y tecnología para el país.

Con Venezuela las relaciones, por lo menos para la tele, son pésimas. Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, el fiscal Tarek William Saab y el venezolano que quiera, se ríen en la cara de Boric. Maduro invadió Chile con delincuentes, incluyendo al Tren de Aragua, niega su participación en el secuestro y asesinato del teniente venezolano, opositor a su régimen, Ronald Ojeda, asilado político de Boric, y más encima culpa a agentes chilenos de esos crímenes. El subsecretario del Interior chileno, Manuel Monsalve, estuvo en enero en Caracas para firmar un acuerdo que nadie sabe, hasta ahora, en qué consiste.

Acuerdo que Venezuela no firmó. Han sido meses de dimes y diretes, propios de enamorados despechados, vigilados por el Partido Comunista chileno que, al final de cuentas, es el que gobierna el país y muere de amores por Maduro y su dictadura. Como si esto no bastase, ahora Chile tiene un nuevo flanco diplomático abierto. Esta vez con Argentina. Y no solo por los benditos paneles solares instalados en territorio chileno y que abastecen a las tropas argentinas pegadas al Hito 1, límite de ambos países en el Estrecho de Magallanes, sino también por territorio antártico que Argentina reclama como suyo.

Pero, claro, cuando estuvo en Argentina en abril de 2022, en su primera visita oficial, Boric declaró: “Me crie en la Patagonia y en la Patagonia no hay fronteras”. Y parece que los argentinos se lo tomaron al pie de la letra. Algo parecido cuando dijo que el problema de chile es que había muchos chilenos. Y hoy los venezolanos, los buenos, que son los menos, y los malos que, sin exageración, salen hasta en la sopa, como se dice en Chile.

Mañana, ¿qué conflicto diplomático envolverá a Chile? Habrá que ver cómo está el humor de Su Exclencia.

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