(Porto Alegre) ¿Cuántos días se necesitan para transformar una tragedia nacional en un escenario político? En Brasil, fue necesario solo siete días.
En el primer día, bajo la lluvia en Rio Grande do Sul. En el segundo día, el agua tomó las calles, los barrios y las ciudades del interior del Estado. En el tercer día, el río Jacuí recibió la torrente de aguas, dejando un rastro de destrucción que era fruto de la indignación de la naturaleza contra un sistema explotador y exportador, hasta llegar al río Guaíba e iniciar su inundación.
En el cuarto día, el río Guaíba y el Río Gravataí empezaron su invasión, engullendo Porto Alegre y la región metropolitana. Como respuesta, el pueblo luchó por su propia vida. No había gobierno ni empresarios: apenas la gente humilde dándose la mano uno a otro, para que todos se salvaran o para que nadie muriera solo.
En el quinto día, el gobierno despertó. Un gobierno liberal, debilitado por creer en el Estado mínimo, demostró un gobierno sin fuerza y sin voluntad de salvar a su pueblo. Durante seis años, profesó una política centrada en el bienestar comercial, mientras que el bienestar social quedó en segundo plano.
En el sexto día, los señores capitalistas, los grandes empresarios y los súper ricos burgueses de la alta sociedad brasileña llegaron vestidos con sus heroicas capas de Superman. Después de asegurar la seguridad de sus bienes y certificar que Rio Grande do Sul tenía potencial como escenario para sus actuaciones, trajeron camiones, motos acuáticas, embarcaciones, grandes donaciones de ropa, alimentos y artículos de higiene. Todo esto, por supuesto, fruto de la explotación de la sangre y el sudor del pueblo, y subvencionado por un gobierno liberal.
Lo que parecía ser solidaridad, pronto se mostró una tentativa de comprar la opinión pública. Los empresarios comenzaron a denunciar la falta de preparación del gobierno y se presentaron como la única salvación. Y así, intentaron cumplir la historia de Edipo: la clase empresarial, fruto del gobierno liberal, intentó matar a su padre.
En el séptimo día, la verdad desapareció. La guerra de narrativas políticas y el juego de desinformación tomaron el centro del escenario en la tragedia gaucha para decidir quién tiene razón. Las vidas perdidas, los sueños destrozados y la agonía de las masas quedaron en segundo plano. Primero, es esencial decidir quién fue mejor: ¿los empresarios o el gobierno liberal? Porque en el sistema capitalista, la vida de las personas puede esperar.
Lázaro Leal Barboza