Ya no hay espacio para las medias tintas. La elección es clara: o se respalda la reforma del gobierno de coalición, basada en un riguroso diagnostico técnico y en un acuerdo político plural, o se sucumbe a la tentación populista de la izquierda política y sindical, que busca desandar el camino.
La reforma de la seguridad social ha sido un tema de debate desde el inicio de esta administración. Conscientes de los desafíos demográficos y financieros que enfrenta nuestro país, el gobierno de coalición asumió la responsabilidad de abordar esta cuestión vital para el futuro de todos los uruguayos. Luego de expresar por escrito ("Compromiso por mi país") la voluntad de realizar una reforma en caso de resultar triunfante, la coalición -ya en el gobierno- creó, por intermedio de la LUC, la Comisión de Expertos en Seguridad Social (CEES), con el objetivo de lograr un diagnóstico y recomendaciones para emprender la reforma.
Se invitó a todos, no se excluyó a nadie. Desde el inicio, se buscó construir consensos y considerar todas las perspectivas para garantizar una reforma integral y sostenible a largo plazo. La propuesta finalmente aprobada en el Parlamento -que hoy rige-, a la que la izquierda política se opuso pese a los elogios de sus propios técnicos, busca garantizar la viabilidad financiera de nuestro sistema de seguridad social y fortalecer los principios de solidaridad y equidad que lo sustentan.
En materia de edades, donde se concentran la mayor parte de las críticas facilistas, la suba se hace con una escala más que razonable, muy tranquilizadora para quienes están cerca del retiro, además se realiza manteniendo las mismas combinaciones de edad y años de trabajo vigentes, asegurando la misma cobertura que tenemos en el régimen vigente hoy. Por nombrar algunos ejemplos, España, Portugal, Países Bajos, Nueva Zelanda, Alemania, Australia, Bélgica, Dinamarca, Finlandia y Japón, ya tienen fijada la edad de retiro a los 65 años.
En contraste, la propuesta impulsada por el PIT-CNT y apoyada por gran parte del frentismo, representa un retroceso hacia políticas de un pasado lejano, basadas en la demagogia y el populismo. La idea de eliminar las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional (AFAP) y expropiar los ahorros individuales es un paso atrás en la construcción de un sistema de seguridad social moderno y eficiente, sin mencionar las inevitables consecuencias que esto traerá aparejado en términos de credibilidad internacional. Además, promesas irresponsables como fijar la edad de jubilación a los 60 años y garantizar pensiones iguales al salario mínimo nacional son inviables y ponen en riesgo la sostenibilidad del sistema a largo plazo.
Por supuesto, la pregunta obvia es: después de 15 años de gobierno frentista, ¿por qué no aprovecharon a realizar la reforma imprescindible que tanto reclamaban Vázquez, Mujica y Astori? ¿Por qué el PIT-CNT no propuso derogar las AFAP? ¿Por qué no hicieron más que establecer restructuraciones que, como dijo el propio Astori, fueron a "contrapelo" de las necesidades del sistema?
Es fundamental que la ciudadanía sea consciente de las implicancias de su voto. No se trata simplemente de elegir entre dos opciones, sino de definir el rumbo de nuestro país en el largo plazo, pensando en las próximas generaciones. Apostar por la reforma del gobierno es apostar por el futuro, por un sistema que garantice pensiones dignas y sostenibles para todos, pero particularmente para los más desfavorecidos. Por el contrario, ceder a las presiones populistas es condenarnos a repetir los errores de otros por puro dogmatismo y poner en riesgo el bienestar de las generaciones futuras.
El sábado pasado el PIT-CNT entregó las firmas al Senado, estamos ante una encrucijada histórica. La Coalición debe enfrentar unida este nuevo embate. Como en la LUC, ya no hay lugar para grises. Es hora de tomar posición y defender lo que creemos mejor para nuestro país. Y esto corre especialmente para la izquierda política, en la que muchos ya han dejado claro que su propuesta es la del PIT-CNT, pero en la que todavía hay especuladores que pretenden no tomar partido. No pretendemos "cargarle la mochila" de la reforma de la seguridad social al Frente Amplio, como ha dicho su presidente Pereira, pero no permitiremos que disfracen su apoyo de indecisión. Hay dos opciones y hay que escoger una.
Yo elijo defender y apoyar la que hoy tenemos, que es muy clara y muy buena.