15 de April del 2024 a las 14:33 -
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Ni por las buenas ni por las malas 
Los venezolanos deben preguntarse si es cierto eso de que "no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista". Mejor, dicen ellos, "venezolano que lo resista".

(escribe prof. Alejandro Carreño T.)  "Ni por las buenas ni por las malas"; o sea, de ningún modo. Una declaración impropia de cualquier régimen democrático, pero que tiene mucho sentido en un régimen totalitario, en el que los derechos elementales de las personas son administrados por el Estado, lo que equivale decir que usted no tiene ningún derecho. Y Diosdado Cabello, el segundo de Venezuela, no solo anda dando con el mazo en su programa homónimo Con el mazo dando, que desde el año 2014 martiriza a los venezolanos con sus consignas bolivarianas y sus odios exacerbados contra todo aquel que no piense como ellos.
El jueves 11 lo hizo en la Asamblea Nacional, equivalente al Parlamento, con motivo del aniversario de los 22 años del golpe que derribó a Hugo Chávez (11 de abril de 2002) y lo mantuvo fuera del poder por dos días. El Comandante permaneció en el poder 14 años (1999-2013). Diosdado Cabello, que además es diputado, acalló cualquier atisbo de reacción con sus palabras dadas a mazazos, anunciando chavismo hasta que cumpla un siglo, cuando espera que "haya un revolucionario" o "una revolucionaria como presidente de este país". 
Los venezolanos deben preguntarse si es cierto eso de que "no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista". Mejor, dicen ellos, "venezolano que lo resista". El problema para el pueblo venezolano es que Nicolás Maduro resultó ser un discípulo más absolutista que su maestro, y su afán no es otro que apernarse en el Palacio Miraflores (sede del gobierno de Venezuela). "Los opositores no volverán nunca a gobernar", dijo el hombre del mazo. "Ni por las buenas ni por las malas van a gobernar este país". 
Los venezolanos ignoran quién le habrá dado Dios a Cabello, pero, evidentemente, Dios no está para estas jugarretas dictatoriales. Me imagino que no. Lo que no ignoran, sin embargo, es la violencia del discurso bolivariano que los atemoriza y limita sus derechos elementales, hasta el derecho de pensar diferente. Es un discurso impositivo: "Los oficialistas están obligados a vencer", dice, como si al frente tuvieran a alguien que pudiera vencerlos. De hecho, María Corina Machado, el único candidato opositor con posibilidades reales de vencer a Maduro en una elección limpia, fue inhabilitada por la justicia.
Y no solamente eso, Diosdado Cabello no pierde oportunidad para atontar al pueblo con la doctrina bolivariana que deja en manos del Estado totalitario el destino del individuo: "Nadie aquí que diga ser revolucionario puede tener una agenda particular, aquí hay una agenda colectiva que hoy tiene al frente a Nicolás Maduro Moros, que es nuestro candidato presidencial". Es decir, el discurso sin derecho a réplicas construye la realidad oprimida en que viven los venezolanos, sometidos a una realidad que tiene a millones de ellos fuera de su país.
Las palabras construyen realidades. Y en el caso de Venezuela, las palabras no solo construyeron una realidad que lleva décadas sometiendo a su pueblo, sino que, además, la solidifica día tras día en sus fronteras, e intenta, con más o menos éxito, imponerla en otras regiones de nuestra América Latina. 
"Ni por las buenas ni por las malas" es el epítome de un discurso bolivariano que ilustra sin eufemismos, lo que significa una dictadura.

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