Escuchamos al Intendente argumentar duramente contra el proyecto de transparentar los ingresos a las intendencias esgrimiendo argumentos que, aunque se digan con firmeza no son más que excusas que buscan asegurar el mecanismo del clientelismo político.
Dice defender la autonomía municipal, cosa que no está en cuestión, será cada gobierno que diga los funcionarios que necesita y cuántos va a ingresar. Permitir que el derecho al trabajo de todos los ciudadanos de un departamento sea ejercido en igualdad de condiciones no es ir contra la autonomía. Lo que quiere es designar él sólo sin que haya un criterio acordado y amparado por la ley. No podemos pensar que la confianza plena en una persona se tenga que asegurar por el marco legal, es absurdo. Sino que tenemos que velar por el derecho de todos y la transparencia.
A esto reafirma diciendo que si se va a resolver se haga en el ámbito de la Junta Departamental, sabiendo que por el solo hecho de ganar las elecciones la propia Constitución le asegura mayorías automáticas. O sea que es carrera ganada y parte con ventaja.
Yo nunca le pregunto a nadie que vota, dice, cuestión en la que debemos tener fé en él, en que esto sea cierto. Pero yo me pregunto si el pedido de un trabajo y el otorgamiento del mismo no le genera a una persona necesitada una dependencia automática. Son dos personas: una que tiene una necesidad y otra que tiene el poder de solucionársela, lo que genera dependencia y agradecimiento.
Dice que él da tranquilidad y amplitud, y nosotros debemos creerle. Pero así no se legisla, se legisla en general y para toda circunstancia. Salvo que la ley dijera que tenemos unas reglas gobernando Besozzi. Cosa que no es admisible. ¿Y si gobierna otra persona qué pasa? Parece que nos manejamos en una cuestión de fé y no en el marco del Derecho, porque las leyes no tienen nombre y apellido, son para todos y deben contemplar cualquier situación.
Dice que muchas veces una persona entra para algo y después le reclama cambiar de función, de tarea o de grado, con lo cual seguimos en la misma, es como una estancia dónde todo depende de la voluntad del patrón, menospreciando que hay un Estatuto del Trabajador Municipal, y que él decide todo.
Después canta que 1700 funcionarios no hacen la diferencia para ganar una elección, cosa que es relativa, se han ganado o perdido gobiernos por 200 votos.
Y en el colmo de la argumentación pone un ejemplo brutal. Cuando le increpó al sindicalista Juan Echenique, que reclamaba ingreso por concurso y sorteo, que él lo colocó en la intendencia. Y se coloca en una postura de patrón traicionado, cuando todos sabemos que Juan Echenique se paseó meses con una bandera de la lista del intendente en su moto, para lograr el mérito para que le dieran un trabajo. Sabía Echenique lo que cuesta un favor y por eso reclamaba igualdad de derechos.
Un Gobierno no es una estancia.