(escribe prof. Alejandro Carreño T) El 28 de julio próximo son las elecciones presidenciales de Venezuela. En realidad, da lo mismo si no las hubieran, pues el ganador será: Nicolás Maduro. Pero el dictador necesita realizarlas para darle a su triunfo ese aire de grandeza democrática que tanto les agrada respirar a todos los tiranos como él. Tan eufórico está con su mediático espectáculo que hasta convidó a observadores internacionales a su fiesta, incluyendo a representantes de la ONU y UE, siempre y cuando, dijo el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Elvis Amoroso, “cumplan con los requisitos y la normativa constitucional y legal”.
El amoroso Elvis agregó, además, que se decidió a repartir las invitaciones para la fiesta, considerando “las propuestas contenidas en el acuerdo firmado en Bridgetown, capital de Barbados, el 17 de octubre de 2023, y el gran acuerdo de Caracas del 28 de febrero de 2024”. La sorpresa recayó en la UE, puesto que, en julio del 2023, Jorge Rodríguez, jefe del Parlamento venezolano y afín al régimen, dijo que ninguna misión observadora de la Unión Europea (UE) sería convidada para las elecciones de este año. Cambió de parecer, siempre y cuando no la integre ningún diputado. Nada de observadores políticos; solo técnicos.
Y la cosa iba en serio: “Aquí no vuelve ninguna misión de observación europea, no vuelven, por groseros, por colonialistas”, dijo Elvis en su oportunidad cantándoles “las cuarenta”. Pero se arrepintió, tan amoroso él, a pesar de que Parlamento Europeo había condenado la decisión “arbitraria e inconstitucional” de inhabilitar a políticos antichavistas. Lo que pasa es que al régimen hay que decirle a todo “amén”, como al cura en la iglesia, para que parezca oración (ya vieron ustedes lo que le ocurrió al medio online Deutsche Welle Español, ahora, en estos días: cerrado por no alinearse con el relato oficial).
Entonces, la mesa está servida para que Nicolás Maduro, presidente desde 5 de marzo de 2013, sea reelecto y comience a sentirse eterno en el cargo, sobre todo ahora que María Corina Machado, candidata de la oposición que ganó las primarias de octubre del año pasado con 92,35 % de los votos, fue sacada rápidamente de la carrera presidencial, inhabilitada por 15 años por Elvis Amoroso a finales de junio de 2023, argumentando que había participado en una trama de corrupción liderada por Juan Guaidó, autoproclamado presidente interino en 2019, cuando dirigía la Asamblea Nacional. Sin embargo, la Contraloría no presentó ninguna prueba.
Pero María Corina Machado patalea: “Quiera o no quiera Maduro, se va a medir conmigo y lo vamos a derrotar en elecciones presidenciales”. Dice que no puede haber elecciones sin ella, pues representa la soberanía: “No pueden hacer elecciones sin mí, yo represento la soberanía”, aludiendo a sus 92,35 % obtenido en las primarias. La fundadora del movimiento político “Vente Venezuela”, por empeño y entusiasmo no se queda. Empero, a Nicolás Maduro le importan un bledo el empeño, el entusiasmo y si Venezuela viene o va.
Él ya preparó la fiesta y nadie ni nada le va a impedir que reviente los globitos y se coma la torta. Después de todo:
¿Quién manda aquí, ah?