Vivimos en los días de febrero bajo el imperio del Dios Momo. Donde todos los sueños son permitidos y el amor no tiene restricciones. Un hombre puede disfrazarse de magnate o de mendigo, y todas las muchachas de orígenes humildes, tienen el derecho de maquillarse como nunca, a poner sobre sus cabezas brillosas coronas de lentejuelas. A sonreírnos con simpatía y con sus pupilas iluminadas de alegría, mirarnos con autoridad desde sus tronos imaginarios de reinas y princesas.
En el reinado del alborozo, los dolores y frustraciones intentan ser olvidados, la realidad coloca su fantasía de esperanzas y algarabía desmedida, los jóvenes tienen sueños coloridos y los viejos miramos el pasado con nostalgias y melancolía, los carnavales de antaño.
Es febrero... el sábado se festejó el desfile inaugural en la avenida, y otras familias se reunieron con una picada arriba de la mesita ratona alrededor del televisor, mirando el carnaval nuestro, o las murgas de Montevideo.
De alguna forma febrero nos transforma el espíritu y quizás pese al calor, nos sentimos un poco más tolerantes, agradables y bondadosos. La brisa nos dibuja en los labios una sonrisa y las noches estrelladas nos permiten ilusionar que los meses del año que nos resta, podríamos vivirlos y sentirlos como si fuera posible, llamarlos de febrero.
En Mercedes, el imperio de Dios Momo no se reduce solamente a la Manzana 20. En las esquinas de los barrios más lejanos, los muchachos que nunca bajan a la rambla festejan, se divierten y disfrutan el carnaval a su manera.
Yo por ejemplo, que soy uno de los que nunca falta al carnaval oficial, fui invitado a asistir a otro carnaval... lejos de los grandes focos, las luces coloridas del tablado y los flashes de las cámaras de los celulares.
Un amigo apodado de "Yayo Peñarol" (desconozco su nombre y apellido, pero no importa) me invitó a "su" carnaval y el de sus amigos, un carnaval diferente, sin las exigencias ni la obligación de competir, un carnaval sin lujosos y caros trajes, o ropas coloridas. Un carnaval sin jurado, que no tiene la exigencia de cumplir reglamentos.
Un carnaval sin apoyo de empresas, un carnaval diferente, hecho con ganas y a pulmón, un carnaval casi prohibido, clandestino y subversivo.
Un carnaval sin reloj que controle el tiempo de disfrutar.
Carnaval para reír, bailar y "empacharse" de felicidad...
Carnaval de barrio, como los de antes, allá en donde se juntan los muchachos todo el año. En la esquina del Rockandmbe en Ferrería y Galarza.
Esta noche, cuando Pepe Romero anuncie por el micrófono de Manzana 20, su célebre frase: "Pueblo carnavalero de Soriano..."
Allá lejos de la rambla, también habrá carnaval..
Es hoy a las 20.00 horas, sosteniendo la cultura popular en el imperio de Momo.
Jóvenes en la esquina riendo de felicidad... Fuego en el cordón de la vereda calentando las lonjas, mojando las gargantas con vino, y al ritmo de los tamboriles, festejando el carnaval...
Artigas Osores