(escribe prof. Alejandro Carrreño T. ) Milei ha acaparado la agenda noticiosa de América Latina. Pero otras cosas están ocurriendo también en nuestro continente que son relevantes para nuestra realidad política. Noboa asume la presidencia de Ecuador por sólo un año y medio: desafíos son desempleo y violencia. El jueves 23 de noviembre Daniel Noboa asumió la presidencia de Ecuador, un país sumido en profunda crisis política, económíca y de seguridad pública. Es cierto que su mandato será de apenas un año y medio para terminar el periodo 2021-2025, que Guillermo Lasso, el ahora expresidente, interrumpió al momento de aplicar la “muerte cruzada”, recurso constitucional, que permite disolver la Asamblea Nacional y celebrar nuevas elecciones generales. Debe recordarse que dicha Asamblea Nacional era opositora a su gobierno.
¿Cuánto puede hacer un gobierno, de la corriente que sea, en un año y medio de gobierno, especialmente en un país como Ecuador tan conflictivo y convulsionado por la descontrolada violencia? No creo que mucho. Pero el cambio de sintonía política sí puede afectar las próximas presidenciales en las que la izquierda querrá retomar el poder perdido en estas elecciones. ¿La misma candidata “correísta”, Luisa González, derrotada por Noboa? No lo creo. El “correísmo” está en franca retirada como su líder, refugiado en Bélgica, la tierra de su esposa, arrancando de la justicia ecuatoriana.
Recordemos, solamente, que el 27 de abril de 2020, la Corte Nacional de Justicia de Ecuador sentenció a 8 años de prisión al expresidente Rafael Correa por el delito de cohecho en el Caso Sobornos 2012-2016. Lo que Noboa sí tiene claro es que para combatir la delincuencia es necesario combatir primero el desempleo. Habló de reformas que enviará con urgencia a la Asamblea Nacional. Urgencias “deben ser tratadas con responsabilidad y pensando primero en el país”, aunque no mencionó de qué tipo serían estas urgencias. Habló también de unidad nacional: mi proyecto es “pro Ecuador” y “anti nada”, porque los “pro” son infinitos y los “anti tienen techo”.
Desempleo y seguridad son los temas, en consecuencia, prioritarios como políticas de Estado para el Presidente Noboa: “Ecuador ha pasado tiempos muy difíciles: retos económicos, de seguridad y la muerte; la real y la política. Creo en un Estado que tiene como primer objetivo reducir la violencia y volver del progreso una costumbre. Más allá de todos los retos que tenemos, creo en el Ecuador, en el cambio y en su futuro”. Y tiene razón. Alrededor de 323.000 ecuatorianos están desempleados y el trabajo informal representa más del 50% de la economía, según datos oficiales al tercer trimestre del 2023 (Fuente: La Nación de Argentina del 23 de noviembre).
Y la misma fuente nos entrega datos catastróficos sobre la delincuencia: “Ecuador se ubica actualmente entre los países más violentos de la región. En el año 2021 registró una tasa de muertes violentas de 13,9 por cada 100.00 habitantes, cifra que casi se duplicó al año siguiente y que se espera que este año se aproxime a las 40 muertes por cada 100.000 habitantes. En las provincias más calientes, esta tasa es incluso mayor”. Pero Noboa se tiene fe. Tiene fe en la fuerza de su juventud: “Muchos creen que la juventud es sinónimo de ingenuidad, para mí es sinónimo de fuerza, fuerza para vencer los retos que se nos imponen, porque eso es lo que el Ecuador necesita”.
Es de esperar que esta juventud sea, por el bien de Ecuador y de América Latina, una juventud reflexiva, transparente y, sobre todo, humilde. Llana a aprender de sus errores y enmendar rumbos, considerando el poco tiempo que estarán en el Palacio de Carondelet. A su favor tiene el mérito de ser un joven estudioso con varias maestrías relacionadas con economía y negocio y otra en “Comunicación Política y Gobernanza Estratégica”, lo que demuestra determinación y constancia. Tampoco se perciben en su discurso ni arrogancia ni superioridad moral.
Muy diferente a lo que nos tocó a los chilenos.