Traigo conmigo mi pasaporte que dice lo siguiente: “En nombre del Presidente de la Republica Oriental del Uruguay se ruega y requiere que se deje pasar libremente y presten en caso de necesidad toda ayuda y protección a la persona a cuyo favor de extiende el presente pasaporte.”
Ayer luego de una espera ansiosa de cuatro días oímos la conferencia de prensa que dio el Sr, Presidente de esta República, esperando nos aclarara alguna cosa acerca de eventos por demás dudosos ocurridos en el gobierno que preside. Una gran desilusión. No aclaró nada, respaldó actos y personas que al mismo instante estaban renunciando. No explica, entonces porque les aceptó la renuncia. Admitió que se destruyó un acta notarial que formaba parte de una investigación judicial, y autorizó con su presencia una reunión convocada en su nombre, a la cual había que entrar por la puerta de atrás, en la cual se acuerda una versión de dos subsecretarios a dar en la Justicia. Nos dice que estuvo en conocimiento de dos reuniones previas a una interpelación del Senado donde se ponen de acuerdo en qué decir, porque cuando uno no dice la verdad corre el riesgo de contradecirse. Dos reuniones en una casa del Prado del Ministerio del Interior, y una a la que había que entrar por el garaje.
Como dice más arriba un pasaporte es algo serio, cualquiera que haya tenido que hacer ese trámite sabe que hay que pedir hora, sacar el Certificado de antecedentes policiales, pagar en una agencia de cobro, concurrir en persona, llevar partida de nacimiento; y sobre todo esperar que se lo entreguen. Y uno sale contento porque ahí dice que lo presenta el Presidente en cualquier lugar del mundo donde lo presente, tiene el escudo, y lo da un país prestigioso. Hasta este gobierno, ahora andan rusos truchos, un narco pesado, prófugo y peligroso con la misma libreta que uno.
Las personas que renunciaron dijeron en el Parlamento que no conocían a esta persona, que ya había caído presa con un alijo de droga en 2013 junto a otra persona oriunda de aquí; negaron la existencia y luego la información sobre un chat que advertía sobre la peligrosidad de esta persona y la inconveniencia de que fuera liberada. Estaba preso en otro país por portar un pasaporte falso, justamente. Pues a esa persona se le hizo el trámite estando en la cárcel de un país a 25 horas de viaje en avión y 13400 km, de un día para el otro, entregado en mano propia y con el cual el preso pasó a ser prófugo de la Justicia internacional, investigado entre otras causas por el asesinato del Fiscal General de Paraguay.
Dijo el Presidente que el pasaporte había que dárselo, y también se equivoca. Se podía haber negado, dado parcialmente para el retorno, o bien demorado hasta tener alguna certeza mayor que la exigencia, el conocimiento y la habilidad de su abogado.
Ahora, llenos de dudas como quedamos los orientales ayer, ¿cuál es la motivación para que un gobierno se implique con semejante diligencia en un trámite que quemaba las manos? Porque esto costó al Gobierno dos subsecretarios, un Canciller, varios funcionarios de rango menor y quién sabe qué más. Por suerte esto sigue en la Justicia y no estamos encendiendo la pradera, porque nos duelen las Instituciones republicanas. Para representarlas hay que olvidarse de las amistades, las relaciones personales y los compromisos. Solo la independencia de compromisos permite que se ejerza el poder con responsabilidad y ecuanimidad como debe hacerlo un presidente. Debe elegir a las personas con criterio porque luego debe responsabilizarse por todo lo que hagan, porque cuando hablamos de instituciones de una república, no hay nada más importante. No hay conocidos de hace 30 años, no hay actuaciones sin conocimiento, no hay responsabilidades que no nos quepan, no hay cansancio; solo hay deberes. El pueblo no puede tener dudas, ni sospechas, ni zonas oscuras. Veníamos de problemas en el piso 4 de la Presidencia, ahora sumamos el piso 11 y el garaje. Esperemos de corazón que no se nos derrumbe el edificio y transitemos hacia un próximo gobierno sin tantas dudas y en paz, como buenos orientales.