Cómo tener esperanzas frente a este caos de integridad moral, de faltas de principios y honestidad intelectual de quienes nos gobiernan.
Cómo seremos capaces de criticar los gobiernos de países vecinos, de señalar sus políticos y reírnos de ellos.
Con qué cara le decimos a esos pueblos vecinos que tienen los gobiernos que se merecen, o acaso los uruguayos también nos merecemos este gobierno, que todos los días nos sorprende con un escándalo nuevo.
No son suficientes los dedos de la mano para contar los casos de corrupción, los turbios negocios, coimas, falsificaciones de documentos, crímenes y abusos sexuales.
Tenemos un presidente que dice al principio ser amigos de todos los vinculados en todos los casos, y después reafirma en los medios de comunicación haciéndose el distraído de desconocer los hechos.
El mismo señor presidente que prometió transparencia, los mejores cinco años, que se acababa el recreo y diferenciaba los "gente de bien, de los que tenían apariencia delictiva".
Yo no sé compatriotas si al igual que yo, usted está indignado. Pero esto no es una campaña política contra este gobierno, este es un comentario de un jubilado que ve en su país a sus pares y los trabajadores, sumergidos en la pobreza y la miseria de los que ganan salarios de hambre.
No voy a ser cómplice con mi silencio. No yo, que al igual que usted, se reventó o se revienta el lomo para darle una vida digna a sus hijos. Educarlos y darles ejemplos de honestidad y buenos principios.
Que pueblo se merece un gobierno de estos, que mienten sin escrúpulos en los juzgados, en el parlamento y en cada oportunidad que tienen, para reírse escandalosamente de nuestras caras.
Que más le faltan señores al pueblo uruguayo, para que puedan entender que todos ellos juntos son una farsa. Que no es más concebible convivir con tantos escándalos.
Hoy de tarde, mañana o cualquier día de estos, cuando apronte el mate y a las 19.00 horas se disponga a ver con su familia los noticiarios sentados en el sofá de la sala de estar, mírele la cara a cada uno de ellos, la de todos los políticos y todos los partidos, y pregúntese si alguno de ellos vive o vivió las penurias que usted y yo pasamos para poner el pan arriba de la mesa y criar con dignidad a nuestros hijos.
No se deje engañar por las apariencias de gente de bien…
¡¡Que son todos iguales!!
Artigas Osores