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18 de October del 2023 a las 11:13 -
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18 de octubre de 2019: el destape de los bárbaros
La barbarie comenzada el 18 de octubre de 2019 por las hienas del llamado “octubrismo”, con sus actos desprovistos de cualquier atisbo de racionalidad, se apoderó de Chile y su gente.

(escribe prof. Alejandro Carreno T.) No fue Viernes 13, la película de terror que se estrenó el 9 de mayo de 1980 y que recaudó $ 59,8 millones en todo el mundo. Fue el 18 de octubre de varias décadas después, que comenzó a filmarse en un país llamado Chile, una película de terror dantesco. A diferencia de Viernes 13, esta no era ficción. Sus actores, venidos de los bajos fondos de la especie humana, humanamente incompletos, descompuestos en su condición moral, vermes de Chile, se tomaron el país protegidos por oscuros intereses políticos e hicieron del terror su arma de dominación. Un terror que ni la más espeluznante realidad soñada o escrita, se había dejado caer sobre esta angosta, larga y ahora destruida faja de tierra.

La barbarie comenzada el 18 de octubre de 2019 por las hienas del llamado “octubrismo”, con sus actos desprovistos de cualquier atisbo de racionalidad, se apoderó de Chile y su gente. Era una especie descocida para el país. Energúmenos toscos, incultos, groseros y crueles. Salvajes. Hordas salidas de un infierno desconocido, dirigidas por delincuentes violentos y perversos llamados “primera línea”. La civilización fue arrasada: decenas de estaciones de metro, clínicas, hospitales, consultorios, fuentes de soda, bares, restoranes, iglesias, museos, escuelas y colegios, locomoción colectiva, supermercados, centros comerciales, compañías de bomberos, calles y plazas. Comisarías y regimientos atacados.

Y La Moneda estuvo a metros de ser saqueada también el viernes 12 de noviembre, lo que hubiera significado el fin del gobierno de Sebastián Piñera. Tres días después, Piñera, incapaz de mantener el orden y enfrentar la insurrección de los bárbaros, llama al desgraciado Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, entregando en bandeja el país a las hienas y a sus azuzadores que hoy gobiernan. La insurrección no significó solamente la destrucción material de Chile, cuyas huellas el turista puede observar en un Santiago calamitoso o en otras ciudades importantes del país como Valparaíso. Cito solo algunos ejemplos emblemáticos de recintos públicos y privados destruidos: Iglesia San Francisco de Borja, Plaza Metro Baquedano, Café Literario de Providencia, Exmuseo Violeta Parra (Santiago). Calle Condell, Banco Estado (Valparaíso).

La historia de estos lugares saqueados y destruidos, usted puede acompañarla en el reportaje del diario La Tercera de Santiago, del sábado 14 de octubre recién pasado. Pero la insurrección de los bárbaros significó también la destrucción moral del país. Sus acciones aplaudidas por políticos de la oposición que hoy son gobierno, degradaron cuanto quisieron a la ciudadanía. Solo algunos ejemplos: en cualquier momento detenían un automóvil y bajo amenaza, los pasajeros debían bailar al compás de sus burlas y sarcasmos, con la amenaza de agredirlos y destruir el vehículo; los automovilistas debían pagar “peaje”. Eran detenidos por delincuentes desnudos del ombligo hacia arriba, con botellas de alcohol, palos y garrotes. Usted, por su seguridad y la de su vehículo, debía pagar, acto que a veces se repetía varias veces en el trayecto.

De la clase política, cobarde y miserable, de la peor especie que ha tenido Chile, solo puede afirmarse que se entregó como meretriz cualquiera a los designios de los delincuentes de la primera línea y sus seguidores descerebrados. Si hasta fueron recibidos en el Congreso. Y gran parte de quienes hoy habitan La Moneda, comenzando por Gabriel Boric, azuzaron a estos maleantes con sus arengas y discursos disruptivos. Como se sabe, Boric indultó a varios de estos delincuentes y les otorgó pensión de gracia. ¡Una vergüenza que ilustra la razón de por qué el país se encuentra moralmente por los suelos! La prensa, por su parte, se hizo eco de toda esta bajeza humana, apoyándola y justificando su barbarie.

Chile hoy vive en la cuerda floja. Es un Estado fallido moral, social, cultural, económica y políticamente degradado. A cuatro años del estallido delincuencial, las hienas continúan al acecho y no pierden oportunidad para quemar escuelas y colegios, recintos particulares y dependencias públicas. Si la misma Moneda, a plena luz del día, fue recientemente vandalizada.

Nada que hacer. Son las vivencias cotidianas, patéticas, de un país llamado Chile, que fue, sin duda, mucho mejor un día.

 

(*) foto extraída de  www.emol.com

 

(1923)


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