A quienes culpan los pobres de sus desgracias.
Al gobierno, señalan los religiosos, porque el hombre es culpable de todo pecado.
A dios, acusan los escépticos con ironía.
Al poder, al sistema y las religiones alertan los revolucionarios.
Pero los pueblos pobres de mi continente, continúan bajo la cruz, rezando arrodillados aguardando milagros.
Que regrese el hombre que dividió el pan y sanó a los enfermos.
Mientras faltan médicos, medicamentos y cama en los hospitales.
Y los comercios aumentan diariamente los precios.
Las injusticias y la paz, no son buenos amigos…
Del hambre y la ignorancia el poder se alimenta.
Del mismo vientre nace la violencia.
Los titulares de la prensa cuando pueden simulan.
Y cuando ya es inevitable los editoriales buscarán una forma de condenar la pobreza.
Y la sociedad acomodada grita en coro:
¡Los que viven en las periferias!
Aún cuando los jóvenes pobres sufren violencia…
Aún cuando un hombre rico y con poder político es un degenerado que abusa de menores.
De menores pobres con y muchas fragilidades…
Hoy son gurises del parque Batlle, ayer fueron las niñas de las playas del este.
Los y las que abusó el poder económico, para satisfacer a pedófilos sus instintos sexuales.
¡¡La justicia los ha condenado!!
No a todos…
La mayoría están sueltos, algunos escondidos en los cajones de los juzgados.
Y también dudamos que sea por mucho tiempo…
¿Por qué será que los pobres dudamos de la Justicia…?
Ninguno de los tres poderes del Estado nos genera confianza.
¿Quién confía en el Presidente?
¿En los senadores y diputados?
¿Quién confía en la Justicia?
A algunos les resta la fe…
Y rezan esperando milagros.
Colgado en la pared de un edificio abandonado, un viejo panfleto de letras gastadas grita de puño cerrado.
¡¡Ni patrones, Ni dios, Ni estado!!
Perdido por las calles de la capital, pienso que el sistema nos ha vuelto ciegos.
No entiendo por que los pobres no vemos ni escuchamos el viejo panfleto de los anarquistas…

Artigas Osores