
Treinta años dura la espera para acceder al gobierno, y claro está, el apetito, los compromisos, las demandas de los que apoyan cuando no se gana, son un compromiso pesado para un gobernante de partido tradicional, porque eso forma parte de su cultura y su fortaleza política, el compromiso personal y el honor de defender al partido a toda prueba. Así dice el presidente; “le creo a Penadés”, y primero son sus amigos. En esa fidelidad cae Alejandro Astesiano, cuando acuerda arreglar el pastel por cuatro años de cárcel y los delitos más evidentes, para que no se siga rascando; a pesar de que a él parece que no lo conocían, aunque cuidaba al Presidente y a su familia, y ocupaba una oficina en la Presidencia, y era el Jefe de la Custodia Presidencial.
Treinta años de espera por una silla, un sueldo o un privilegio. No es poca la espera, y la misma alimenta la fila y el apetito. También hay que cumplir con la coalición, así que hay Ministerios, Ministerios nuevos, oficinas, directorios, oficinas departamentales, jefaturas, cargos, carguitos y hasta colocaciones en empresas privadas de amigos, para cumplir con todos.
Mientras se coloca toda esta gente, se habla de gastar menos y recortar el déficit fiscal, asumiendo que no a todos se podrá dar. Por eso para hacer caja, recortan gastos social y enseñanza.
Así aparecen personas que no saben acerca de lo que tienen que gobernar, pero hay que darles un sueldo, esperaron treinta años.
El otro rubro son los empresarios que saben del tema, pero que tienen por su propia trayectoria intereses que defender, corporaciones que atender; tenemos empresarios en el MGAP, en Industria y Energía, en Transporte, en ANCAP, UTE, ANTEL.
Este sistema también obliga a que además del político se deba poner a alguien que sepa, y ahí se aumentan los costos.
Otro fenómeno que produce este acceso cada treinta años es que los tiempos han cambiado y ya no se pueden ocultar las cosas, hay un sistema de transparencia y de condena social, que establece que algunas conductas no son posibles. Claro ejemplo es el del político Albisu, que siendo Dr. En medicina ocupó la presidencia de la Delegación uruguaya en Salto grande, seguramente por sus conocimientos eléctricos, y que colocó la friolera de 36 personas de confianza en la CTM Salto Grande. Otro tanto, pero más chico pasó en CARU.
Pasó con ocho jefes de policía que hubo que cambiar porque no asumían que la Policía hoy es distinta, más moderna, más depurada, y más controlada, porque pasaron treinta años.
Lo otro que se nota es el apuro, esto dura cinco años y hay que apurarse, todo tiene que ser rápido, porque después tenemos que esperar treinta años, entonces en el apuro baja la calidad y la prolijidad.
Si volvemos a los 90, recordamos las ventas de los Bancos Comercial, De Crédito y Pan de Azúcar, no podemos olvidar nombres como Benhamou, Rhom, Braga, Grenno, Cambón, que adornan una gestión de apertura al capital internacional, desregulaciones, rebaja de salarios y otros males.
En contraste, el Frente Amplio ocupó los cargos políticos con gente idónea: doctores, ingenieros, trabajadores del ramo, y algún improvisado también tuvimos no se puede negar, pero muchísimo menos y más cuidados, sin dudas.
A la salida de este gobierno, esperemos que los males no sean muchos, que se puedan reparar y seguir avanzando, y que los jugadores de hoy vuelvan al banco por treinta años.
Escribe: Edil Jorge Cardona (Frente Amplio Soriano)