El Consejo Directivo Central (CDC) de la Universidad de la República resolvió otorgar el título de Doctor Honoris Causa a Luisa Cuesta.
El rector Rodrigo Arocena definió a Cuesta como una representante de la "creación de valores" y como una defensora de los derechos y obligaciones ciudadanas, "mucho más allá de su caso personal". La distinción será entregada este 30 de agosto, Día del Detenido Desaparecido.
Nebio Melo es el motor de la lucha de Cuesta, que con 93 años sigue expectante de poder encontrar el cuerpo de su hijo, al que busca desde hace 37 años. Él era militante del Partido Comunista Revolucionario y tras emitirse una orden de captura en su contra, en los primeros días de 1974, debió exiliarse en Argentina, donde dos años más tarde fue secuestrado, mientras tomaba un café en el bar Tala, de la estación de la línea C de trenes en Belgrano. Eso es lo último que doña Luisa supo de su hijo, a quien crió sola desde el fallecimiento de su esposo, en 1950.
La fundamentación de la FHCE a partir de un trabajo de los historiadores Carlos Demasi y Jaime Yaffé, consigna que Cuesta estuvo detenida desde el 28 de junio de 1973 hasta el 31 de enero de 1974 en el Batallón de Infantería Nº 5 de Mercedes. El mencionado trabajo recuerda el día de su detención: "Empezaron a golpear fuerte y en una me dijeron: “Bueno, vieja loca, abrí la puerta que si no te la echamos abajo”, entonces no tuve más remedio que sacarle la llave a la puerta para que entraran. Revisaron toda la casa, y el oficial que venía al mando de la tropa llamó por el aparato [el walkie talkie] y dijo: “La dueña de casa está sola”, después de haber revisado el ropero, debajo de las camas, de todo. Entonces me dice a mí: “Me dicen que la lleve” y digo: “Bue, usted sabe lo que hace, si le dicen que me lleve”».
Después de ser liberada, y tras pasar por Argentina, Francia y Holanda, denunció las violaciones a los derechos humanos en Uruguay e hizo propias decenas de causas similares. Tras ser parte de varios grupos de familiares de detenidos desaparecidos, con su vuelta a Uruguay en 1985 contribuyó a la unificación de este movimiento en uno solo, y continuó su lucha por verdad y justicia hasta el presente.