Aléjese de todo dominio, de todo poder, de toda frontera.
De todo lo obvio, de todo lo exacto y todo lo perfecto.
Lo blanco, lo puro, lo sublime.
Recuerde que la belleza nunca fue, ni será perfecta.
Que hay cosas simples y sencillas que son esenciales en la vida.
Cosas que el dinero no compra.
El ego, la fama y la arrogancia.
La indiferencia, la soberbia y la falta de empatía.
Son actitudes, gestos y sentimientos que un día la vida le pasará factura.
Yo ví… todos alguna vez vimos a hombres que se creían superiores caer de rodillas.
Por eso me alejo de los que siempre tuvieron y a los que nunca les faltó nada.
Me siento alrededor de un fuego imaginario, con mis hermanos los desposeídos, descamisados y pies descalzos.
Celebrando la esperanza de una vida nueva.
Cuando germinen las semillas que un día plantamos y florezcan los derechos y las oportunidades que todos soñamos.
Por eso aconsejo alejarse de todo.
De las promesas y las palabras bonitas.
De los pitucos, los cuellos duros y los de corbatas.
Los elogios exagerados, las sonrisas fáciles y las palmadas falsas en las espaldas.
Recuerde siempre que la belleza de la vida está en las cosas simples.
En la paz que recibe el alma cuando descubrimos en las dificultades, quien realmente te ama.
Quien te extiende la mano y te levanta.
El que sin mover los labios te dice todo con la mirada.
El amigo verdadero, que aún viviendo lejos, siempre está a tu lado.
El que te mira a los ojos y te dice simplemente, aquí estoy.
Puedes contar conmigo.
La vida no sería bella y no tendría sentido, si faltarán los verdaderos amigos.
Los que dicen que no existen… nunca estuvieron alrededor del fuego encendido.
Artigas Osores