Camina a pasos lentos entre las góndolas del supermercado, con su mano derecha carga el cesto rojo, donde con paciencia va colocando los productos de su agrado, no anda buscando precios y se queda dentro del comercio el tiempo mínimo necesario.
Entonces ese señor mayor, que la mayoría ignora cuando pasa a su lado y divide los espacios entre las góndolas, agacha la cabeza humildemente, con miedo de ser reconocido, como si su historia y su pasado de gloria, fuese un pecado.
Quien de mi generación, podría no recordarlo.
Si en los domingos lejanos, nos prendíamos a la radio, sólo para escuchar que Cóppola, Záccara o el Gallego Regueiro y otros tantos, nos anunciaran con emoción: “Atención Mercedes…”
Y era tu nombre: ¡¡SEÑOR!!
Que hoy caminas con lentitud y dificultad…
Rey de la montaña y caballero de las rutas y no sé cuántos adjetivos más usaban para calificarte y destacar tu grandeza como deportista y ser humano, que nos hacían sentir orgullosos a los que aun sin conocerte, te decíamos simplemente "Vasco".
Con las dos celestes, nos diste las mayores emociones que todo niño o adolescente tiene de sus ídolos, la del Atenas y la de Uruguay.
La gente entusiasmada bajaba hasta la rambla, con mate y termo bajo el brazo, la radio a pilas a todo volumen y la pregunta ansiosa de los que no teníamos “cómo va el Vasco…”
Y de cabeza sacábamos cuentas de segundos y minutos de la clasificación general individual, para que obtuvieras la malla oro…
Unos temprano y otros encima de la hora corrían para esperarte llegar y recibirte con gritos de euforia y aplausos…
Hace muchos años las semanas de Carnaval, la de Turismo o la Vuelta al Pueblo no son las mismas, no aquellas que desde los ranchos más humildes de nuestro departamento, te alentaban pegando gritos al cielo, para que vos, metido en el pelotón o solitario en las rutas, nos pudieras escuchar “¡¡Vamos Vasco viejo y peludo!!”
Se me caen las lágrimas al escribir estas palabras, para vos que fuiste siempre mi ídolo, orgullo de Mercedes, Soriano y Uruguay, para vos “Vasco viejo” que alegrabas con tus hazañas a todo un pueblo…
El que se paraba en los pedales y arrancaba a toda velocidad destino a la gloria.
Ahora camina lento y desapercibido entre las góndolas del supermercado, a sus ochenta y pocos años de edad… y con la misma humildad de siempre Ruben Etchebarne, sigue siendo mi ídolo…
¡¡Gracias Vasco viejo!!
Artigas Osores