(escribe, Sergio Pérez) Vivimos en una época en la que la tecnología ha penetrado cada esquina de nuestras vidas, y la música no es una excepción. Los festivales y eventos musicales han seguido una tendencia hacia la comercialización extrema, donde la pura destreza técnica y la genuinidad del sonido se han dejado atrás en pos de un espectáculo más “vendible”. Sin embargo, ¿hemos considerado el precio que estamos pagando al sacrificar el sonido natural y auténtico de los instrumentos acústicos? Como músico instrumentista y solista, quisiera salir en defensa y reivindicación del sonido inalterado de la guitarra clásica, una herramienta crucial en el rescate y perpetuación de nuestro riquísimo folklore latinoamericano.
La autenticidad del sonido - Primero y ante todo, abordemos el instrumento en sí: la guitarra clásica. Un instrumento que se ha construido con esmero, donde cada fibra de madera y cada rasguño de las cuerdas contribuyen a su timbre único. En la luthería, la ciencia y arte de construir guitarras, las maderas seleccionadas son elegidas no solo por su durabilidad, sino por la resonancia y el color tonal que aportan. En la música flamenca, por ejemplo, los magistrales como Paco de Lucía o Vicente Amigo, han demostrado que el sonido genuino de una guitarra española puede llenar salas y tocar almas, sin requerir el apoyo de equipos amplificadores.
La comercialización de la música
Con el auge de la cultura pop y la penetración de la tecnología en el ámbito musical, los festivales se han convertido en eventos más enfocados en el “show'”que en la música misma. Si no tienes una banda completa —con guitarras electroacústicas, bajos, baterías y teclados— y un espectáculo lleno de efectos de sonido y visuales, es casi como si no pudieras participar. Pero, ¿qué pasa con el artista solista, el purista que quiere capturar la esencia de la música en su forma más orgánica?
El Rol de los Sonidistas
Otro factor a considerar es la actitud de ciertos sonidistas, quienes prefieren la comodidad de amplificar un sonido directo de una guitarra electroacústica, en lugar de utilizar técnicas de microfonía de aire para capturar el sonido natural de una guitarra española. Este enfoque “fácil” no sólo degrada la calidad del sonido, sino que también deshonra la esencia misma de la interpretación acústica.
El caso del flamenco y el folklore latinoamericano
Los géneros como el flamenco, donde prestigiosos artistas han podido participar en multitudinarios festivales de jazz y otros géneros, demuestran que el sonido natural de la guitarra tiene su lugar incluso en los entornos más diversos. En el contexto de nuestra propia música, centrada en el folklore latinoamericano, la guitarra española no es solo una elección, sino una necesidad para evocar la autenticidad de las raíces culturales que representamos.
En una época donde todo es rápidamente consumible, debemos hacer una pausa y reflexionar sobre lo que estamos sacrificando en el altar del comercialismo. La guitarra, con su rica historia y su inimitable sonido, merece un lugar en los escenarios del mundo, desde los pequeños cafés hasta los grandes festivales. Tal vez sea hora de volver a lo básico, a lo auténtico, y dar a la guitarra española el respeto y el lugar que se merece en la música contemporánea.