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03 de August del 2023 a las 15:59 -
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China en América Latina
Todo en bandeja para los comunistas-capitalistas orientales, negociadores y amantes del libre mercado por sobre todas las cosas, lo que muchos izquierdistas radicales de nuestro continente aún no han aprendido.

(escribe prof. Alejandro Carreño T.) Hace tiempo, mucho tiempo, que China extendió sus tentáculos hacia América Latina, aprovechando, entre otras cosas, el abandono de los Estados Unidos por nuestro continente y la propia crisis política que desde hace años vive también la potencia del Norte, profundizada durante el gobierno de Donald Trump. Todo en bandeja para los comunistas-capitalistas orientales, negociadores y amantes del libre mercado por sobre todas las cosas, lo que muchos izquierdistas radicales de nuestro continente aún no han aprendido. Recuérdese, solamente, que los chinos ni siquiera rompieron relaciones diplomáticas con la dictadura pinochetista. Son maestros de las relaciones comerciales y representantes ilustres del libre mercado. Podrán ser comunistas, pero no tontos.

No sé, en realidad, si a los chinos les importa tanto América Latina en su cultura diversa y su gente de razas tan diversas también, como les importan las riquezas que produce nuestro continente. Y no solo el comercio, porque China también ha firmado una serie de proyectos de infraestructura con distintos países de la región: electricidad en Chile, centrales nucleares en Argentina, puertos en Brasil, por citar solo algunos ejemplos. Es decir, de una u otra forma los países latinoamericanos han comenzado a depender del comercio con China para satisfacer las necesidades de su propia economía. Los riesgos de una economía latinoamericana dependiente de un solo mercado son, precisamente, ese: una dependencia obsesiva de Pekín. Y los chinos no dan “puntada sin hilo”, como decimos en Chile.

Y no se trata de una alarma exagerada, sino de una realidad. De hecho, en estos momentos, América Latina es el segundo mayor receptor de la inversión China. Como se sabe, Nueva Ruta de la Seda o abreviadamente La Franja y la Ruta (OBOR, sigla del inglés One Belt, One Road), es una estrategia de desarrollo de infraestructura global y cooperación internacional impulsada por la República Popular China que nace el año 2013, un proyecto que comprende dos ejes, siendo el segundo el que considera a América Latina mediante una ruta marítima controlada por China, evidentemente (fuente: Wikipedia). De hecho, varios de nuestros países ya forman parte de este comercio global, entre otros: Argentina, Bolivia, Chile, Cuba, Ecuador, El Salvador, Jamaica, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela.

De acuerdo con el sitio HEINRICH-BÖLL-STIFTUNG, en un artículo de Alexandra Sitenko del 3 de agosto de 2020, China es hoy el mercado más importante para las exportaciones de Brasil, Chile, Perú, Cuba, Uruguay; es el segundo más importante para Costa Rica y el tercero más importante para Argentina y Colombia. Por su parte, el sitio DW, en su artículo “China reta a Estados Unidos en América Latina”, del 11 de abril de este año, comenta: “En 2022, el comercio entre el gigante asiático y la región latinoamericana creció cerca de un once por ciento y alcanzó unos 437 mil millones de euros, según la estadística oficial china. Pekín se ha convertido en el segundo mayor socio comercial después de Estados Unidos. En países como Brasil, Chile y Perú incluso ya es líder en este ámbito”.

En Argentina, a falta de dólares buenos son los yuanes. Más de 500 empresas fabricantes de productos electrónicos, autopartes, textiles, petroleras y mineras, han solicitado pagar sus importaciones en yuanes, según la agencia de aduanas del país trasandino (fuente: emol.economía del 26 de junio de este año). Además, siguiendo con el medio recién citado, “la proporción de transacciones en yuanes en el mercado de divisas de Argentina alcanzó recientemente un récord diario del 28%, frente al 5% del mes pasado, según datos del Mercado Abierto Electrónico, una de las mayores bolsas del país”.

En Chile, por ejemplo, no solo les interesa el litio, sino que también otros negocios como el vino, la energía eléctrica, turismo, infraestructura y agronegocios. Y, por cierto, la banca. De hecho, en los próximos meses se instalará una sucursal de Bank of China, uno de los cuatro bancos más grandes de ese país, que se sumará al Banco Chino de la Construcción (BChC), el segundo operador en la nación asiática.

Sí, China, a la moda oriental, a pasito paciente pero decidido, ha entrado por la puerta ancha en nuestro continente.

 

 

 

 

 

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