
(escribe prof. Alejandro Carreño T.) Está agitada la política brasileña. Lula lo pasa mal en el Palacio de Planalto y Bolsonaro lo pasa mal fuera de él. Pero entre pasarlo mal con poder y pasarlo mal sin poder, los políticos prefieren lo primero. Después de todo, el poder es un buen sedante para suavizar las penurias de la gobernanza. Nos centraremos, entonces, en esta columna, en revisar qué viene ahora para Bolsonaro y el bolsonarismo, luego de que el Tribunal Superior Electoral (TSE) lo inhabilitara por abuso de poder, para ejercer cualquier cargo público por un periodo de ocho años. Esto fue sentenciado el viernes 30 de junio, cuando votaron los tres últimos jueces. Se necesitaba una mayoría de pleno, es decir 4 de 7 votos. La votación fue de 5 a 2 a favor de la condena por el mencionado abuso de poder político y el uso indebido de los medios de comunicación.
Una semana antes, el viernes 23 de junio, el ahora inhabilitado expresidente manifestaba su deseo de participar en las elecciones presidenciales de 2026: “Si estoy todavía vivo y también elegible, y si es el deseo del pueblo, voy a disputar nuevamente la Presidencia”, hablando en una reunión del Partido Liberal en Porto Alegre, capital de Rio Grande do Sul. Bolsonaro exudaba entusiasmo por todos los poros: “Es lógico que no quiero perder mis derechos políticos. Hasta ya dije que estoy pensando en ser candidato a concejal en Río de Janeiro (en las municipales de 2025). ¿Cuál es el problema? No es demérito ninguno". El problema lo tendría una semana después cuando el TSE consideró que no tenía méritos.
Pero la vida continúa y en política a rey muerto, rey puesto. Más aún cuando prácticamente la mitad la población es bolsonarista. Dada esta realidad electoral, la derecha brasileña se enfrenta al dilema de buscar un candidato que la mantenga unida bajo la bandera “Bolsonaro” para las elecciones de 2026. Es cierto que el expresidente no “está muerto”, como él mismo declaró: “No estoy muerto, vamos a seguir trabajando, tenemos la intención de hacer elegir varios alcaldes en las elecciones del año que viene. No es el fin de la derecha en Brasil”. Pero los líderes no se reemplazan de la noche a la mañana. No será tarea fácil considerando lo variopinto del electorado afín del ahora inhabilitado expresidente.
Más aún cuando, a mi juicio, quien sea el escogido o la escogida, tendrá que recomponer las palabras de Bolsonaro que fueron, en definitiva, las que lo llevaron a su inhabilitación política por ocho años. Sus palabras tienen que ver con la cuestionada reunión con embajadores en julio del año pasado en el Palacio de la Alvorada, en la que habló de que en Brasil “no hay forma de seguir el conteo. No sé qué están haciendo los observadores externos aquí. ¿Qué van a hacer? ¿Qué van a observar? Si el sistema tiene fallas, según el propio TSE. Tenemos un sistema electoral que solo usan dos países en el mundo. En el pasado, algunos países intentaron usarlo, comenzaron a usar este sistema y se abandonó rápidamente”.
Habló también de “fraudes”: Tenemos casi cien videos de gente quejándose de que fueron a votarme y, de hecho, el voto fue para otra persona. Ningún video de alguien que fue a votar por el otro candidato y tal vez salió mi nombre”. Pero las imágenes resultaron falsas y fueron desmentidas por la propia Justicia Electoral. Estas son solo algunas de las declaraciones que le pasaron la cuenta. De acuerdo con la Ley Electoral, existe abuso de poder político cuando el imputado se aprovecha de su cargo y utiliza los bienes públicos para actuar con el fin de influir en el votante.
¿Posible candidato? El gobernador de São Pablo, Tarcísio de Freitas como líder autónomo, y que ha superado a su mentor en varias regiones de su estado y estados del sur y del sudeste.
Pero falta mucho para las elecciones de 2026 y la turbulencia bolsonarista aún no calienta motores.
Las encuestas que muestran el rápido ascenso del gobernador de San Pablo, Tarcísio de Freitas, ministro de Infraestructura en el gobierno de Jair Bolsonaro hasta su renuncia para poder presentarse en las Elecciones estatales de São Paulo de 2022. Es un líder autónomo que ha superdado impulsor en varias regiones de su estado y estados del sur y del sudeste, es un motivo de gran preocupación.