¿Qué fue el golpe de Estado?
¿Acaso una reacción a la insurrección armada?
¿Una respuesta a un vacío de poder político?
¿O la cristalización de un proceso económico y político que se venía generando desde décadas atrás?
Sin ninguna duda que no hay una causa única. Sería muy simplista y carente de honestidad intelectual así definirlo.
Creemos que fue la triste consecuencia de un país que se fue cayendo y que los sucesivos gobiernos no pudieron solucionar la crisis estructural generada, siendo funcionales a los poderosos intereses económicos nacionales y extranjeros.
La suiza de América, el estado de bienestar entró en crisis con el estancamiento agropecuario e industrial a mediados de los 50. La torta se achicaba.
Y ¿qué pasó?
Esos grandes sectores empresariales y del capital financiero se plantean un ajuste, muy severo, tanto de salarios y jubilaciones, como impositivo y es con la inflación que se transfieren recursos del sector trabajo al sector capital.
Un país de clase media extendida, con una sindicalización muy fuerte, se presenta la defensa ante el creciente deterioro.
Y tenemos un Estado que no es neutro. Que se puso del lado de los intereses empresariales, legislando y reprimiendo la legítima protesta.
Ni los gobiernos blancos ni el de Pacheco pudieron resolver la crisis económica, al contrario: la agravaron.
El proyecto económico capitalista concentrador y excluyente no podía vehiculizarse con los elevados niveles de movilización social, no podía implementarse en democracia.
Se imponía un régimen autoritario. No fueron suficientes las medidas prontas de seguridad ni las militarizaciones de sindicatos.
Se necesitaba un total disciplinamiento de la sociedad, que nada ni nadie se pusieran a la salvaje reestructuración capitalista, se necesitaba una dictadura.
Escribe Antonio Oten (Suplente Edil)