Muchos profesionales en sociología, psicólogos, antropólogos, estudiosos y especialistas del comportamiento humano basan sus informes y análisis en las orígenes, el pasado, en el contexto social y la perspectivas, para desarrollar sus tesis sobre las actitudes de nuestra juventud y el aumento de la inseguridad.
Una señora (que no conozco) de nombre Ivonne Abogadro realizó un comentario correcto en mi entender en una publicación de una página muy conocida de nuestra ciudad, un señor (que tampoco lo conozco) le atribuye que los aumentos de hurtos, robos y violencia, es del gobierno anterior o sea del Frente Amplio.
Esa señora dice en su argumento, que los padres de esos jóvenes, eran niños criados en la crisis de 2002.
Y sugiere que alguien algún día escribirá sobre ese tema.
Y aquí estoy, como un tipo que le gusta escribir, intentando dentro de mis limitaciones y como integrante de la clase obrera, no respenderle a ese señor, ni crear polémica con la publicación de la página de otro amigo.
Mi intención es argumentar para desmitificar una idea o concepto que a mi entender, está muy lejos de la veracidad.
Año 2002.
La crisis económica en Brasil y Argentina, el desvío (estafa) de los hermanos Peirano entre 500 y 700 millones de dólares, causó junto con otras medidas del gobierno de Jorge Batlle de protección a bancos privados la mayor crisis económica de nuestro país.
Y como siempre ocurre en estos tipos "de crisis económicas" el mayor perjudicado fue la clase obrera.
La caída del nivel de riqueza del país fue de 16,63 por ciento.
En el caso del consumo interno, son 2.000 millones de dólares menos que movió el mercado interno.
La tasa de desempleo se elevó de 10% a 17% en 2002: es decir, la cantidad de desempleados aumentó en un orden de 100.000 personas.
El salario real cayó casi 25%.
Hambre, miseria, suicidios, migración.
Aumento de familias que sin poder pagar alquileres, se mudan a las periferias en asentamientos en precarias viviendas.
La crisis económica afecta todas las políticas del Estado, la cultura y la educación son las que tendrán más consecuencias negativas.
Ella permanece hasta los días actuales y repercute en el comportamiento de nuestros jóvenes.
Poco y nada se ha hecho para tener políticas sociales que reinserten nuevamente a numerosas familias y a recuperar una vida con dignidad.
O sea que el comportamiento de nuestros jóvenes de orígenes humildes, no se puede reducir a un simple análisis que señala y culpa el anterior gobierno por el aumento de la violencia y los crímenes.
Hasta porque el aumento de los crímenes de los que usan traje y corbata en el actual gobierno, tampoco se los puede cargar en las espaldas de los jóvenes que consumen marihuana.
Los niños de 2002, serán los abuelos de los niños de las periferias de estos días.
Donde también se culparán los políticos de diferentes gobiernos mutuamente, sin nunca mirar hacia abajo y buscar soluciones efectivas para clase social que al igual que en la crisis económica del 2002, también sufre de desempleo, bajos salarios y ausencia total de políticas sociales, culturales y educativas para nuestros jóvenes.
Lo que se hace o intenta realizar no es suficiente y todos lo sabemos.
Y no es necesario ser profesional en sociología y psicología, antropólogo, estudioso y especialista del comportamiento humano, para entender la realidad.
Artigas Osores