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19 de April del 2023 a las 15:20 -
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Chile: repercusiones del “Octubrismo” tres años después
Durante tres largos años, los chilenos vivimos bajo la espada de Damocles que significó lo que a todas luces fue, desde su inicio, nada más que un caótico y amenazante estallido delincuencial.

(escribe prof. Alejandro Carreño T.)El “movimiento social” de octubre de 2019 que destruyó el país, vive hoy, más de tres años después, una revisión de lo que fueron sus “principios valóricos” que harían de Chile un país “más justo, democrático y feliz”. Durante tres largos años, los chilenos vivimos bajo la espada de Damocles que significó lo que a todas luces fue, desde su inicio, nada más que un caótico y amenazante estallido delincuencial. Con el eufemístico nombre de “estallido social” sus ideólogos quisieron cubrir la dramática realidad que se instaló en Chile como una pesadilla jamás soñada.

Los últimos meses de 2019 y los dos años siguientes fueron generosos en la grosera degradación del comportamiento humano a que turbas descerebradas puedan llegar, exacerbadas por delincuentes que recibieron el nombre de “primera línea” quienes, bajo el clamor de la efervescencia cavernícola desatada, fueron considerados ciudadanos ilustres del Chile nuevo, romantizados como verdaderos Robin Hood modernos, glorificados y recibidos como héroes en el Congreso Nacional. La vida de los chilenos se hizo eterna no en cinco minutos, como cantó Víctor Jara, sino a cada minuto.

El “Octubrismo” se erguía en gloria y majestad. Día tras día dejaba su huella troglodítica en algún lugar de nuestra larga, angosta y ahora devastada faja de tierra. La prensa televisiva, obnubilada por el “rating” de una programación al “servicio del pueblo”, se llenaba de voces que aplaudían sin tapujos la violencia cotidiana. Políticos deschavetados justificaban dicha violencia, y la azuzaban, con espurios argumentos, en cuanto que periodistas ideologizados enaltecían la entrega, el valor y el sentido de justicia de quienes saqueaban el país.

Parlamentarios como Gabriel Boric, Giorgio Jackson, Gonzalo Winter, Camila Vallejo y la inmensa mayoría de las autoridades que hoy “habitan” La Moneda, marcharon con estas turbas descerebradas, se fotografiaron con ellas y sus líderes, posaron con camisetas con leyendas odiosas llamando a la violencia, se reunieron con terroristas y delincuentes, cantaron canciones insultantes y vergonzosas en contra de las instituciones de la República y masacraron a las Fuerzas Armadas y Carabineros con epítetos muchos de ellos impublicables.

En marzo del año pasado se hicieron Gobierno. El “Octubrismo” seguía presente, ya no tanto en la destrucción vandálica, sino en la imposición de una agenda política refundadora del país con marcado énfasis en los pueblos indígenas y la identidad de género. Agenda que debería ser refrendada el 4 de septiembre con la opción “Apruebo”, pero que resultó en el mayor fracaso en la historia de la izquierda chilena. Sin una nueva Constitución que entregaría Chile al arbitrio del Frente Amplio y del Partido Comunista, el “Octubrismo” comenzó a ser visto como la causa del fracaso de la administración Boric.

Tres años y algo más desde el estallido delincuencial, el “Octubrismo”, las consecuencias son desastrosa: miles y miles de fuentes de trabajo destruidas, cesantía galopante e inflación que asuela y azota a una sociedad chilena cada vez más empobrecida, deterioro irreparable de la educación pública con la destrucción de sus colegios emblemáticos convertidos en fábricas de bombas molotov y estudiantes transformados en esperpentos de la primera línea, al borde de la delincuencia, si es que ya no son delincuentes, aumento exorbitante de la delincuencia, del terrorismo y del crimen organizado, corrupción de la política y de la justicia.

La consecuencia mayor, sin embargo, del fatídico 19 de octubre, la más destructiva para el país, fue la llegada al poder de políticos callejeros, sin ninguna experiencia política de valor para gobernar un país. Y dos de los alcaldes de comunas muy importantes de la Región Metropolitana, ambos de Revolución Democrática, partido importante de la coalición oficialista, tuvieron al menos el coraje de reconocerlo. “Pedirle a una coalición que nunca ha gobernado, que esté totalmente preparada para gobernar, es una premisa engañosa en sí misma”, declaró Emilia Ríos, la alcaldesa de Ñuñoa.

Por su parte, Tomás Vodanovic, alcalde de Maipú, dijo: “Siempre lo decía desde el inicio; yo sentía que era muy pretencioso hablar de un proyecto transformador cuando ya solo el hecho de administrar el Estado es sumamente complejo. Y nosotros no sabíamos hacerlo y teníamos que ser conscientes de ello”.

El “Octubrismo” si no ha muerto, agoniza, pero su huella indeleblemente macabra de destrucción, vandalismo, odio y estupidez humana y política, pintó de negro la Historia de Chile y el día a día de los chilenos.

 

 

(*) foto  Manifestaciones en Plaza Baquedano. ( Emol.com )

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