
“En el día de hoy celebramos con especial emoción y afecto el centésimo nonagésimo octavo aniversario del desembarco de los 33 orientales, simbolizando aquí en la playa de La Agraciada con el obelisco conmemorativo, símbolo de la libertad que todo navegante que pasa por estas aguas del río que nos da nombre lo ve he identifica que en esta tierra fértil nació la patria. Este desembarco de nuestros patriotas se produjo en la madrugada del 19 de abril de 1825, cuando inicia la Cruzada Libertadora al mando del entonces valiente Teniente Coronel Juan Antonio Lavalleja, antiguo jefe leal al General Artigas, acompañado por el entonces mayor Manuel Oribe y otros patriotas de los pueblos orientales, con el objetivo de expulsar al ejército imperial brasileño que ocupaba la Provincia Oriental, llamada en ese momento por los brasileños Provincia Cisplatina.
Debemos mencionar también a Pedro Trapani, quien fue el administrador del movimiento y el representante en Buenos Aires. Otro de sus más destacados partícipes fue el sargento mayor Pablo Zufiategui, quien también escribiría su propia historia. Los célebres patriotas fueron los pensadores de un movimiento largamente preparado, que se movilizó en una Banda Oriental altamente volátil. La primera reunión para iniciar un movimiento armado se realizó en 1820, cuando los participantes fueron Manuel Oribe, Ignacio Oribe, el saladerista oriental Pedro Trapani y Simón del Pino, Luis Zeferino de la Torre y Manuel Menéndez, entre otros. Contando estos, con la tolerancia del gobierno bonaerense, que no intervino en las actividades, pese a las reiteradas protestas brasileñas.
También vale destacar el gran respaldo de parte del sector saladerista porteño, entre los que se mencionan a Pascual Costa, Juan José Anchorena y Juan Manuel de Rosas, que tenían en ese entonces aristas de caudillo. A principios de 1823, el general Juan Antonio Lavalleja encomendó a Gregorio Sanabria, quien en 1825 sería uno de los 33, para que desde Buenos Aires pasara por Colonia, San José y Soriano, donde contactó a varios patriotas, preparando la gesta libertadora. Es así que a principios de 1825, Lavalleja y sus hombres embarcaron en San Isidro, al noroeste de la ciudad de Buenos Aires, y avanzaron cuidadosamente entre las islas del Delta del Paraná, y aguardaron dos semanas ahí a los restantes patriotas, eludiendo la vigilancia de la atenta flota brasileña. Por la noche, cruzaron el río Uruguay en lanchones, y desembarcaron aquí, en la zona de la playa de La Agraciada, en la madrugada del 19 de abril. En el momento de pisar la tierra oriental, se escucharon voces de alegría, que expresaron los más caros sentimientos de pertenencia a esta tierra, y de ansias de libertad.
En la playa, tenían que esperar los los baqueanos Basilio Araujo y Cheveste, con caballos y enceres, y una hora más tarde, de eterna ansiedad, arribaron también los hermanos Ruiz.
Vecinos terratenientes del lugar, llegaron con la caballería, y otros hombres se sumaron a la revolución que recién empezaba, comenzando a consolidar este pequeño gigante del mundo que es nuestro país. Aquí, desplegaron la bandera de las tres franjas horizontales, azul, blanca y roja, colores tradicionalmente usados ??de los tiempos de Artigas. El color azul, que representa la grandeza, la blanca, que simboliza la república, y la roja, en referencia a la sangre derramada por libertad y la independencia, en la que se leía, en la franja blanca, la consigna de libertad o muerte .
Según uno de los cruzados, Juan Spikerman, recordaba la siguiente consigna del líder Lavalleja luego de desembarcar, amigos, estamos en nuestra patria, Dios ayudó en nuestros esfuerzos, y si hemos de morir, moriremos como buenos en nuestra propia tierra, libertad o muerte.
A todo esto, el imperio de Inglaterra, que miraba expectante, vio que era mejor que la banda oriental no perteneciera a nadie, que fuera auténtica, que mediara entre dos grandes bloques territoriales como Brasil y las provincias argentinas, que fuera el algodón entre cristales , la llave de la cuenca del plata.
Para finalizar, quiero repetir una frase del general Juan Antonio Lavalleja, que es la que hoy nos convoca, mostremos al mundo entero que merecemos ser libres. ¡Viva la patria!”