Este sábado en sede de AEBU Mercedes se realizó charla abierta con doble temática: por un lado la presentación de "Historias desobedientes" y por otro el estado de la causa judicial “Los Vagones”.
Con muy buena concurrencia de público, tras la presentación de rigor a cargo de María Ingold en nombre de la organización que es de la Comisión Memoria, Justicia y contra la Impunidad de Soriano, en el marco del X Encuentro de Interiores en Red, la mesa estuvo conformada por María Julia Izaguirre de Canelones (La Paz) y Miguel Millán (Mercedes) ambos denunciantes en la causa "Los Vagones", mientras que Irma Gutiérrez lo hizo como una de las fundadoras -junto con su hermana- del movimiento "Historias Desobedientes Uruguay".
Por separado @gesor publicó entrevista a María Julia Izaguirre de "Agora", organizó que inició el camino de la denuncia, sobre el fallo de la Justicia en primera instancia donde se condena al único militar sobreviviente de los tres denunciados oportunamente, y recientemente condenado en un fallo ejemplar respecto de lo cual ampliaremos en próximas notas.
Por su parte, Miguel Millán uno de los denunciantes en esa causa de "Los Vagones", el único que no era de Canelones, sino de Soriano (Mercedes), indicó someramente sobre el tema, "el milico que está ahora, de los tres milicos, el único sobreviviente y que está enjuiciado, ese era el que me tocó a mi, fue el que me verdugueaba a mi. Los dos meses que pasé en un calabozo que le decían "la perrera", porque no entraba parado ni acostado, había un milico de pueblo, Gallo se llamaba, que de noche, cuando no había nadie, me abría la puerta del calabozo, me convidaba con mate y me daba tabaco para armar y hablábamos de bueyes perdidos.
Pero él, cada vez que se arrimaba alguno de la patota ésta de Inteligencia y sobre todo éste, el Gordo Ferreira, él estaba atento, alguien le avisaba que venía y me mandaba para adentro del calabozo de vuelta y Ferreira, andá a saber cuántas pavadas dijo, pero una que repitió muchas veces fue "todos los pichis vuelven al lugar del delito", "todos los pichis una vez que se van de acá vuelven acá" y yo pensaba para mi, el día que yo me vaya de acá, no vuelvo nunca más en mi vida, como una venganza. Pero fue tan terrible eso que no volví hasta el 2013".
Recordó que empezó a dar clases "en la cárcel de Canelones y queda a 3 km de Canellones, bajaba en el centro, iba caminando y volvía de la cárcel caminando y en el cruce de la ruta 5 y la 11 era donde estaban los vagones. Tenía que atravesar la 5 por la 11 y un día bajé, es un barrio, Los Olímpicos, y había una señora barriendo, le digo "señora aquí había unos vagones", y la señora dice "sí, cuando yo vine que era chiquita, mi tío me dijo que de ahí se oían gritos". Ah sí, le dije yo. Le pregunté si conocía a gente que hubiera estado ahí y ella me dice sí, Blanca Calero, y le pregunté donde vivía. La ciudad de Canelones es la mitad de Mercedes, tiene 20.000 habitantes por más que el departamento sea el segundo más habitado del Uruguay, es damero, son todas cuadraditas las manzanas. Me indicó con el dedo donde era la casa de Blanca Calero. Allá llegué a la casa de Blanca Calero, me atiende Ricardo Etcheverri, el esposo de ella, sale y me dice "vos sos Miguel Millán", me descubrieron dije para adentro. Ahí pasé, y desde entonces es la casa donde me quedo cada vez que voy ahí".
Para Millán ahí, "en 2013 empecé a tirar del hilito para encontrarme con el resto de los compañeros que habíamos estado en los vagones, porque no conocía prácticamente a nadie de los que había estado, tenía 18 años y era canario de acá (Mercedes), caí solo allá, no conocía a ninguno de los compañeros y a los milicos menos, salvo a éste, al Gordo Ferreira que lo tenía (y se señala la cabeza) y está preso ahora. Solamente eso quería aportar y le doy la palabra a María Julia y quedo a las órdenes para responder las preguntas".
Fotografía: María Julia Izaguirre y Miguel Millán